jueves, junio 25, 2009

IRA

Mario Stalin Rodríguez

Mis días no tienen ya tiempos muertos. Recorro mi ciudad, trabajo, leo, trabajo, escribo, trabajo, dibujo, trabajo... No, mis días no tienen ya tiempos muertos. En la mañana desayuno un café, por las tardes, a veces, me doy tiempo de comer algún bocadillo rápido, por la noche, inapetente, me obligo a comer... A veces casi cierro los ojos, pero me detengo y sigo andando y vuelvo al trabajo.
Salgo con amigos, charlo con ellos, me río... Hablamos de sus cosas, de conocidos mutuos, de la situación del país, de los caminares del mundo. A veces preguntan por mi, entonces sonrío, doy evasivas, desvío el tema... Quiero cerrar los ojos, pero me detengo y sigo andando y vuelvo a charlar.
A veces ella, que algún tiempo fue compañera intermitente en mi cama, me busca. Salgo con ella, charlo, difícilmente me río... Cada vez menos, ella intenta acercarse, entonces sonrío, desvío el rostro, cambio de tema... Ella enfurece, me habla de ausencias, traiciones, distancias; me arroja en el rostro la soledad que me imponen... Sonrío, cómo no hacerlo ante la ira de quien tan poco sabe y menos comprende... Y quiero cerrar los ojos, pero me detengo y sigo andando y vuelvo a charlar con ella y a retirarme cuando quiere acercarse.
Nuevas presencias buscan ser compañía en mis días y noches. Tal vez llamadas por un instinto de ayuda, por compasión malentendida o, sólo tal vez, por ver en mi melancolía una oportunidad, se acercan... Siempre es igual, sonrío, charlo, difícilmente me río y me alejo conforme ellas se acercan... Y quiero cerrar los ojos, pero me detengo y sigo andando.
No, mis días no tienen ya tiempos muertos... Dentro de mi, alimento la ira.

Es en las madrugadas cuando la soledad que me imponen asalta... Porque fue una madrugada en la que, después de tanto tiempo, reconocí en sus letras aquello que de mi faltaba y fue de madrugada cuando su sonrisa se transformaba en música en la noche... En las madrugadas la soledad asalta.
A veces intento dormir. Cierro los ojos y escucho su risa, su voz cantando... Cierro los ojos y veo el reflejo del sol en su cabello, los abismos de sus ojos infinitos, los lunares de su cuerpo, el vello de mi deseo... No logro dormir, sólo pienso en cuál fue mi error, dónde el pecado que me condena al silencio y la soledad; en qué me equivoqué.
Doy vueltas tratando de ahuyentar las imágenes y las dudas, me desespero. Me insulto e insulto al mundo... Intento dormir y las imágenes , las dudas, vuelven... Me desespero e, insomne, abandono las sábanas con su nombre en los labios, aquel que escribía amor a seis letras.
En las madrugadas la soledad asalta... Dentro de mi, la ira crece.

Cuando la ira lucha por salir me recuerdo que “yo entiendo”, “no te preocupes; así es la vida”... Y durante mis días, cuando evito cerrar los ojos y pensar en su sonrisa, es fácil contenerla.
Cuando la ira lucha por salir me recuerdo que “yo entiendo”... Pero en las madrugadas la soledad asalta y su recuerdo me persigue y mis dudas me atormentan... Y la ira crece.
A veces, cuando la ira lucha por salir, pienso en afilarla, alimentarla... Y echar a andar...

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jueves, junio 18, 2009

AQUÍ HUBO VIDA 3 de 3

VIII

"La civilización que en este planeta existió se auto aniquiló"; escribe Dormac‑Lor en su enésimo intento de informe. Como otras innumerables veces lo lee y borra, sabe que no fue así, que en todo caso solo una minúscula parte de los habitantes de este planeta causó la catástrofe... Lamentablemente, eran ellos los que tenían el poder, eso se lo han dicho los fantasmas.

"Los documentos y artefactos encontrados en distintas excavaciones a lo largo del planeta nos permiten afirmar que este planeta era habitado por innumerables razas distintas de una misma especie. Estas raza, al parecer, tenían distintos idiomas y continuamente hacían la guerra entre ellas"; vuelve a intentar, pero lo borra. Sabe que no siempre fue así. Acaricia la gema de su pecho mientras, cada vez más cerca, los fantasmas lo observan.


IX

"Solo el poder destru..." se lee en el muro del destruido edificio. Roberto lo pintaba de noche cuando la muerte le llegó de lejos, el ataque de Europa había comenzado y el fin fue ruido y luz.


X

"SUPREMO GOBIERNO DE SURGI.

CONSEJO CIENTÍFICO PLANETARIO.

PRESENTES:

Como es de ustedes sabido los hallazgos nos permiten afirmar que en el planetoide X‑L3 existió, hace aproximadamente 300 lits, una civilización avanzada, destruida por causas aun no establecidas.

Debido a ello y a las alucinaciones colectivas que los miembros de la expedición han sufrido de un tiempo a la fecha, pido permiso para abortar la misión minera que hasta el momento llevamos a cabo en este lugar.

Hago esta petición basado en el articulo N-123 del Código del Consejo Científico Planetario, que a letra dice; ‘En caso de que las investigaciones del grupo científico de la expedición demuestren que en el planeta hubo una civilización avanzada o existiera vida actual a cualquier nivel, toda explotación de este cuerpo astral deberá se suspendida de manera inmediata para poder realizar las investigaciones necesarias’. También me amparo en el articulo N-300 de ley de exploración planetaria, que a letra dice; ‘Cuando la salud física y/o mental de los miembro del grupo expedicionario se halle en riesgo real la explotación del planeta deberá cesar de manera inmediata’, considero un riesgo a la salud mental del grupo las alucinaciones que, de manera constante, hemos sufrido todos y cada uno de los miembros de este grupo.

Por tal motivo las excavaciones y otras labores de exploración minera han sido detenidas desde hace 40 ciclos solares y no serán reanudadas al menos que el Supremo Gobierno de Surgi así lo dictamine. Pero espero sea tomada en cuenta mi argumentación y se decida suspender la explotación de este planeta.

Por ultimo, de ser escuchada mi petición, pido que se envíe a la brevedad posible un grupo de científicos competentes para iniciar el estudio de la civilización que en el pasado habitó el planetoide X‑L3".

Somond‑Par acaricia la gema de su frente mientras lee, por enésima vez, las líneas que mandará a su planeta, a sus espaldas los fantasmas sonríen complacidos.


XI

"Escribo esto para dejar constancia de que aquí hubo vida. Escribo esto para que un improbable futuro lector sepa que aquí vivimos, amamos y odiamos los seres humanos.

La raza humana y toda la vida que sobre la tierra existió fue destruida por el poder, sólo nos queda la esperanza de que un día, no muy lejano espero, alguien estudie nuestro pasado y sepa exculpar a los hombres libres de los pecados que cometieron los poderosos.

Las bombas ya han caído y no pasará mucho tiempo antes de que el ultimo ser humano caiga víctima de la radiación. Morimos por culpa de quienes buscaban mayor dinero y mayor poder.

Los causantes de nuestros fin ahora son los dueños de un inmenso desierto de roca y sangre, la sangre mía y de mis hermanos de todas las razas, de todas las edades y todos los sexos".

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jueves, junio 11, 2009

AQUÍ HUBO VIDA 2 de 3

IV
"La presencia de combustible fósil en las capas inferiores del suelo de este planeta y la cantidad de oxigeno, ahora mínima, que se encuentra en la atmósfera, nos permiten deducir que este cuerpo celeste albergó vida en algún tiempo, tal ves no muy lejano"; escribía Dormac Lor, científico a cargo de la investigación del planetoide X L3, a escasos cuatro ciclos solares de iniciada la explotación minera de este.
Acariciando la gema de su pecho, símbolo de los científicos, pensaba que era una forma muy triste de referirse a la historia de una raza. Sentía que algo grande había pasado en este lugar para que la vida se extinguiera de manera tan repentina y sin dejar algún rastro además de sus restos convertidos en combustible.
"Aun es muy temprano para afirmar que hubo civilizaciones avanzadas aquí, pues no hay indicios que así lo demuestren, aunque tampoco existen pruebas de los contrario"; terminaba su informe, mientras un grito de auxilio invadía su cerebro, como venido de muy lejos.

V
Una mañana apareció una frase, pintada con tiza, en las puertas del palacio de Gobierno del Pacto de Norteamérica. Fue rápidamente borrada, pero siguió flotando en el aire durante los meses subsecuentes. Nadie, ni el gran Gobierno ni sus policías podían borrarla de la conciencia colectiva; "Solo el poder destruye".

VI
Senar Dor era un simple minero en Surgi, su planeta natal. Pensó que el venir como trabajador a este lejano planetoide le ayudaría a olvidar los conflictos que tenia en su hogar, con su compañera, que el estar tanto tiempo separados le haría bien a su relación.
Tras varios ciclos solares se dio cuenta de su error. Mientras trabajaba en la excavación topó con algo que no podía ser natural: un inmenso armatoste de metal enterrado a muchos metros de la superficie. Rápidamente informó de ello a las autoridades científicas de la expedición y creyó, ingenuamente, que ahí terminaba su papel en el asunto...
Desde entonces las imágenes lo persiguen, figuras de forma muy parecidas a las de él, pero radicalmente distintas. Imágenes que le hablan en un idioma que no entiende, palabras que le llegan como desde muy lejos, que no comprende, pero que sabe que piden ayuda.

VII
Las palabras inundan al mundo, tanto en Francia como en Moscú, al igual que en Roma y en Nueva York. La misma frase se repite en millares de idiomas y lenguas; "Solo el poder destruye".
Pareciera que el mundo entero se ha unido pese a estar en guerra, la humanidad declara su unidad, aunque el hombre pelee contra sí mismo.
Incluso los soldados en plena batalla se lanzan al ataque, inconformes, gritando estas palabras. Raimon muere en los campos de Latinoamérica por una bala del enemigo, que él sabe su hermano, y al morir sólo unas palabras quedan en sus labios; "Solo el poder destruye".

Continuará...

P.D. cronopia
Seguiré enviando mis botellas a la mar, con la esperanza de que alguna llegue hasta tus playas y traiga de regreso tu sonrisa.

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jueves, junio 04, 2009

AQUÍ HUBO VIDA 1 de 3

Mario Stalin Rodríguez

Cuando llegaron por vez primera, enfundados en sus trajes espaciales, no parecían muy distintos a lo que alguna vez fuimos. Claro, ellos no podían saber que el suelo que pisaban alguna vez albergó vida, ni podían saber que sobre él nos movimos, nos amamos y nos odiamos. Tampoco sabían que alguna vez esto se llamó Tierra y que la creímos el centro del universo. Tan ingenuos, nosotros, pensábamos ser los amos del infinito.
Cuando llegaron por vez primera, éste era solo un árido, desierto e infértil planetoide del cual extraer recursos minerales, necesarios para la subsistencia de su raza, en su propio mundo. Tal vez algunos de ellos no deseaban estar aquí, tal vez sólo querían terminar esta labor para regresar a su planeta, porque tal vez, como nosotros, tenían una familia esperándolos en él.

I
¿Es necesario?‑ Preguntaba Beatriz en el lecho.
Él la miraba como sólo se ve a la mujer amada, con esos ojos que no pocas veces observaron la violencia del poder.
¿Es necesario?‑ Volvió a preguntar.
Perdido en sus pensamientos no prestaba atención a las palabras de su mujer, ni a mi presencia, casi etérea, en la pantalla del comunicador.
¿Es necesario?‑ Intentó Beatriz, otra vez, obtener una respuesta.
Tan necesario como respirar‑ Empezó a decir con voz trémula... Pronto cambió de tono‑. Sabes que no podemos quedarnos callados; si no lo gritamos nosotros, otros más lo harán. Es necesario, sí, evitar que el mundo sea destruido por nosotros mismos.
Era necesario, ya lo había dicho Antonio. Al día siguiente saldríamos a las calles a tratar de detener la escalada de violencia mundial, pese a la ya decretada suspensión de los derechos constitucionales.

II
En la nave nodriza el general Somond‑Par miraba los mapas astrales deseando poder contar con la presencia de su compañera.
General, los informes son correctos, este planeta puede dotarnos de una cantidad indeterminada de combustible fósil y de varios minerales importantes‑ Había dicho el contramaestre hace poco.
Somond acariciaba la gema de su frente, símbolo de su rango, pensando que era un peso demasiado grande para él. No sabia por qué, pero este planeta le causaba cierto malestar a la altura de su nuca, como si una voz muy lejana le pidiera ayuda.

III
El uso indebido de las armas nucleares y termo nucleares en la guerra será catastrófico‑ Explicaba con voz apasionada el Prof. Sigmund en la Universidad de Viena‑. Las primeras consecuencias las tenemos ya en Indochina, donde los bombardeos han arrasado con el 50% de la población, según cálculos de la Unión de Naciones.
Y eso que, hasta el momento solo se han empleado las de más bajo poder, ya que es de todos sabido que el Pacto de Norteamérica cuenta, en su arsenal, con armas capaces de arrasar con una sola detonación el continente asiático‑ completó el Ing. Todol de la Universidad de Rusia.
Por no hablar de las armas que pudiera tener el Concilio Asiático en su arsenal, cuyo potencial podría igualar al de su enemigo, según cálculos conservadores de la Agencia Para el Desarme‑ Añadió el Lic. Lumiere, de la Universidad de Francia.
Cabe añadir que la Unión Europea ha manifestado que, de no detenerse el presente conflicto, se verá obligada a atacar a los norteamericanos con todo el peso de su arsenal, capaz de destruir todo el continente americano en un único ataque‑ Termino el Prof. Robert, de la Universidad de Londres.
Estephen Paulding salió de la conferencia con una gran angustia en su ser; era imposible que el mundo estuviera al borde de la destrucción a apenas unos meses de su matrimonio con Estephany.
Continuará...

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