Mario Stalin Rodríguez
Así empieza...“
Tenía una sonrisa tan amplia y blanca como la del gato de Cheshire, tan limpia e inocente como la de Alicia y tan vieja y profunda como la de la esfinge. Parecía, a la vez, joven y viejo, lleno de tradiciones y abierto a las novedades”… Parecía y, sin embargo, estaba tan lleno de miedo.
Sonreía para protegerse, para erigir una barrera contra el mundo; contra los otros.
Tenía miedo de disentir, de no encajar, de ser tachado de extraño por sus iguales. Por eso sonreía sin parar; sonreía cuando los de arriba lo llamaban pequeño y le encargaban más labores que cualquier otro. Sonreía cuando sus iguales se burlaban de él y le enjaretaban los errores de todos. Sonreía cuando los de abajo hablaban de él a sus espaldas y cumplía mal con lo que les encargaba.
“Es muy servicial”, decía su superior en las reuniones de consejo. “Es muy tierno” decían sus compañeras de trabajo cuando se marchaban dejándolo solo para terminar el trabajo del día. “Es un idiota”, decía su asistente cuando hablaba de él con su pareja... “Es una sombra”, decía ella cuando lo miraba a lo lejos.
Así sigue...Ella también sonreía y su sonrisa era un poco chueca. La mayor parte de las veces sólo esbozaba una mueca alegre con las comisuras hacia arriba, un gesto un poco confundido cuando no entendía bien lo que ocurría y una sonrisa amplia y un poco chueca cuando hablaba con él, en las raras veces que lograba descubrirlo bajo la máscara de su sonrisa.
A veces parecía llena de miedo y lo estaba... Por esos sonreía, para derrotar su miedo y derribar las barreras que el mundo erigía frente a ella.
Tenía una belleza sencilla y un tanto extraña, no la mujer que los hombres voltean a ver en la calle y la oficina, sino el brillo que se adivina en los ojos cuando los contemplas fijamente y cuando sonreía, con esa sonrisa franca, abierta y un poco chueca, mostrando los dientes que no eran de un blanco perfecto; iluminaba el mundo.
“Es un peligro”, decían sus superiores en las reuniones de consejo, “se la pasa a aconsejando sus compañeros contra nosotros”, completaban. “Es muy extraña”, decían sus compañeros cuando ella reía, al parecer, sin causa aparente. “Es demasiado”, decía su antigua pareja cuando le preguntaban sobre ella... “Es la mañana”, decía él cuando nadie lo escuchaba.
Así continúa... Tenían ya tiempo de trabajar juntos; ella era la única con quien él no se disfrazaba y él era el único que la escuchaba realmente. Pero ambos tenían miedos que derrotar y se alejaban.
Fue ella quien tomó la iniciativa, una tarde de lluvia lo esperó un poco lejos de la oficina. Él, sobra decirlo, se sorprendió cuando la vio parada bajo la lluvia, agitando la mano y llamándolo a gritos. Fueron a tomar un café para platicar mientras esperaban que el clima se tranquilizara... Y siguieron hablando, al menos ella; porque él estaba perdido contemplando su sonrisa.
A la mañana siguiente él dejo de sonreír para esconderse...
Así empieza...P.D. Que se cura en salud...
Para Nanny, obviamente, y que quede claro que fue su idea...
P.D. que agrega...
Con Ustedes, señores, Ayshane, de Tras el Velo Oscuro... Una agradable sorpresa...