INDIGNOS, INDIGNADOS... E INFILTRADOS
El paralelismo entre los sucesos del pasado
y los actuales parecería hilarante, si no implicara tal tragedia.
Ante
la creciente ola de descontento social, sucintada por la desaparición hace ya
dos meses de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, la respuesta del
gobierno ha sido, primero, amenazar a quienes protestan y, después, cumplir con
sus amenazas...
La
represión desatada indiscriminadamente en el marco de la multitudinaria
manifestación del 20 de Noviembre pasado, así como distintos hechos anteriores
(como la quema de la unidad del Metrobus o la de la puerta de Palacio Nacional),
tienen en común no sólo la ineficiente y claramente criminal actividad
policíaca. Les une, sobre todo, la presencia y acción de grupos infiltrados.
Por
ello, resulta necesario hacer un análisis sobre la funcióny naturaleza de
estos.
No se trata de hacer una división entre los
"violentos" y los "moderados", sino de saber quién hace qué
y en qué contexto... En esta lógica, señalar y entender la presencia de
"provocadores" e "infiltrados" y, sobre todo, entender en
dónde y entre quienes se infiltran, no sólo es provechoso, sino una mínima
medida de seguridad.
Efectivamente,
existen muchas formas de lucha, pero ninguna de ellas pasa por tirar la piedra,
esconder la mano y dejar que la policía arremeta contra quienes no hicieron
nada y arreste indiscriminadamente a quienes protestaban sin violencia. Es
decir, no se trata de condenar la violencia como forma de lucha, porque la
historia demuestra que los cambios no siempre (o casi nunca) son pacíficos. Se
trata, más bien, de entender qué violencia y cómo...
La
"violencia" que ha surgido hasta el momento no parece surgida de la
"rabia acumulada", sino de la oportunidad de dar pretexto a la acción
policíaca en contra de quienes no participaron en la violencia. No niego que
existan grupos con "más rabia", el asunto es ¿qué tan fácil es
infiltrar a esos grupos? La respuesta es, no se sorprendan, Mucho; es muy fácil
infiltrarlos, justamente porque su rabia es tanta que han perdido las razones y
es fácil incitarlos a acciones que repercutirán en contra de quienes protestan
sin violencia.
¿Cuáles
fueron las consecuencias de la quema del metrobus, de la puerta de Palacio
Nacional y de la provocación del 20 de Noviembre? No la exhibición de la rabia,
no la difusión de las razones de ésta; sino el encarcelamiento y proceso,
primero de dos personas no involucradas en los dos primeros hechos (arrestados,
ambos, de manera ilegal y sin orden de captura a las afueras de su domicilio)
y, después, el viciado proceso que se sigue en contra de los 11 del 20N (hoy,
en penales federales). No, señalar y excluir a los "provocadores" e
"infiltrados" no es gratuito y, vistos los frutos de su acción, es
hasta indispensable.
Así, es necesario establecer quiénes son y
qué hacen los “infiltrados”.
No
son los "grupos y personajes que generan división y aislamiento hacia
otros grupos que, equivocadamente o no, ven la necesidad de asumir otras
medidas de autodefensa o de encauzar su rabia"... Quien llama a la
exclusión de un colectivo, a su criminalización no es un provocador, puede
estar a sueldo del mismo que el provocador, pero es, esencialmente, un vocero
del poder y, como con los provocadores, es fácil identificarlos.
Los
provocadores tienen otra función y es, como lo hemos visto en fechas recientes,
exacerbar la violencia en nombre de una supuesta "rabia acumulada", a
fin de que quienes caigan bajo la macana de los policías sean, justamente,
quienes no estaban encapuchados.
Y
es necesario diferenciarlos de colectivos que, en Guerrero y otras partes de la
república, han tomado acciones directas en contra de edificios públicos. La
gran diferencia entre lo ocurrido en las manifestaciones en el DF y la quema de
palacios municipales y otros edificios públicos es, justamente, que las
primeras fueron fruto de un pequeño grupo que insistió en llevar a cabo su
acción a pesar de que el resto de los participantes en las marchas les pidió
desistir y, en todos los casos, era evidente que la acción repercutiría en la
represión de TODOS los demás (nunca ellos).
Las
otras, eran acciones concertadas y organizadas, con un plan de retirada y
defensa en caso de la acción policiaca y, sobre todo, acciones directas y no
enmarcadas en movilizaciones de otra naturaleza... Y es una gran diferencia.
Debemos
entenderlo, la represión existe, medie o no una provocación orquestada; el
asunto es NO permitir la provocación y saber qué hacer en caso de represión...
Porque, sobre todo, no podemos abandonar las calles y no podemos permitir que
el miedo gane.
Mario
Stalin Rodríguez.
Por cierto, el que avisa no es traidor, del 03 al 09 de Diciembre próximos estaré entre Madrid y Albacete, en España. Si alguno de los pocos lectores habituales que aún quedan en estos bites, se encuentra más o menos por las mismas latitudes y en las mismas fechas, que avise por las vías habituales (mail, twitter o librocara) y a ver si nos encontramos.
Etiquetas: Acciones, Apuntes sobre periodismo, El patético usurpador, Opinión, tratado sobre la necedad
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