miércoles, enero 27, 2010

HAITÍ

El precio de la ayuda

Puerto Príncipe es hoy una ciudad que se abandona, diariamente cientos (tal vez miles) de personas dejan atrás la ciudad en ruinas para dirigirse a sus lugares de origen, el panorama que ahí les espera no es muy distinto al que dejan a sus espaldas.
La principales ciudades de Haití presentan una destrucción que varía entre el 50 y 90 %, el 75% de la cosecha se perdió como consecuencia del terremoto del pasado 12 de Enero. Haití depende hoy, como nunca antes en su historia, de la ayuda extranjera para sobrevivir.
Ayuda necesaria, sí, pero ¿a qué precio?

Poco más de 60,000 extranjeros se mueven entre Puerto Príncipe y las provincias de Haití en brigadas de rescate, reconstrucción y médicas. De ellos, casi 13,000 son soldados estadounidenses… Soldados, no rescatistas, no médicos, ni ingenieros; soldados, cuya principal misión, en su propia voz, es imponer el orden entre la masa de desesperados y el ejército solidario.
Ello es notorio desde el primer día de su estancia en el país caribeño, donde realizaron un desembarco de película entre los restos de lo que fue el palacio de gobierno, para posteriormente tomar el control del desorganizado aeropuerto, expulsando a los periodistas que ahí acampaban.
Los reporteros de todo el mundo han sido expulsado también de los campos de refugiados bajo control del ejército estadounidense (casi todos en la capital y los más grandes en el interior), de los hospitales de campaña y de la improvisada sede de gobierno, en lo que fueran los cuarteles de policía de Puerto Príncipe.

Es cierto, a raíz de la llegada de las fuerzas de Washington la distribución de ayuda humanitaria se organiza y agiliza (si bien, a la fecha, aún con serias deficiencias). También es cierto que, a la para del agua y las raciones de comida, el ejército estadounidense mueve otros materiales.
A las afueras de las ruinas de ciudades como Leogane (90% de destrucción) o Jacmel (60%) grandes campamentos con edificaciones prefabricadas de tabla roca empiezan a crecer; no son campamentos para los damnificados que se cuenta por miles (más cada día, conforme los desesperados que escupe Puerto Príncipe van llegando), son las bases semifijas de la 82 división aerotransportada.

Esta tragedia, señala Bob Martínez (médico Haitiano de raíces cubanas), “puede ser el inicio del fin de nuestras desventuras (…) Pero hay que estar atentos y no ser tan inocentes en la intencionalidad que (los estadounidenses) puedan tener”.
Más bien parecen haber venido a controlar a la población, a formar un cerco para evitar una oleada de migrantes que intenten alcanzar Florida por mar”, concluye.
Mario Stalin Rodríguez
Enero de 2010

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jueves, enero 21, 2010

EL NOMBRE DEL DESASTRE

Nota previa. Algunos datos contenidos en el presente escrito pueden estar desactualizados, trataré de irlos actualizando conforme me sea posible... Comprenderán que dadas mis limitaciones técnicas y geográficas no podrá ser mucho.

Por qué tantas regiones, por qué un día

se junta con un día? Por qué una negra noche

se acumula en la boca? Por qué muertos?

Si me preguntáis de dónde vengo tengo que conversar con cosas rotas,

con utensilios demasiado amargos,

con grandes bestias a menudo podridas

Pablo Neruda

No Hay Olvido


Al momento de escribir estas líneas Puerto Príncipe es una ciudad fantasma, privada de los servicios mínimos; Haití es, hoy, el nombre de la catástrofe.

En un país con una población mayoritariamente migrante (el 47% de su PIB depende de las remesas) y 10 millones de habitantes, la cifra de víctimas mortales por el terremoto se calculan arriba de las 100,000 (1 de cada 100), con posibilidades muy reales de ser muchas más (la cifra exacta, como ocurre en este tipo de tragedias, nunca será conocida) si tomamos en cuenta las víctimas fuera de Puerto Príncipe y aquellos que mueran en los improvisados hospitales o en las calles a causa de las heridas sufridas durante o después del temblor, o bien por las enfermedades que pueden adivinarse de continuar las actuales condiciones.

Se calcula que cerca de tres millones de personas (el 30% de la población) perdieron la totalidad de su patrimonio, la infraestructura hospitalaria, educativa y de gobierno quedó sumergida en la ruina, el sistema bancario se encuentra colapsado. Los servicios como luz, agua potable y telefonía son, para los afortunados, intermitentes; la mayoría de la población se retroyecta a la era de las cavernas.


La ayuda humanitaria, aún en los niveles históricos que registra, llega tarde y es, forzosamente, insuficiente, a lo que deberá sumarse el caos organizativo que priva entre los distintos equipos de salvamento y la violencia que parece crecer a cada instante en las calles de la desolada ciudad.

Aproximadamente unos 3,000 reos escaparon de la penitenciaria tras el terremoto, apoderándose a su paso de las armas de los custodios del penal, sumándose al ejército clandestino que controla el crimen organizado (en buena medida, remanentes de los tonton macoutes, la antigua fuerza de élite desparecida a finales de la década de los 80 del siglo pasado), posiblemente infiltrado en los campamentos de damnificados.

Las calles son, entonces, morgue pública y pasto para el pillaje (organizado o no), ante el estupor de las autoridades locales, de la misión de la ONU y sus cascos azules y de las brigadas humanitarias que llegan desde distintos puntos del orbe.

La única opción que parece presentar una solución es la promesa del gobierno estadounidense de enviar efectivos militares a ayudar en las labores de restauración del orden… Hoy el Haití es el nombre de la tragedia, pero no por el temblor.


El terremoto de 7.4 grados Richter que azotó la nación caribeña el pasado 12 de Enero, sólo proyecta a nivel mundial lió ser evidente desde hace décadas. La tragedia de Haití inicia con la ocupación estadounidense de los primeros años del siglo XX.

La tragedia haitiana continúa con la dictadura de los Duvalier, Papa y Baby Doc, en buena medida sostenida por el apoyo no siempre velado del gobierno estadounidense (termina con la huída de Jean Claude, Baby Doc, en 1987) y sigue hasta 2004 con el golpe de Estado en contra de Jean Bertrand Aristide (conjura a la que la administración de Washintong no es ajeno) y su posterior reinstalación, prácticamente maniatado por las exigencias del FMI, el Banco Mundial y el gobierno estadounidense.

Hoy Haití es el nombre de la tragedia… Lo ha sido por muchos años.

Mario Stalin Rodríguez

Nota programada el Domingo 17 de Enero de 2010

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jueves, enero 14, 2010

CRECCENDO

Melodía para alfabeto y cuerpo

Parece condenada, atada por mil listones y tirada en mil distintas direcciones; parece condenada... A veces corre en una dirección y se encuentra con él; lo abraza, lo besa y parece consolar sus dolores entre sus manos... Pero él la agrede, la minimiza.

A veces corre en una dirección y se encuentra con ellas; cree mirar en sus semejantes la salvación a sus dolencias... Pero ellas la agreden, le imponen el martirio como naturaleza y destino.

A veces corre en una dirección y se encuentra con ellos, sus hijos; cree mirar en ellos la promesa de un mañana distinto... Pero ellos la agreden, reproducen en sus prácticas y comportamientos la condena y se van, a atar a otras ella con los mismo y diferentes listones.

Pero a veces ella no corre... A veces ella se yergue y lucha.. Y rompe sus listones... Y entonces sí, ya sin cadenas, puede encontrarse con él y abrazarlo y besarlo, siendo iguales, distintos y complementos... Y se encuentra con ellas y las sabe distintas y puede ayudarlas a romper sus propias cadenas... Y se encuentra con ellos y puede enseñarles no ya cadenas, sino cómo romperlas.

A veces... A veces ella no corre.

Mario Stalin Rodríguez

Para una pieza coreográfica de la Compañía 6° Sentido de danza contemporanea.

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jueves, enero 07, 2010

Del 6 de Enero...

Y OTROS ASUNTOS INFANTILES


Ausente Maga,

Distante Elena:

No es misterio que, de vez en vez, me desespero de mundo. Que, de tiempo en tiempo, me parecen inútiles mis letras y mis trazos y concluyo, con amargura, que el futuro está decidido y no tengo otro remedio que aceptarlo.

Es decir; me sucede a veces, no tan frecuentemente, que me desespero de mi...


Sucede, sobre todo, en las noches desveladas en las que, sin poder refugiarme en tu imagen, me refugio en la infancia. En ese distante ser ajeno al mundo y su transcurrir, en el que no construía mañanas.

Me refugio, pues, en los juegos y los juguetes... Pero, te contaré un secreto; éste es un refugio sólo de nombre...


Obstinada, la realidad entra en mis juegos y me descubro jugando a cambiar el mundo; construyendo futuros con los juguetes, que es, ésta también, una buena forma de soñar el mañana.

Hace falta aclarar aquí un punto; estos juegos se juegan mejor acompañado...


Entran entonces mis redundancias. De otras formas queda dicho: Otro mundo es posible, cuando lo jugamos juntos.

Es decir; es necesario aprender a jugar mirando el mismo amanecer, sin importar si lo hacemos en el mismo espacio o con los mismos juguetes... A la distancia, el mañana que debe ser nos encontrará alegres y juntos...

Mario Stalin Rodríguez


P.D. que acusa de recibo
Andaba yo de vacaciones y no pude contestar en su momento, pero muachas gracias Nanny por las felicitaciones, los buenos deseos y las maravillosas reflexiones...

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