miércoles, abril 28, 2021

MIEDO DE MAYO

 


Mayo es, con mucho, el mes que menos me gusta del año.

            No por asuntos de cumpleaños; nada tan mundano como resentir anímicamente el paso de mis edades... Más bien es un asunto de festividades generales y de aniversarios.

            En Mayo se celebra el día de las madres; el día 10 por estas tierras, para ser precios... Y el 21 es el aniversario luctuoso de mi madre, que, además y por si este 2021 no fuera ya lo suficientemente este 2021, este año llega ya al décimo.

            Todo lo cual significa que, por mucho que me guste presumir de sobrevivir una vuelta más al Sol, Mayo no me gusta nada.

            Así que, aunque he pretendido mantener el ritmo de actualizaciones semanales con más éxito que fracaso, durante este mes no lo haré y me limitaré sólo a dos en las fechas arriba mencionadas... Y, probablemente, una más el día 7, exclusivamente en Faneo, por uno de los eventos de la comunidad.

            Fuera de eso seguiré con mi actividad en redes sociales y atendiendo esas cosas extrañas en las que se han tornado la vida diaria y los asuntos laborales en estos pandemiales tiempos.

 

Y ya está, el que avisa no es traidor; así que estos bites se actualizarán sólo los días 10 y 21 y regresarán a su ritmo semanal normal a partir de Junio, justo el Miércoles-Jueves antes de las elecciones en México.

 

Mario Stalin Rodríguez

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miércoles, abril 21, 2021

PERDIDES (y encontrades)


Para Lucio y Mauro

Imaginen que, de pronto y por cualquier razón, se encontraran en medio de una selva que jamás fue tocada por la civilización, poblada por dinosaurios y animales parlantes, una ballena que sirve de transporte y un erizo que se dedica a vender petróleo.

            Sin contacto con otras personas, se ven obligados a reinventar todo desde cero; lo mismo la televisión que la ropa, sin más recursos a su disposición que piedras y algunas lianas.

            Afortunadamente, la región está llena de cuevas que les sirven de refugio a ustedes y a otros habitantes del lugar, como el señor Triceratops que vende un delicioso jugo de liana o el lagarto que les proporciona ciertas herramientas hechas, por supuesto, sólo con ramas.

            Y ya que estamos imaginando, imaginen que esta selva se encuentra custodiada por unos seres extraños que nunca se internan en ella, pero la rodean atentos y que, si alguna vez les descubrieran ahí, los expulsarían y les prohibirían para siempre el regresar.

            Toda una aventura, ¿verdad?

 

Cuando su mamá y nosotros éramos pequeñes, tan pequeñes como ustedes y desde un poco más pequeñes que ustedes y hasta un poco más viejes que ustedes ahora, pasábamos muchas de nuestras tardes en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la ENAH, en donde su abuela Tere trabajaba.

            Ello porque la escuela terminaba temprano (a las 12:30 del día) y, sin nuestro padre en casa y sin la posibilidad de pagar a alguien para que nos cuidara, su abuela Tere consideraba que tenernos en su trabajo era una manera de mantenernos vigilados para que, por ejemplo, no incendiáramos la casa tratando de cocinar nuestra comida.

            Pero la tarde es larga y no siempre es fácil mantener a unes pequeñes quietes en una oficina, mucho menos en tiempos anteriores a las computadoras, celulares y tabletas... Así que dejábamos a su abuela Tere trabajando en sus cosas y recorríamos la ENAH.

            Entrábamos a los salones vacíos y jugábamos a ser maestres y alumnes, cazábamos chapulines, tallábamos obsidianas, visitábamos a compañeres de su abuela en el taller de impresión, el área de Servicios Generales y otras oficinas.

            Jugábamos con otros niñes que, como nosotres, acompañaban a sus madres al trabajo... Y, sobre todo, jugábamos en la Región Prohibida.

 

En la parte de atrás de la ENAH había, y hay todavía en estos días, una pequeña área de reserva ecológica. No es muy grande, a lo mucho un rectángulo de unos 80 por 30 metros (esto es, si recuerdo el asunto de las matemáticas en primaria, un perímetro de unos 320 metros y un área de unos 2,400 m2), pero para unos pequeñes eran todo un mundo.

            Le llamábamos “Región Prohibida” porque para llegar a ella era necesario cruzar a través del área de los laboratorios de hosteografía (donde estudiaban los huesos), un largo pasillo sin ventanas al que, además, se supone que no teníamos permitido el acceso. O cruzar a través de las entradas de vehículos al auditorio, dos rejas metálicas que debíamos pasar pisando una pequeña barra y agarrades a los barrotes. O bien a través de la trave del ventanal de la dirección de la escuela (que, afortunadamente, casi siempre tenía las cortinas cerradas).

            También le llamábamos así porque, obviamente, al ser un área de reserva ecológica, no se supone que unes niñes anden correteando y peleando con “espadas” de ramas por ahí... Lo que tiene su lógica, porque hablamos de una zona de pedregal en la que podríamos habernos caído y herido o roto algo y sin nadie que nos vigilara aquello podría haberse puesto difícil; afortunadamente nunca pasó nada de eso.

            Y le llamábamos así porque si alguna persona nos descubría ahí, sobre todo si esta persona era, por ejemplo, algún policía de los que cuidan y vigilan la escuela; nos sacaban de ahí, nos regañaban y nos llevaban con su abuela, a quien también regañaban.

            Y le llamábamos así, principalmente, porque a su abuela Tere no le gustaba que jugáramos ahí; no sólo por el asunto de que nos pudiera pasar algo o de que nos regañaran y la regañaran, sino porque jugábamos entre tierra, piedras, plantas y resina vegetal, aquello dejaba nuestra ropa en estado lamentable (y recuerden que llegábamos a la ENAH después de la escuela, por lo que traíamos el uniforme que, además, teníamos que usar al otro día... Lo que ya era malo en cualquier día y peor los Lunes, porque esos días usábamos uniforme blanco, que definitivamente no se lleva bien con la tierra, las piedras, las plantas y la resina vegetal).

            Le llamábamos la Región Prohibida y a ésta íbamos a perdernos, a vivir aventuras con una ballena que no era sino una gran roca volcánica y un erizo que era sólo una planta quemada, a pelear con espadas que eran simples ramas que manchaban nuestras manos y ropa de resina vegetal.

            Ahí nos perdíamos por horas, “hablando” con dinosaurios parlantes que sólo eran voces en huecos vacíos entre la roca volcánica y “habitando” cavernas que sólo eran pequeños techos de roca, atravesados por lianas y raíces.

            Ahí nos perdíamos y éramos felices por horas... Hasta que llegaba el tiempo de ir a casa a comer y hacer tareas, a ser regañados por lo sucio de nuestros uniformes y a dormir, para al otro día ir a la escuela y regresar a la ENAH y aburrirnos junto al escritorio de su abuela Tere, para explorar la ENAH y, si había suerte, perdernos en la Región Prohibida.

 

Y así crecimos, su mamá y nosotros, perdiéndonos y encontrándonos.

            Y así crecimos, su mamá y nosotros... Y la vida nos llevó lejos de la Región Prohibida, pero seguimos perdiéndonos y encontrándonos en cada parte de nuestras vidas. Y seguimos inventándonos mundos nuevos para perdernos y encontrarnos en ellos, no sólo como hermanes que sólo comparten un apellido, sino como exploradores, como cómplices, como compañeres.

            Y será que de eso se tratan todas estas palabras y el ir creciendo, de seguir encontrándonos como hermanes, exploradores, cómplices y, sobre todo, compañeres.

Mario Stalin Rodríguez.


Texto escrito por petición de mi hermana Teresa, para el "Libro de la Familia" del colegio en el que estudian mis sobrinos.

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miércoles, abril 14, 2021

Los Falsificadores de la Democracia 12

 LOS FALSOS MÁRTIRES 


Resulta, cuando menos, ilustrativo el que quienes durante años fueron los dueños y únicos usuarios de los altavoces, empleándolos para acallar y atacar a las voces discrepantes, sean los que, en la actualidad, se asumen “censurados” y “atacados” sólo porque estas voces han encontrado y construido foros para contestarles.

            Ello es notorio en la descalificación constante que, desde determinados grupos, se hace de quienes se atreven a criticar aquello que nunca antes había sido criticado, como el machismo, clasismo, racismo, LGBT+fobia e intolerancia en general inherentes a ciertos productos culturales (series, películas, novelas, videojuegos y etcétera), tachándoles “ofendidos” y “generación de cristal”.

            Como si descalificar a quien señala la desnudez del emperador, hiciera que éste dejara de estar desnudo.

            Y más notorio es cuando ciertos actores mediáticos intentan presentarse como “baluartes de la libertad de expresión” y “víctimas de la censura”, por el sólo hecho de que las mentiras que durante tanto tiempo propagaron impunemente, son exhibidas y se les señala como creadores de montajes.

 

Tal es el caso de algunos “periodistas” y “payasos” (y las comillas son más que pertinentes), tan desprestigiados que incluso sus empleadores tradicionales rompieron toda la relación con ellos y se vieron obligados a abrir su propio medio electrónico, valiéndose del muy oscuro financiamiento por parte de ciertos actores políticos.

            También lo son las secciones de “opinión” de algunos de los principales diarios de circulación nacional, en las que el único “debate” existente pareciera ser quién de las “plumas destacadas” suelta la mentira más grande.

            Como lo son ciertas “voces académicas” tan destacadas que lo mismo manejan grupos de creación de noticias falsas, que comparten fotografías de actores porno en redes sociales, haciéndolos pasar por “médicos fallecidos en la primera línea de atención”.

            Y lo son, por supuesto, aquellos “intelectuales” acostumbrados a vivir de becas, publicidad y prebendas gubernamentales, que de pronto han visto cerrado el grifo de los dineros públicos.

 

Todos ellos gritan, desde medios electrónicos, redes sociales, canales televisivos y columnas periodísticas y primeras planas de diarios de circulación nacional, una “censura” que sólo existe en sus cabezas.

            Todo esto para alimentar un falso discurso sobre la existencia de una “dictadura”, tan real como su ética informativa.

 

Mario Stalin Rodríguez

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jueves, abril 08, 2021

Paparruchas 07

 

MONTAJES

 

La Organización Mundial de la Salud y la Organización Naciones Unidas definieron la Infodemia como

 

(La) sobreabundancia de información, en línea o en otros formatos, que incluye intentos deliberados por difundir información falsa o errónea para socavar la respuesta pública y promover los intereses de determinados grupos o personas. (Lo que) puede perjudicar la salud física y mental de las personas, incrementar la estigmatización, amenazar los logros y espolear el incumplimiento de las medidas públicas, lo que reduce su eficacia y pone en peligro la capacidad de los países de frenar la pandemia”.

(fuente ).

 

Lo que ha sido notorio a nivel mundial con, por ejemplo, la exageración mediática de los casos de trombosis artificialmente asociados a la vacuna de Astra-Zeneca y otros efectos que, sin el mínimo rigor no se diga ya “científico”, sino hasta periodístico, se le han atribuido en los medios (no así en la literatura especializada) a todas las vacunas disponibles.

            En México el fenómeno ha sido notorio no sólo a lo largo de la pandemia, sino desde el inicio de la actual administración y desde antes, durante las campañas políticas de 2018 e incluso durante la emergencia social provocada a raíz de los sismos de 2017.

            Y desde mucho antes, cuando durante el espuriato de Calderón se pretendió dotar a éste de la legitimidad que no obtuvo en las urnas, a través del montaje deliberado de “notas espectaculares”.

            En todos los casos, el común denominador ha sido no sólo el rostro visible de quien presenta estas notas falsas en pantalla (lo que le ha valido el bien ganado mote de “Lord Montajes”), sino el grupo a cuyos intereses obedecen.

            Lo mismo para el tristemente célebre caso Cassez-Vallarta, pasando por el de la inexistente niña bajo los escombros de un colegio particular o el borroso video de dos personas reunidas en un sitio público que ya todas las instancias competentes han descartado como prueba de nada y hasta la ficticia preocupación por unos supuestos “NiñosConCáncer”, tan reales como la ética periodística de la sección de opinión de El Universal.

            Cada nueva nota que alcanza los titulares de ciertos medios tiene el mismo objetivo, de ahí que durante las campañas políticas de cara a las elecciones del próximo Junio, todos los partidos de la ignominiosa alianza opositora, hayan decidido abanderar sus campañas con la repetición de noticias falsas, en lugar de presentar propuestas, programas o proyectos políticos (de los que, por supuesto, carecen).

            Antes este panorama, es indispensable no sólo obviar las noticias falsas, sino exhibirlas y denunciar a quienes las producen y las difunden.

 

Mario Stalin Rodríguez.

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