miércoles, junio 29, 2011

Recuerdos (2 de 4)

María Teresa Cuellar Salinas
(1950 - 2011)

Tras el abandono (de mi padre) durante mis primeros cinco o seis años, mi madre trataba de sostenernos a mí y mi hermano Sergio cuatro años mayor que yo y mantenerse independiente. La recuerdo siempre seria y triste, fue vendiendo poco a poco todo lo de valor que poseíamos: la estufa, el tocador, el ropero, herramientas y una cama matrimonial. Trabajaba mucho, cuidando enfermos largas jornadas, la mayoría de las veces nocturnas “las veladas” se las conseguía su comadre Celia que era enfermera titulada del IMSS, cuando mamá volvía a casa, solía comentarnos algunos pormenores de su labor, cuidó durante meses a un señor rico que padecía cáncer (de ahí solía traernos cosas de comida fina un poco extrañas). Después ´velaba´ una señora que había sufrido quemaduras en todo el cuerpo y sólo podía dormir en hamaca. Mi madre descansaba muy poco ya que durante el día aplicaba inyecciones y cosía a máquina. Unos meses entró a una fábrica de guantes de uso industrial en la que le pagaban a destajo, muy poco por pieza. Posteriormente entro a trabajar con los Gutiérrez un matrimonio de situación acomodada con varios hijos, a dos de los cuales la poliomielitis les dejó secuelas: Odilón tenia afectadas sus piernas usaba aparatos para sostenerse en pie y caminar y Jaimito casi no movía uno de sus bracitos, mi mamá los cuidaba, les hacía masajes y ejercicios indicados por el médico. El papá de ellos, el Sr. Gutiérrez tenía una vulcanizadora de llantas y le obsequiaba a mi madre unas tiras de plástico trasparente que ella y Mamita limpiaban con petróleo y las usaban (en lugar de tul) para elaborar crinolinas con vieses, listones y cascabeles, después las llevaban a vender a San Juan de los lagos.

Nota (no tan) importante
Estos recuerdos, escritos por mi madre poco antes de su inesperado fallecimiento, contonuarán dentro de dos semanas. La próxima, estos bites retoman otro asunto que habían dejado pendiente...

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miércoles, junio 22, 2011

Recuerdos (1 de 4)

Hace un mes y días, mi madre murió... Murió de forma intempestiva, sin anuncio ni nada que nos permitiera, a mis hermanos, a Jose Luis (su pareja), a sus amigos y conocidos, ni a mi prepararnos para ello...
Hace un mes y días, mi madre murió... El silencio que estos bites han guardado en este periodo, es una forma de luto; un compás de espera necesario (y obviamente insuficiente) para adapatrme (adaptarnos) al vacio y a todos los cambios que éste trae consigo...
Hace un mes y días, mi madre murió... Y el mundo, porque la injustica es así, siguió su rumbo sin darse cuenta de la gran pérdida que ello significó... Y nosotros, sus cercanos, hemos de seguir también, caminando con este hueco; llenándonos unos a otros de recuerdos y solidaridades... Porque seguir caminando y seguir juntos es una forma de honrarla.
Hace un mes y días, mi madre murió... Durante los pasados meses ella había estado hilbanando sus recuerdos... Como homenaje y monumento, estos bites rompen su silencio dando paso a su voz.

La década de los 50s, mi niñez
María Teresa Cuéllar Salinas

1.
El recuerdo más remoto de mi infancia, es la casa de Mamita (mi abuela materna) tendría unos tres o cuatro años, en San Luis Potosí mi tierra natal, su puerta de madera en la que durante el día colgaba un hilo que abría el pasador desde fuera, al entrar un amplío pasillo de piso de ladrillo y tres habitaciones alineadas del lado derecho. Al finalizar el corredor, había una enredadera de follaje muy verde y floresitas amarillas que marcaba el inicio del patio y cubría con su sombra el lavadero de piedra que se usaba para los trastes y la ropa; más adentro una gran higuera, el patio era alargado y de tierra suelta, a mi me gustaba recoger florecitas amarillas en un carrito de madera con la figura de un pollito al frente, que me prestaba mamita cuando lloraba por alguna caída, regaño o cuando mi mamá se iba, mamita me consolaba prestándome el pollito o el pinocho, una pequeña figura de madera con goznes a la que se le podían mover las piernas y los brazos.
La casa de Mamita estaba en la calle de Terrazas, vivía con mis tías Coquito, Lalita y mi tío Raúl, mi mamá, mi hermano y yo, vivimos a unos pasos en la privada de Terrazas en una casa rentada por mi padre. Frecuentemente visitábamos a Mamita mamá nos encargaba con ella mientras trabajaba, ella nos trataba con muchísimo cariño. En ese entonces fue, que escuchando pláticas de mayores, me percate de que mi papá (al que nunca conocí, más que en fotografía) era un agente viajero que vendía herramientas de acero, muy alegre y cantador, al que le gustaba mucho jugar a las cartas y apostar en las peleas de gallos de las ferias de los poblados de sus recorridos de trabajo y que por eso mismo nos había abandonado, de uno de esos viajes jamás volvió, cuando yo apenas si cumplía dos años.

In Memorian
María Teresa Cuéllar Salinas
(1950 - 2011)
Gracias a la Vida, que en ella nos dio tanto.

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