jueves, noviembre 27, 2008

DEBUT Y DESPEDIDA

Mario Stalin Rodríguez

Lo nuestro duró
lo que duran dos peces de hielo
en un wiskey on the rocks
Joaquín Sabina
19 Días y 500 Noches

Ella deseaba escapar. Correr bien lejos de los cotidianos amaneceres y de su error de tantos años.
Él simplemente trataba de entender. Comprender las cotidianidades que le eran extrañas y familiares, las sonrisas que se le otorgaban y negaban a un tiempo.

"Te tengo miedo”, le dijo una noche caminando en la avenida.
“No puedo hacer nada al respecto”, contestó él, desconcertado.


Se encontraron tal vez demasiado pronto para ella y, tal vez, un tanto tarde para él.

Pero se encontraron y se acompañaron. Él a los miedos de ella y ella a las extrañezas de él.

Y tal vez, sólo tal vez, fueron compañía incompleta.

Pero se encontraron y más temprano que tarde conocieron sus sabores y humores.


Eso fue lo último.

Sus caminos pronto encontraron otro rumbos lejos del nosotros que nunca fue completo.

Ella supo acompañar sus pasos de otros pasos y él, por su parte, volvió a las sonrisas que se le negaban y otorgaban a un mismo tiempo... Finalmente, en verdad, nunca las había abandonado.


Ella deseaba escapar, él simplemente trataba de entender. Se encontraron y separaron en el lapso de una noche en vela; lo que dura el encuentro de dos soledades.

Y tal vez, sólo tal vez, volverán sus caminos a encontrarse...


P.D. que sigue presumiendo

Pues eso, que El Kanif, en su blog de Hostia y Copón ha tenido la deferencia de ilustrar un guión de este animalito fantástico... Y yo no puedo más que presumirlo.
Eso y que Ambrosía ha tenido, también, el detalle de trarme de Italia un mármol de esos que son tan famosos... Y yo no puedo menos que presumirlo.
Sobra decir, ambos se unen ya a mi modesta repisa de trofeos.

P.D. que prolonga
Y en la lista de Niks, el Jardinero del Kaos de

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jueves, noviembre 20, 2008

LAS CIUDADES INESPERADAS (única)

Homenaje a Italo Calvino 03

Mario Stalin Rodríguez

Marco Polo habla de las calles y ciudades que les son ajenas. De los paisajes que sólo puede desear a la distancia, de las sombras que adivina, de los lugares a los que ha llegado, siempre, como extranjero.

Habla de los amaneceres que supone, de los aromas que prometen otros días, de los mares que bañan otras costas. Habla de cómo llegar a ellos, de cómo conocerles, de cómo, extranjero, se pierde en sus callejones y bosques, aprehende sus sabores, aprende sus ritmos.

El Gran Jan, emperador de los tártaros, escucha al viajero y a veces, cada vez más, se siente también él un poco extranjero...


¿Qué nombre puede describir a la ciudad que se alza, inesperada, ante los ojos del viajero? Es, no se dude, un nombre de mujer a siete letras.

Entiéndase que el vagabundo no esperaba encontrar esta ciudad, que llegó con sus pasos hasta ella ignorante de sus existencia. Perdido en el recuerdo de otras calles y a la espera de volver a sus sombras, se topa con las murallas de la inesperada ciudad y, al principio, no le parece distinta a otras ciudades.

Pero es ésta una falsa impresión. Basta un primer paseo por las calles de la ciudad para entender que es distinta y nueva; que sus monumentos no hablan de glorias pasadas ni habita en sus calles la nostalgia del viajero.

No, otro ritmo mueve estos paisajes, un ritmo como el caminar de noche mientras se patea un bote. Una música nueva; distintas preguntas que contradicen las viejas respuestas.


Así, el vagabundo se sorprende a sí mismo entreteniéndose en las nuevas sombras, tratando de descubrir los secretos que las nuevas calles guardan; aprendiendo y aprehendiendo la ciudad inesperada.

Y a veces parecería que lo logra, que empieza a entender los nuevos ritmos y a conocer callejones, secretos e historia. Es decir; cree comprender las sombras de la ciudad inesperada y, por ello, compartir sus futuros amaneceres.

Pero es ésta una impresión falsa. Sin que al parecer el vagabundo cometiera un crimen, la ciudad lo expulsa; lo nombra extraño. Le recuerda que sus pasos sólo son extranjeros en estas calles, que sus ojos no son para estos amaneceres.


Y así el vagabundo abandona la ciudad, mirándola a lo lejos y reconociendo en la distancia la medida de su deseo. Parte el viajero a otras ciudades, otras sombras; otras calles.

Tal vez en otras plazas se encuentre por fin a sí mismo el viajero. Tal vez se reconozca en otros amaneceres, tal vez. Pero en las noches, caminando otras calles bajo la lluvia y sin protección, recordará las sombras de la ciudad inesperada y sabrá que sigue siendo extranjero en los bosques que dan nombre, en siete letras, a su deseo.


El Gran Jan, emperador de los tártaros, escucha al viajero y a veces, cada vez más, también él se siente extranjero.

Habla Marco Polo de viajes y deseos y el Gran Jan reconoce en los relatos las sombras de sus propias ausencias y deseos.



P.D. que festeja y se hace autobombo
Pues eso, que este cuento se dedica, obviamente, a Lillian Ledezma Izaguirre, Por su cumpleaños y porque, queda dicho antes, el mundo es un mejor lugar cuando sonrie... Y la veo bailar.

El Autobombo es que estos bites llegaron el anterior 15 de Noviembre a su segundo NO aniversario... Se dice fácil... Ya se me ocurrirá algo para ferstejar próximamente... Espero.

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jueves, noviembre 13, 2008

LAS CIUDADES IMPOSIBLES 1

(y única)

Homenaje a Italo Calvino

Mario Stalin Rodríguez


No queda claro que sea el Gran Jan el destinatario de todos los relatos de Marco Polo, de hecho; algunas veces el emperador de los tártaros se siente como mero pretexto para las historias que otros ojos, que otros oídos buscan.

En esos días el viajero habla de ciudades lejanas, de jornadas desesperantes y de noches blancas. En esos días Kublain Kan cierra los ojos y escucha las frases que sólo a los deseos están dedicadas.


Después de largas jornadas y, tal vez, un poco por accidente; llega el viajero a Fabiola. No es que buscara en su camino la ciudad, sino que ésta se presenta inesperada y nueva.

Porque es ésta, Gran Jan, la característica de Fabiola: toda ella es nueva para el viajero. No hay en sus luces y sombras nada que a la ciudad que el viajero recuerda y desea remita; no hay en sus callejones ecos de risas pasadas, no hay en sus mansiones fantasmas del pasado. No recuerda su imagen la de otra ciudad, presente siempre en la memoria del viajero.


Tal vez por curiosidad, o porque las circunstancias así lo exigen, se detenga el viajero en Fabiola. Pronto descubrirá que la ciudad impone su conocimiento; que la cercanía de sus palacios obliga al extranjero a conocer sus historias.

Es entonces que el viajero queda para siempre con la imagen de la ciudad en la mente. No importa que en otras ciudades se entretenga, no importan las distancias que de Fabiola lo separen; su memoria y deseo regresa siempre a la ciudad.

Porque, mucho más que la mera imagen que a los ojos ofrece, es la esencia de Fabiola lo que al viajero aprisiona. No es que la ciudad así lo pretenda, es sólo que el viajero no puede resistirse.


Al final, sin importar el cómo o por qué llegó el viajero a Fabiola, es por su decisión que las historias y la esencia de la ciudad conoce. Y es también por su decisión que mantiene la ciudad dentro de sí, aún si es imposible mantenerse en ella.

Porque es ésta, también, la característica de Fabiola; sin importar sus acciones, sin importar sus distancias, el viajero será siempre extranjero en las calles de la ciudad y, por lo mismo, ajeno a la historia de Fabiola.

El viajero lo sabe, y no le importa.


Porque, finalmente, no implica lo anterior que el viajero no pueda vivir sin pertenecer a Fabiola. De hecho, el viajero ha aprendido, en sus múltiples jornadas, a vivir sin la ciudad y a ser siempre extranjero en la patria que desea inventar.

A la larga el viajero llegará a otra ciudad y aprenderá a vivir en ella y a convivir con sus historias. Tal vez, en las madrugadas, retornará su mente a la imagen de Fabiola, como ahora lo hace con el nombre de aquella ciudad perdida largo tiempo.

Finalmente, queda dicho, no implica lo anterior que el viajero no pueda vivir sin pertenecer a Fabiola. Es sólo que a veces, por las noches, le gustaría aprender a vivir en ella.


Abre los ojos el Gran Jan y observa a su interlocutor. Está el veneciano con la mirada perdida en las estrellas o en las ondas que en el estanque se dibujan. Es en estas noches, cuando el relato escuchado no es para Kublain Kan, cuando el emperador de los tártaros aprecia más al viajero.


P.D. que presenta y explica
De ella, de Fabiola, ya hemos hablado en estos bites... Incluso, su imagen fue de las primeras que acompañaron mis párrafos en estos virtuales lares (aquí, acá, aculla, allí, allá y más pa'acá)... Hace mucho que ya es ausencia y memoria. Este cuento dedicado a ella se incluye ahora, sólo porque recien fue su cumpleaños y quería incluir una felicitación, no tanto para ella (que seguramente tuvo varias y merecidas), sino para las posibilidades que negó, lo grandes que pudimos ser y no fue.

P.D. que memea
el Jardinero del Caos ha tenido la deferencia de memearme con una de esas cosas que te piden que digas seis cosas que te hacen feliz... Y yo es que tenía toda la mala intención de contestar el meme (más porque éste se acompañaba del premio I Love You Blog)... pero después recordé que algio así ya había hecho, más concretamente; ya he dejado plasmado mi parecer sobre lo qué es la felicidad y sobre las cosas que me hacen feliz... Así que nada, me apropio del premio porque considero el meme ya contestado.

P.D. que presume
Y hablando de premios... Supongo que debo anunciar que en la columna de al lado ya han quedado agregados:
Acuso de recibo, agradesco, hago reverencias... Y presumo, más que otra cosa; presumo.

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jueves, noviembre 06, 2008

In Memorian...

A Lillian Ledezma Izaguirre
Todo mi solidaridad hoy
que mis palabras no bastan

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miércoles, noviembre 05, 2008

CONTRACORRIENTE

Mario Stalin Rodríguez

Hay un chiste; un hombre es detenido por circular en sentido contrario en el Periférico de la Ciudad de México.
-¿Sentido contrario yo? –Se defiende-. Sentido contrario los 4,000 idiotas que no dejaban de aventarme el coche.

Abusando de la metáfora, podríamos comparar la situación del infractor de tránsito con la obstinada determinación del gobierno usurpador de México de conducirse en sentido contrario a lo que parecería ser la tendencia mundial.
Las respuestas de los gobiernos del mundo ante la crisis generada, en buena medida, por la rapiña de las empresas dedicadas a al especulación financiera ha sido, de una u otra manera, la de aumentar las regulaciones a las que dichas empresas se ven sometidas. En poco y afortunados casos, incluso, las medidas han ido un tanto más allá y se encaminan a reducir el margen de ganancia y poder del que, hasta el momento, había gozado el gran capital.
Así, en buena parte de América Latina los bienes regalados al capital durante la larga historia de dictaduras y gobiernos neolibrales, son enajenados por el Estado. Así sucede con el sistema de pensiones argentino y los hidrocarburos bolivianos.
Incluso la Unión Europea ha tenido que tomar medidas de semiestatalización de la banca privada (si bien, es cierto, las medidas no reciben ese nombre). Tanto más, el futuro presidente de la gran metrópoli llega a la casa blanca hablando de una distribución más equitativa de la riqueza y de mejores y mayores controles a especulación financiera (falta ver, por supuesto, si esto es algo más que discurso hueco).

Los gobiernos del mundo, entonces, hacen eco de las palabras del propio Fondo Monetario Internacional; el sistema está acabado y es necesario encontrar alternativas.
El usurpador mexicano, por el contrario, parece empeñado en entregar cada vez más los recursos estratégicos de la nación al capital privado y a la especulación del mercado. Así lo demuestran sus múltiples iniciativas en materia de derecho laboral, de manejo de recursos energéticos e, incluso, en asuntos de seguridad y combate a la delincuencia.
Reducción del Estado y de las libertades civiles; criminalización de la protesta; degradación sistemática de la estructura de atención social en salud, vivienda y educación; entrega de recursos estratégicos como el petróleo a los intereses económicos privados y un etcétera tan largo como un brazo. Todos ello es la marca del calderonismo.
Queda preguntarnos si es necesario esperar hasta que la situación mexicana estallé como ya han estallado otros países, para poner un alto a ideas tan peregrinas de un gobierno no emanado de la voluntad popular.

Onceava Uva...

P.D. que agrega
Si De algo me dejó la cosa esa de los 20 minutos (y seguro no fue un premio), es el encontrar párrafos que valen la pena ser leídos... Así que, mundo lo dejo con
y sus

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