miércoles, noviembre 26, 2014

INDIGNOS, INDIGNADOS... E INFILTRADOS

El paralelismo entre los sucesos del pasado y los actuales parecería hilarante, si no implicara tal tragedia.
            Ante la creciente ola de descontento social, sucintada por la desaparición hace ya dos meses de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, la respuesta del gobierno ha sido, primero, amenazar a quienes protestan y, después, cumplir con sus amenazas...
            La represión desatada indiscriminadamente en el marco de la multitudinaria manifestación del 20 de Noviembre pasado, así como distintos hechos anteriores (como la quema de la unidad del Metrobus o la de la puerta de Palacio Nacional), tienen en común no sólo la ineficiente y claramente criminal actividad policíaca. Les une, sobre todo, la presencia y acción de grupos infiltrados.
            Por ello, resulta necesario hacer un análisis sobre la funcióny naturaleza de estos.

No se trata de hacer una división entre los "violentos" y los "moderados", sino de saber quién hace qué y en qué contexto... En esta lógica, señalar y entender la presencia de "provocadores" e "infiltrados" y, sobre todo, entender en dónde y entre quienes se infiltran, no sólo es provechoso, sino una mínima medida de seguridad.
            Efectivamente, existen muchas formas de lucha, pero ninguna de ellas pasa por tirar la piedra, esconder la mano y dejar que la policía arremeta contra quienes no hicieron nada y arreste indiscriminadamente a quienes protestaban sin violencia. Es decir, no se trata de condenar la violencia como forma de lucha, porque la historia demuestra que los cambios no siempre (o casi nunca) son pacíficos. Se trata, más bien, de entender qué violencia y cómo...
            La "violencia" que ha surgido hasta el momento no parece surgida de la "rabia acumulada", sino de la oportunidad de dar pretexto a la acción policíaca en contra de quienes no participaron en la violencia. No niego que existan grupos con "más rabia", el asunto es ¿qué tan fácil es infiltrar a esos grupos? La respuesta es, no se sorprendan, Mucho; es muy fácil infiltrarlos, justamente porque su rabia es tanta que han perdido las razones y es fácil incitarlos a acciones que repercutirán en contra de quienes protestan sin violencia.
            ¿Cuáles fueron las consecuencias de la quema del metrobus, de la puerta de Palacio Nacional y de la provocación del 20 de Noviembre? No la exhibición de la rabia, no la difusión de las razones de ésta; sino el encarcelamiento y proceso, primero de dos personas no involucradas en los dos primeros hechos (arrestados, ambos, de manera ilegal y sin orden de captura a las afueras de su domicilio) y, después, el viciado proceso que se sigue en contra de los 11 del 20N (hoy, en penales federales). No, señalar y excluir a los "provocadores" e "infiltrados" no es gratuito y, vistos los frutos de su acción, es hasta indispensable.

Así, es necesario establecer quiénes son y qué hacen los “infiltrados”.
            No son los "grupos y personajes que generan división y aislamiento hacia otros grupos que, equivocadamente o no, ven la necesidad de asumir otras medidas de autodefensa o de encauzar su rabia"... Quien llama a la exclusión de un colectivo, a su criminalización no es un provocador, puede estar a sueldo del mismo que el provocador, pero es, esencialmente, un vocero del poder y, como con los provocadores, es fácil identificarlos.
            Los provocadores tienen otra función y es, como lo hemos visto en fechas recientes, exacerbar la violencia en nombre de una supuesta "rabia acumulada", a fin de que quienes caigan bajo la macana de los policías sean, justamente, quienes no estaban encapuchados.
            Y es necesario diferenciarlos de colectivos que, en Guerrero y otras partes de la república, han tomado acciones directas en contra de edificios públicos. La gran diferencia entre lo ocurrido en las manifestaciones en el DF y la quema de palacios municipales y otros edificios públicos es, justamente, que las primeras fueron fruto de un pequeño grupo que insistió en llevar a cabo su acción a pesar de que el resto de los participantes en las marchas les pidió desistir y, en todos los casos, era evidente que la acción repercutiría en la represión de TODOS los demás (nunca ellos).
            Las otras, eran acciones concertadas y organizadas, con un plan de retirada y defensa en caso de la acción policiaca y, sobre todo, acciones directas y no enmarcadas en movilizaciones de otra naturaleza... Y es una gran diferencia.
            Debemos entenderlo, la represión existe, medie o no una provocación orquestada; el asunto es NO permitir la provocación y saber qué hacer en caso de represión... Porque, sobre todo, no podemos abandonar las calles y no podemos permitir que el miedo gane.


Mario Stalin Rodríguez.
Por cierto, el que avisa no es traidor, del 03 al 09 de Diciembre próximos estaré entre Madrid y Albacete, en España. Si alguno de los pocos lectores habituales que aún quedan en estos bites, se encuentra más o menos por las mismas latitudes y en las mismas fechas, que avise por las vías habituales (mail, twitter o librocara) y a ver si nos encontramos.

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jueves, noviembre 20, 2014

LA MISMA VIEJA CANCIÓN

del Estado, sus responsabilidades y viejas respuestas

No debería sorprendernos, al final; no conocen otra respuesta.
            Desde un principio fue evidente que la administración federal no tenía la más remota idea de cómo lidiar con la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, Guerrero, ni con la protesta social que en torno a ésta surgió... Sus primeras reacciones fueron en el sentido de siempre; minimizar el hecho, intentar responsabilizar a las víctimas del crimen, coptar a quienes protestaban, ofrecer en sacrificio algunas cabezas pequeñas (Aguirre, Abarca, los presuntos “guerreros unidos” capturados hasta el momento) y cerrar el caso con una historia claramente falsa, pero que pudiera ser comprada por los medios de comunicación.
            Nada de ello les funcionó...

A cada nuevo intento oficial, la respuesta callejera crecía y su sentido era claro; “Fue el Estado”.
            Tanto más, las reacciones a los intentos oficiales de dar carpetazo iban siempre en sentido contrario al que ellos esperaban. Tanto así que a la conferencia de prensa del Procurador Federal le siguieron no lágrimas de resignación y luto por parte de los familiares, sino una marejada de análisis que demostraban los errores, omisiones, contradicciones y falacias descaradas que conformaban el cuerpo principal de la versión oficial... Hasta que, final y literalmente, ésta quedó bajo el agua.
            De hecho, a nivel internacional (lo que duele más a un gobierno tan preocupado por su imagen en el extranjero), la prensa se centró más en la desafortunada frase del cansancio de Murillo Karam (no se descarte que, siguiendo la misma táctica, sea la suya la próxima cabeza en ser ofrecida como placebo).
            El siguiente paso en su gastado guión fue desviar la atención, criminalizando la protesta.

Los primeros intentos fueron demasiado groseros.
            El incendio de una unidad del Metrobus capitalino mientras sucedía una de las más grandes manifestaciones que se han registrado en la historia reciente de México. El extrañísimo intento por un grupo de encapuchados de quemar las puertas del palacio de gobierno... Los montajes fueron tan pueriles que incluso la prensa más oficialista se vio obligada a hablar de “provocadores” y “posibles infiltrados”.
            Debió ser e4vidente para ellos que algo no estaba funcionando, pero tienen tan enraizado el guión que sólo pudieron seguir... La policía capitalina, en un absurdo intento de enfrentar a la población de la ciudad de México con los manifestantes, empezó a cerrar el tráfico en arterias importantes en horas pico, a suspender el servicio en el trasporte público masivo (metro, metrobus), aludiendo supuestas manifestaciones o bloqueos que no existían.
            La reacción mayoritaria, sorprendentemente, fue criticar la actuación de las autoridades de tránsito y la policía capitalina y no enfrentarse a los manifestantes.
            A ello le siguió el patético montaje ocurrido en Ciudad Universitaria.
            La provocación fue tan evidente que incluso el rector de la UNAM se vio obligado a enfrentarse (de dicho) con las autoridades capitalinas y éstas a reconocer lo desafortunado de su accionar. Así, una acción encaminada de origen a justificar la presencia de la fuerza pública en los terrenos de la universidad, encontró su epílogo en el propio Secretario de Gobernación llamando a respetar la autonomía universitaria.
            Pero no conocen otra canción...

De pronto, tanto los funcionarios como las figuras políticas cercanas al partido en el poder y los periodistas más oficialistas, empezaron a hablar de “intereses oscuros” y la “mano negra” detrás de las protestas... Como si fuera el montaje de una pieza de baile (y es que, bueno, era un montaje), en menos de una semana todas las voces del poder hablaban de lo mismo.
            El primero fue uno de “periodistas” más cercanos al régimen. En un supuesto acto de “honestidad” y “contraviniendo” la política editorial de la empresa en la que labora, presentó un video de “indignación” en las redes sociales, en el cual daba por buena la versión oficial y sugería “sutilmente” la relación del principal líder opositor con lo ocurrido en Guerrero.
            Acto seguido, una “analista” del partido en el poder publicaba una nota que veía “la mano” de este líder opositor en las protestas y sugería “sutilmente” que éstas estaban encaminadas más a minar la presidencia de Enrique Peña Nieto, que a exigir justicia para el caso de los normalistas desaparecidos.
            El propio ocupante de los Pinos, a su regreso de una gira internacional (ignorada por la prensa del orbe, salvo por las críticas que se le hicieron), habló de “intereses oscuros” que se “aprovechaban del dolor” para “socavar su proyecto de nación” (sic)...
            Todo ello enmarcado en la declaración de que “el Estado no dudará en utilizar su fuerza para terminar con la violencia”.

El mensaje parecería ser claro; “detengan las protestas o utilizaremos la fuerza del estado para detenerlas”.
            Es decir; ante la demostrada incapacidad del gobierno para dar respuesta a las demandas sociales, el siguiente paso de su guión es atemorizar a los manifestantes para ocultar de la vista del mundo la creciente indignación social.
            Es una táctica que le ha servido en el pasado... El asunto aquí es que, como rezan las pancartas callejeras; nos han quitado tanto, que hemos perdido hasta el miedo.


Mario Stalin Rodríguez

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jueves, noviembre 13, 2014

La Otra versión 16 (edición de 8° NO aniversario)

Como algunos sabrán, este blog celebra dos aniversarios en el año; en Marzo el que marca su nacimiento y en Noviembre (el 15) el que marca cuando toma su forma y propósito actual... Así pues, demos paso a las celebraciones del 8° NO-Aniversario y lo hacemos, cómo no, con el siguiente capítulo de aquello que llevamos publicando aquí desde el 5° aniversario (es decir, ya 3 años con algo que, originalmente, duraría sólo uno... Y recién andamos poco más allá de la mitad)...

Recuerden que esto ha tenido sus capítulos
00, 01, 02, 03, 04, 05, 06, 07, 08, 09, 10, 11, 12, 13(capítulo doble), 14 y 15








Esto continuará, cuando continúe... Que muy probablemente no será en este año, que de aquí a Diciembre andaré un tanto cuanto ocupado preparando mi segunda gira europea y, después, hay que ser feliz intentando hacerla feliz siendo felices juntos...

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jueves, noviembre 06, 2014

EPIFANÍA

En los largos años que llevaba practicando el oficio pastoral, como párroco de la Capilla de San Eufemio, nada ni nadie había hecho dudar a Fernando de sus creencias. Lidiaba a diario con ateos convencidos, sus amigos, que trataban de hacerlo entrar en cordura (según ellos), pero nada había pasado hasta aquel Domingo.
            Como todos los fines de semana, se sentó en el confesionario y escuchó la retahíla de pecados de las beatas del lugar; "Confiésome padre que he pecado: me acuesto con el carnicero, me entere que la del 9 sale con un chofer de taxi”, etc... Hasta que llegó ella...
            "Confieso padre que no logro creer en su dios. No sé de qué lado cabalga aquel a quien adora, pero seguro no lo hace del lado del oprimido; imagino a su dios sentado al lado del poderoso, compartiendo la mesa con él. No puedo pensarlo de otra forma".
            Los amigos ateos se sentaban en cualquier sitio que les permitiera escuchar, más o menos bien, las confesiones y, aunque no siempre lo lograban, observar la cara de Fernando al imponer penitencia. Así pudieron ver como el rostro del imperturbable sacerdote iba cambiando conforme la mujer hablaba.
            "No puedo creer en el dios que bendice las guerras del poder. No, no creo en él".
            Tal vez no eran tanto las palabras en sí como la forma en que eran pronunciadas. Tal vez no era tanto el discurso como la candencia de la voz... Tal vez ni siquiera era la mujer, sino el momento en el que se presentó... Tal vez no era nada en particular, sino la suma de todas las pequeñas cosas.
            "Sin embargo quisiera creer en el dios que corrió a los mercaderes de su templo, el que se rebeló contra los gobernantes y logró curar a los enfermos. El que se dejo morir como última muestra de rebeldía. Pero hay tan pocas muestras de él"...
            Los amigos del padre se miraban sorprendidos. Esa mujer de rostro desconocido iluminaba el templo; era inconcebible que alguien se atreviera a decir tal discurso en aquella iglesia, ni ellos podían.
            "Tampoco creo en el dios de los tontos e ingenuos, el que promete paraísos para después de la muerte y la salvación eterna para el que sufre... Pero no hace nada para remediar el sufrimiento de los vivos o salvar a los desposeídos".
            La mujer salió del confesionario envolviendo su cara en un reboso, Fernando salió poco después, miró a sus amigos intentando sonreír y se marchó sin decir nada.
            Poco después cada uno de sus amigos recibió una carta:
"He visto el rostro de la dignidad y, sorprendido, descubro que no cree en el dios que yo creo. Me marcho a descubrir a ese otro dios en el que ella deposita su fe; la Libertad".
            El padre Fernando fue desconocido por el Vaticano y excomulgado, por haber obrado de palabra y acción contra la Santa Iglesia.

Mario Stalin Rodríguez.

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