miércoles, octubre 27, 2010

FINALES Y PERSITENCIA

“El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”.

Italo Calvino

Las Ciudades Invisibles

Los rituales asociados al culto a la muerte entre los pueblos indígenas precolombinos eran variados, tanto como diversas eran las culturas que habitaron el territorio que actualmente conforma México. Se puede considerar, sin embargo, que todos caían dentro de dos categorías principales; los propiamente funerarios y los dedicados a los dioses de la muerte o del inframundo.

En general, con variaciones dependiendo de cada cultura, los rituales funerarios eran acompañados de ofrendas hacia el difunto; ofrendas que se constituían de objetos de su vida diaria y de representaciones divinas o totémicas para facilitar la vida en alguno de los inframundos (recuérdese que, de acuerdo a buena parte de las tradiciones indígenas, no existía un paraíso, sino varios a los cuales se destinaba el espíritu de acuerdo a la forma en que había encontrado la muerte).


Los rituales dedicados a los dioses de la muerte eran mucho más variados.

Uno de ellos, extendido a lo largo del territorio nacional gracias al dominio cultural Mexica, es el festival del árbol Xócotl (xocohuetzi), que se desarrollaba entre el 16 de Julio y el 5 Agosto (aproximadamente). El inicio de la festividad, en el que se pedía la protección de los dioses del inframundo para los muertos niños, el árbol era talado y llevado a la plaza pública, ahí se le adornaba y colocaban ofrendas alrededor, además de altares dedicados por cada familia a sus muertos.

Durante los siguientes días se danzaba y se dedicaban sacrificios a los dioses patronos de los distintos inframundos. El final del festival estaba dedicado a los muertos mayores, en él el árbol era derribado mientras las ofrendas y sacrificios ardían en una gran hoguera.

La festividad marcaba el inicio del Otoño, es decir, la temporada de la recogida de la cosecha (xócotl, fruto y huetzi, caer; fruto caído o cosechado) y no pocos autores ven en ella el origen de la festividad del Día de Muertos por la presencia de ofendas florales y altares votivos.


Lo cierto es que durante la Colonia empiezan aparecer altares funerarios en los domicilios familiares de los indígenas, en fechas muy diversas dependiendo de la región del país de la que se tratara.

En un principio las autoridades coloniales pretendieron prohibir esta costumbre, sin embargo, su extendida práctica terminó por imponerse e integrarse al rito católico en las fechas de la festividad de todos los santos (1º y 2 de Noviembre), formalizándola como la celebración de los Fieles Difuntos, misma que es celebrada hasta nuestros días.

En esta festividad se encuentran presentes muchos simbolismos indígenas, tales como la flor de zempaxóchitl, actualmente asociada a los rayos solares y que en la tradición prehispánica representaba a la diosa Xochiquetzal y se relacionaba con el ciclo de muerte y renacimiento del Sol, o la cruz, que lo mismo puede representar al Cristo mártir, que a los pilares que, según la tradición maya, sostenían el universo (mito reinterpretado por los mexicas en forma de los cinco Tezcaltlipocas, mito difundido a otros pueblos conforme el imperio de Tenochtitlán se expandía).

En término generales (y salvo variaciones locales, muchas veces significativas), el altar de Día de Muertos muestra tres niveles, a saber:

El primero, dedicado a los muertos recientes (de unos a tres años), aquellos que aún no han olvidado lo que era estar vivos. Ahí se coloca como ofrenda aquello que los difuntos disfrutaban; comida, bebida, cigarros, juguetes, etcétera. Es en este nivel en el que se ubican las fotos de los muertos y la dedicatoria de la ofrenda.

El segundo nivel muestra la transición del alma hacia los planos superiores del inframundo, normalmente se representa como guirnaldas ascendentes de zempaxóchitl, en algunas regiones de ellas se cuelgan panes de muerto, representando el abandono del cuerpo material. En otras regiones este nivel es representado por el humo de copal o de incienso.

El tercer y último nivel es la cruz en su doble acepción, en éste los difuntos han abandona por completo el mundo de los vivos para fundirse con la divinidad (o con todos los seres vivos).

La tradición del Día de Muertos es, entonces, un ejemplo de persistencia; una muestra de cómo lo distinto puede convivir y nutrirse…

Mario Stalin Rodríguez

Asesor Educativo

Departamento de Servicios Educativos

Museo Nacional de Antropología


Imágenes: Proyecto y Realización de la ofrenda "Finales y Persistencia" del Museo Nacional de Antropología, planeada y montada por un servidor en 2009.

P.D. que celebra
Y Bueno, el jefe celebra sus 6 años de limpiar mentes en la red (ahí es nada) y pensando (como siempre) es su público, dedica este banner a todos aquellos que han soñado con ver su nombre en las etiquetas marcianas.

Banner que me apropio y cuelgo en mi modesta vitrina de trofeos por razones que yo me sé (y que ustedes pueden conocer dando click en el último enlace, faltaba más).

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miércoles, octubre 20, 2010

Fauna Informática 01

YO
Yo no bailo ni en defensa propia... Pero eso no interesa a estos bites.
Yo soy la suma de quienes he sido, de en quienes he sido y de todos mis posibles seré. Me gusta pensar que soy distinto a la suma de todas mis partes y esto interesa, en algo, a estos bites.
Yo creo en el legítimo derecho a la autobiografía. Creo en el legítimo derecho a tratar de entender mi vida y mi mundo en mis párrafos, de explicarme para mi mismo a través de mis frases... Esto, en algo, explica estos bites.
Yo escribo para ser leído, por eso a veces oculto entre mis líneas nombres, experiencias, madrugadas; caminos compartidos. Los escondo no para negarlos, sino para que sean encontrados. Eso, en mucho, explica estos bites.
Yo no puedo cambiar el mundo, pero puedo empezar a cambiarlo soñándolo distinto. Pero el mundo distinto sólo es posible cuando sabemos qué es el mundo, eso, en buena medida, son estos bites.
Yo me busco en el otro, en los sueños de otros, porque cuando aprendemos a sumar sueños es que empezamos a cambiar el mundo. Eso también son estos bites.

Yo soy, entonces, estos bites en la medida en que ellos me reflejan. Soy estos bites si a través de ellos he encontrado, de forma extraña e imprecisa, a los distintos que, de una u otra forma, también me conforman.
Es decir; yo soy también la suma de los imposibles que busco, el resultado de los imposibles que, de forma extraña e imprecisa, construyo o encuentro.
Mario Stalin Rodríguez

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miércoles, octubre 13, 2010

INCÓGNITA

Tal vez algún día, mujer, entienda qué me pasa contigo.

Será tal vez una noche de insomnio, tal vez hará frío. Será, tal vez, uno de esos momentos en los que la inspiración me huye.

Entonces, tal vez, entenderé por qué no puedo dibujarte.


Y es que algo raro me pasa contigo. Me pasa que quiero verte y me decepciono cuando no lo logro. Me pasa que me gusta charlar contigo, aún cuando es de esos recovecos legaloides que no siempre entiendo.

Algo raro me pasa contigo. Apenas te conozco, pocas veces nos hemos visto y nuestros encuentros han sido efímeros. Me pasa que nuestras charlas siempre me saben a poco. Me pasa que me encantaría retenerte cuando te despides, pero no me atrevo.

Algo raro me pasa contigo. Me pasa que te leo y me encantaría reconocerme en tus letras... Me pasa que no me encuentro en tus días.


Tal vez algún día, mujer, entienda qué me pasa contigo.

Y tal vez es, mujer, que me encantaría descubrirlo contigo... Pero tal vez es, mujer, que es demasiado tarde.

Mario Stalin Rodríguez

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miércoles, octubre 06, 2010

Fauna informática 00

CLANDESTINA

Ella se busca a sí misma. No, no es una metáfora; ella teclea las letras de su nombre en los buscadores y llega a estos bites, al menos una o dos veces por mes desde Noviembre de 2008.

Llega siempre al mismo escrito, al que contiene su nombre y lee... Se pasea por lo archivos, leyendo párrafos de Enero de 2009, de Febrero 2010, de Agosto de 2007, Diciembre de 2006, Noviembre de 2008... Saltando entre entradas, tal vez buscándose.

Siempre lee textos distintos, tal vez aquellos en cuyo título cree reconocerse.


No es difícil saber que es ella; llega siempre en el mismo horario y desde el mismo equipo, a través del mismo servidor y siempre buscando su nombre.

Fue justamente lo inesperado de la ruta de acceso lo que despertó mi curiosidad; su nombre fue importante para mi por muchos años, hace mucho tiempo, pero ella decidió volverse ausencia y condenarme al silencio; fueron las distancias que nos separaron su elección.

No fue difícil saber que era ella; múltiples servicios de estadísticas de visitas se ofrecen por la red, a través de ellos puedes saber cuánta gente llega a una página y por qué rutas, incluso desde qué dirección IP y por cuál proveedor del servicio. Por saber, puedes saber hasta qué navegador y en qué versión se visualiza el sitio.

Bastó cruzar unos cuantos datos y llegar hasta su cuenta de bloggers, sí; la misma que abrió en el justo momento en que se abrían estos bites por similares razones. Era ella o alguien que utilizaba su cuenta para leerme.


Al menos una o dos veces por mes desde hace casi dos años llega buscándose, me lee tal vez por la misma razón y se marcha en silencio... Tal vez porque hoy su nombre en mis párrafos, es sólo ausencia.

Mario Stalin Rodríguez

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