miércoles, junio 25, 2008

VERSIONES XI

Indicado queda que múltiples y, no poco justificadas, fueron las suspicacias despertadas por las primeras investigaciones en torno a la muerte de Miriam Gómez. Desde las organizaciones civiles y movimientos sociales de todo el país, incluso desde los partidos de oposición y no pocos medios de comunicación, los peros bombardeaban constantemente a la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal.
El clamor del descontento fue tal que la PGR, aprovechando la coyuntura, atrajo para sí el caso. El gobierno federal vio en la situación una oportunidad invaluable para continuar con el constante ataque hacia las autoridades de la ciudad, surgidas del principal oponente electoral del partido en el poder.
A seis meses de la muerte de la defensora de los Derechos Humanos, por decreto presidencial, fue creada la Fiscalía Especial.

La primera acción de Olga Montes, cabeza visible de la recién estrenada oficina, fue declarar inválidas las investigaciones de la PGJDF y anunciar el reinicio de las pesquisas desde un nuevo ángulo; no había existido asesinato, sino suicidio.
Bajo tal argumento reiniciaron los interrogatorios y se realizó una segunda reconstrucción de los hechos en el departamento que servía de oficina y hogar a la desaparecida abogada.
Aquella tarde, según esta hipótesis, Miriam había estado revisando los datos de sus últimos casos. Tal vez se dio cuenta de que alguno (o más) estaba estancado, sin posibilidad real de absolver a sus clientes o de culpar a otros de lo que se les acusaba. Tal vez fue una llamada de su novio (que no tenía) o de algún amigo ocasional (aunque ni su identificador de llamadas, ni su celular, ni la compañía telefónica tengan registro de algo así). Tal vez sólo fue un repentino ataque de histeria. Como sea, la abogada se desesperó.
Sabiéndose sola, empezó a dar gritos por toda la oficina; recriminando a los jueces que no veían la ley como a ella le gustaría, acusando a su novio (que no tenía) o a su amante (que tampoco tenía) de incomprensión o abandono, culpando a la vida de sus problemas y debilidades.

Tal vez fue una inspiración repentina, que le vino cuando encontró la pistola en el cajón del escritorio. Tal vez ya lo tenía todo planeado.
-Nadie creerá de mi muerte que fue suicidio -pensaba, según esta hipótesis-; culparán al sistema y a sus representantes y, al final, no estarán tan equivocados.
Tal vez fue una conjunción de las dos cosas. Lo cierto es que redactó dos cartas de despedida; a su madre y a sus compañeros de trabajo. Ambas misivas fueron encontradas hasta que la Fiscalía Especial revisó la escena de la muerte (seis meses después) y todos a quienes se ha consultado, han negado que la letra y el estilo de las mismas sean de Miriam Gómez.
Siempre pensando en cómo desviar la atención de un suicidio, arrojó un CPU por la ventana (mismo que, hasta la fecha, no ha sido encontrado, aunque la abogada careciera de la fuerza necesaria como para arrojarlo demasiado lejos) y empezó a desordenar la oficina.
Se disparó en el muslo y se arrastró hasta el sillón, cuando por fin consideró suficiente el escándalo realizado, se pegó un tiro en la cabeza. No, esta hipótesis no explica el cómo llego su mano a estar debajo del cojín del sofá ni habla de la tercera bala (que, sin embargo, sí se enumera entre los objetos hallados en la escena del suicidio).
No es necesario enumerar las taras de origen de esta investigación.

Los resultados fueron presentados con bombo y platillo en una conferencia de prensa a sólo dos meses de iniciados los trabajos de la Fiscalía Especial.
Los medios de comunicación, sobre todo los canales privados de televisión, se apresuraron a respaldar esta versión y presentarla como verdad absoluta, acompañada de gráficas, documentos y animaciones por computadora.
Pocos o verdaderamente nadie creyó en estos enunciados.

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miércoles, junio 18, 2008

DULCE NIÑA 01

Mario Stalin Rodríguez
TIERNA BRUJA:

El problema es que te olvido. Sueño con tus brazos, tus besos, tu risa y tu cabello, pero a veces mis sueños no son esos; muchas veces mis sueños no te incluyen.
Así te olvido y caigo en otros amaneceres, tan ajenos a los tuyos como ellos me son a mi. En otras sábanas despierto, en otros mañanas me entretengo... Y te olvido.
Tus labios son remplazados por otros, dulces o salados, amados en su momento, que se me ofrecen o que yo mismo busco... Y te olvido.
El problema es que te olvido... Pero basta un atisbo de ti para recordarte y entonces los amaneceres con los que me entretengo, los mañanas que se me brindan, los labios que busco, todo, deja de importar; porque te recuerdo.
Recuerdo que tus piernas no recorren mi camino, que mis sabanas no te conocen y que te deseo. Porque esa es mi tortura, el poder olvidarte, pero seguir deseándote; el poder encontrar otros bosques, pero desear el de tu pelo; el desearte.

P.D. que dedica
A Farifedas, por lo que ella sabe o, por lo menos y a estas alturas del partido, debería sospechar...

P.D. que premia
Pues nada más para agregar una más a la extensísima lista de premiadas de este blog, hablamos, por supuesto de
Quien acertó sin mucho problema (tampoco es que fuera tan difícil) a la respuesta del concurso que sigue abierto... Ya decidirá ella por propia cuenta y riesgo si hace público su premio.
¿Cómo que cuál concurso? pues éste:
Hace dos años, el primero de Marzo de 2006, quedó escrito en estos bits:
"He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la falta de locura"
Carlos Monsiváis Días de Guardar
Desde entonces y a la fecha algo ha cambiando en este blog: Ha sido un espacio meramente acaémico, para la realización de un proyecto editorial. Ha sido una forma de comunicación entre los habitantes de la efímera ciudad de los toldos en Reforma. Finalmente, desde Noviembre de 2006 se transformó en un espacio para expresar eso que a veces pasa por mi cabeza (pensamientos... Creo que les dicen).
Desde entonces y a la fecha algo ha cambiado, pero locura nunca ha faltado... Y como no hay cumpleaños que se precie sin regalos... Valga aquí el:
PRIMER GRAN CONCURSO DE ANIVERSARIO NECIO HUTOPO 2008
Como algunos se habrán dado cuenta, un nombre da pretexto a no pocos de los textos y dibujos aquí publicados... No, no es el mío; es otro. Uno que se esconde para ser encontrado, uno que reescribe la ortografia de la esperanza y la ausencia... La idea es ésta: Quien me haga llegar por correo (stalin76@gmail.com) este nombre, recibirá a vuelta de correo el archivo de la novela Versiones, para que pueda saber de qué va el asunto antes que casi nadie... Y, como eso para algunos puede resultar redundante; me comprometó a hacer un escrito y/o dibujo en exclusiva para el blog de quienes acierten (en el caso, por supuesto, de que tengan un blog).
Por supuesto, quedam excluidos de esta convocatoria quienes por cualquier razón ya conocen el nombre (e incluso, la persona) de quien se habla...

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miércoles, junio 11, 2008

VERSIONES X

Desespera, mira el reloj, maldice para sus adentros, enciende otro cigarro. Así comienzan todas sus reuniones; esperándola impaciente mientras trata de ocultar la angustia y los deseos de huir. Mira sin ver, fingiendo, el periódico abierto sobre la mesa y sus ojos se dirigen, furtivos, hacia la puerta del café, deseando verla entrar, rogando para que no se presente.
Casi siempre llega, casi siempre tarde, no demasiado; sólo lo suficiente como para que la espera se torne en deseo, no tanto como para que se vuelva enojo. Antes, verla llegar era, para Héctor, una forma de dar otro color al aire... Hoy, se sorprende, no es así.
Cuando lo ve, sentado en la mesa, saludándola desde lejos, la sonrisa que ilumina su rostro se torna fría.

-Tenemos que dejar esto Héctor, sólo nos estamos haciendo daño.
-A mi también me da gusto verte.
-No es un juego, por favor deja de fingir. Tienes que dejar de preocuparte por mi, tienes que dejar de hacerme favores que no te he pedido.
-No sé de qué me hablas, no te he visto en... No sé, creo que no te he visto en años.
-Por favor Héctor, lo sabes muy bien... Es decir; me quedó sin trabajo y, de pronto, recibo una oferta del periódico en el que siempre había querido trabajar y el que nunca había querido saber nada de mis escritos, como no fueran colaboraciones externas para la sección de espectáculos. ¿No te parece demasiada coincidencia?
-Lograste entrar, te felicito. Pero sigo sin saber de qué me hablas.
-Héctor, por favor.
-Es en serio y creo que me sobreestimas o te subestimas... ¿Cómo podría yo tener nada qué ver con todo esto? Ni siquiera trabajo para ellos.
-Mira, no llevo en este trabajo tanto como tu, pero sí al menos desde que salimos de la facultad. Sé, tan bien como tu, que el nuestro es un gremio muy cerrado y las noticias vuelan rápido en él. Cómo pretendes que no me enterara que te habían ofrecido el mismo puesto al menos tres veces antes que a mi. Sí, también sé que lo rechazaste constantemente.
-No es ningún secreto. Además, creo que salieron ganando con el cambio.
-Basta ya. He charlado con Yess, ¿sabes? Fuiste la primer persona con la que habló cuando le conté que me había quedado sin empleo, lo sé.
-Lo recuerdo; según me dijo, la buscaste para pedirle que te ayudara a conseguir trabajo, de lo que fuera, en su dependencia. ¿Qué pasó? ¿Ya no fue suficiente el flamante coche de tu imbécil?
-Su nombre es Javier y no lo metas en esto.
-Perdóname; aún me es difícil recordar cada uno de los nombres de tus distintos amores eternos... En fin, será como quieras. Pero sigo sin saber de qué va todo este regaño. -Te respetan Héctor, la mayoría mucho más de lo que les gusta reconocer... Sí, también sé que la última vez que rechazaste el trabajo mencionaste mi nombre.
-Me sobreestimas.
-¿Qué quieres que piense? De pronto me veo en un puesto que no me atrevía ni a soñar, puesto que era para ti y que rechazaste mencionando mi nombre; ¿cómo quieres que no sume dos y dos?
-No sé de qué me hablas.
-¿Siempre tiene que ser así contigo? Siempre estás ahí, ayudándome no sé por qué razón, incluso cuando no te lo pido, incluso cuando no quiero que te enteres, pero siempre logras saberlo. ¿Para qué? Si ni siquiera reconoces que me ayudaste, si lo vas a negar cuando te pregunte o lo harás ver como si no fuera nada, apenas una banalidad.
-No fue para hablar de esto que te cité, mujer.

No siempre fue así. Fueron amigos, queda escrito (a veces, incluso más que amigos); se platicaban sus sueños y planes; hablaban de sus parejas y de sus enojos, de sus felicidades y soledades. Estaban ahí para darse el consejo sincero a falta del adecuado, para apoyarse con sus debidos grados.
Héctor fue, casi siempre, quien apoyaba y escuchaba. No se queja, así se construyó su relación con esta mujer de mirada ajena y sólo cambiaría el tiempo que a su lado pasó por más tiempo junto a ella.
A veces lo buscaba para pedirle ayuda, a veces se le ocultaba; casi siempre indiferente, aún en su agradecimiento. Algunas veces le sonreía sincera, sobre todo cuando le contaba de sus andanzas propias, las que realizaba fuera de su mirada, cuando le hablaba de su pareja, del trabajo de él, de los planes y mañanas que compartía con quien a su lado estaba.
La mira, reconoce cada arruga de su rostro y hasta las ojeras que pretende ocultar con, a veces, demasiado maquillaje. La mira, recorre su sonrisa y sus ojos, los lunares de su cara y cuello. La mira y ve ausencia.
A veces era él quien hablaba, casi siempre incómodo, sobre sus parejas y planes, sobre las mañanas que compartía con quien a su lado estaba. Pero esto sucedía rara vez y sus palabras eran escuetas, monosílabas; porque no eran estas las frases que deseaba decirle, no eran sus enunciados verdaderos cuando con ella hablaba, porque la verdad le quemaba, pero siempre la detenía.
Fueron amigos, queda escrito; pero eso fue antes, antes de las distancias, antes de las miradas frías. Fueron amigos, queda escrito; hoy tan solo son extraños a quienes las circunstancias, de vez en vez, se empeñan en reunir.

Mira de nuevo las fotos antes de depositar el sobre amarillo sobre la mesa, voltea hacia Héctor y da un sorbo más al chocolate.
-¿Sabes lo qué esto significa?
-No mujer, ni siquiera me lo imagino y, créeme, tu tampoco.
-¿Qué quieres de mi? -Algunas cosas es preferible no preguntarlas.
Lo mira, ya no se preocupa en fingir su sonrisa, hace mucho que junto a él no lo hace.
-Está bien, mala broma... En realidad necesito pedirte un favor, pero comprenderé que no quieras saber nada del asunto.
-Déjame decidirlo por mi cuenta.
-Pese a lo que creas, no tengo acceso a tanta información como la que necesito para comprobar algunos datos, pero tu sí, en los archivos del periódico debe haber informes que nunca publicaron; datos que fueron pasados por alto o que consideraron sin importancia; algunos nombres, de amigos y asesinos.
-Ya veo.
Guarda el sobre en la mochila que siempre lo acompaña, da un último sorbo al café y se levanta mientras extrae un billete de su cartera.
-Es bueno saber que estás bien mujer, Diana te mandaría saludos.... Si te conociera, salúdame a tu imbécil... A él, me temo, lo conozco demasiado bien.
Se aleja dejando el billete sobre la mesa, es un poco más de lo registrado en la cuenta, a penas lo suficiente para cubrir la propina y dejar algo de cambio para el cuidacoches del estacionamiento. No pretende imponer nada ni dejar en claro ningún rol, es sólo un acto inconsciente; algo que él hace siempre sin pensar.

Mientras enciende el auto Héctor se recrimina y siente, de nuevo, el dolor de la ausencia. Cierra lo ojos y la recuerda. Murmura su nombre en voz baja... Es hora de que estos párrafos bauticen a la ausencia, dándole el nombre que para sí eligió ella misma hace tanto.
-Mariana.

P.D. Que dedica
No este post, porque no tendría sentido, sino mi solidaridad y mi aprecio a Nanny (Testamento de los Miércoles), porque tiene razón, las palabras sobran pero afecto cuenta... Aún a las distancias (espero).

P.D. que se la prolonga Mundo, te presento a: e Vale la pena conocerles.

P.D. que dedica 2
Ahora sí, este post y capítulo de novela... A Fabiola, porque pese a lo que ella misma crea, pudo y aún puede ser grande... En lugar de escribirse, como fue su elección, en minúsculas.

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jueves, junio 05, 2008

CONFESIÓN

Mario Stalin Rodríguez

Hoy lo sé; te he perdido. Hoy tu nombre es sombras, silencios; ausencias. Los lugares que ocupabas son vacíos y sólo la soledad respiro entre mis sábanas, no más tu mar salado.
Por eso te exorcizo; camino las calles que juntos conocimos y voy al cine al que fuimos, ceno donde cenábamos y, poco a poco, voy borrando tu nombre de mis trazos, tu imagen de mis párrafos... Pronto en ellos no estará más tu mar salado.
Y te borro. Amanezco entre sábanas en las que no busco ya tu tempestad y me acompaño de otras risas. Bebo de otros bosques oscuros y acaricio otros montes, no más tu mar salado.
Y te olvido... Y fracaso.

De ahí mi coraje. Porque no me es fácil olvidar tu risa cuando aún las paredes de Jericó permanecen derrumbadas. ¿Cómo olvidar tus ojos, si por ellos aún se pierden mis imperios?
Lo sé, lo sabes; basta la mínima de tus peticiones para abandonar mis diarios paisajes y volver a tus madrugadas... A veces, sólo el atisbo de un aroma te regresa a mis sueños diurnos.
De ahí mi coraje; no puedo simplemente relegar tus letras a un cajón y poner en él, para no ser recordadas, las imágenes en las que juntos estamos. No puedo desandar el camino recorrido y cumplir, en el próximo octubre, menos años que mi experiencia.
Fracaso en olvidarte y es, tal vez, porque no lo quiero.

Porque te he perdido, lo sé; lo sabes. Tu nombre es sólo sombras, silencios, ausencias... Como fue y es tu presencia esperanza que se escribe en cinco letras; mañanas por construirse.
Te he perdido, lo sé; lo sabes... Pero no te niego. Porque negarte es negarme y fingir que no soy quien soy gracias, en parte, a tu esperanza y tu vacío. Olvidarte es refugiarme en la falacia en la que nada contrasta y sólo el lugar seguro permanece; la felicidad en la que nada cambia porque nada hay para contrastarla... Y es esa, no lo dudes, una muy triste manera de ser feliz.
Por eso aún te nombro, por eso aún retrato tu nombre; por eso la esperanza en cinco letras se escribe en un deseo con doce caracteres... Por eso no te olvido y por si algún día regresas.

sexta uva... REGRESA MONSTRUA

P.D. que recibe a las visitas
Para quien a estos bits llega repetidamente, buscando el nombre de mi ausencia... Sabe que en estos párrafos no la encontrarás; sólo sus sus sombras y mi soledad... No está aquí la esperanza que se escribe en cinco letras y no son mis párrafos la forma en que puedes ocultar tu ignorancia y tu banalidad, por mucho que los copies y se los envies con tu nombre.

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