miércoles, noviembre 25, 2020

PELUSA

"No me importa lo que hizo Maradona con su vida, me importa lo que hizo con la mía (o con la nuestra)... ¡Te quiero Diego!”

Roberto Fontanarrosa

Maradona fue un tipo de contradicciones; hijo de su tiempo y contexto social fue agresivo hacia todos y, en particular, hacia las mujeres en su vida... Y también, siendo ya una leyenda del fútbol, le plantó la cara a los directivos de la FIFA y los llamó ladrones.

            Y ante el ascenso de los gobiernos neoliberales en América Latina toda y en su natal Argentina en particular, cultivó y exhibió su amistad con los gobiernos de Fidel Castro en Cuba y de Hugo Chávez en Venezuela...

            Y, sobre todo, le metió dos goles a Inglaterra en los cuartos de final del mundial de México 1986.

 

Soy poco de fútbol, mis simpatías hacia uno u otro equipo están más marcadas por cuestiones familiares (Chivas, Diablos Rojos o Tuzos) o cercanías ideológicas (El Rayo Vallecano) que por cuestiones de técnica, juego o afición... Sí; soy poco de fútbol y, aún así, el mundial de México 1986 y, por ende, Maradona, dan forma a un capítulo de mi autobiografía no autorizada.

            Tengo presentes los partidos de la selección nacional de México en aquel torneo, el ver por televisión los festejos de sus triunfos en el Ángel de la Independencia... No asistí a ningún  partido ni fui, por supuesto, al Ángel, pero a falta de videocasetera en casa, le tomamos fotos a los goles con una cámara fotográfica.

            Y tengo también presente el enfrentamiento de Argentina contra Inglaterra, su resultado y el que México lo celebrara en el Ángel, como si la victoria hubiera sido suya.

            Cuatro años después de la Guerra de las Malvinas, aquello sabía a revancha... Y de los pies y manos de Maradona, América Latina toda refrendó tres grandes lecciones:

  • Se le pude plantar cara a las grandes potencias.
  • Se les puede ganar.
  • Y, para lograrlo, se vale hacerles trampa.

 

Sí, Maradona fue un tipo lleno de contradicciones; tan humano él como divina fue su mano... Y hoy se ha marchado y deja acá la enseñanza; si no puedes ir contra el sistema, puedes hacerle trampa.

 

In Memorian

Diego Armando Maradona

1960 - 2020

 

Mario Stalin Rodríguez

Noviembre de 2020.

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jueves, noviembre 19, 2020

Confesando que es gerundio

La verdad y porque me conozco, me resistí durante muchos años, MUCHÍSIMOS AÑOS ha actualizarme en materia de videojuegos, siendo mi última consola una PS2 y los últimos juegos que jugué (y terminé) fueron el Kindon Hearts (2002), Driv3r (2004), GTA: San Andreas (2004), Rule of Rose (2006) y Just Cause (2006)... Además de haber empezado el Final Fantasy XII (2006), pero como nunca conseguí una copia en español me aburrí y lo dejé.

Y así, durante los siguientes 14 años me alejé de los videojuegos... Hasta ahora que me autorregalé una PS4, aprovechando que por el lanzamiento de la 5 bajó bastante de precio... El pretexto que me puse a mi mismo es que, dado que mi smartTV es bastante viejita y ya no soporta las últimas versiones de los servicios de estreaming, necesitaba un dispositivo para ver el último que salió al mercado y, me decía yo a mi mismo, sólo usaré la consola para eso y no me compraré ningún juego... Me estaba engañando.

Y eso, que he estado explotando el servicio de estreaming recientemente lanzado en toda Latinoamérica y los videojuegos que venían incluidos con la consola, además de uno de descarga gratuita y de pronto me di cuenta de que era día de actualizar estos bites y que no había preparado absolutamente nada... Pero, oigan, al menos sigo trabajando en esto...

Que algo es algo y menos da una piedra (amén de que, con todo, es mejor esto que la consabida imagen de "problemas técnicos"), ¿no?

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miércoles, noviembre 11, 2020

FELICITACIONES

 

Al momento de escribir estas líneas, el futuro político de Estados Unidos aún está en entredicho.

            Si bien parece poco probable que la proyectada victoria del candidato demócrata, Joe Biden, pueda ser revertida por vías legales como pretende hacerlo el presidente Trump, lo cierto es que el republicano controla el aparataje estatal y cuenta con la simpatía de la mayoría de los jueces de la Suprema Corte, instancia que, en el peor escenario, terminaría por definir el resultado.

            De ahí, entonces, que los círculos demócratas estén más preocupados por reafirmar el triunfo que ya los medios han declarado (no así el colegio electoral, que no se instalará sino hasta el 14 de Diciembre), que en hacer una lista de quienes han acudido al besamanos público a nivel internacional o cuándo y en qué orden lo hicieron.

            Y, si poco les importa quiénes y en qué orden han acudido al besamanos público, menos les importa si quienes lo han hecho son pseudoperiodistas que necesitan de bots en redes sociales para inflar su número de lectores, candidatos derrotados en los procesos electorales de sus países o personajillos señalados por las anomalías en las que incurrieron al intentar formar un partido político o, peor aún, por sus relaciones con personas sujetas a procesos legales en el propio Estados Unidos con cargos de lavado de dinero y colusión con grupos del crimen organizado.

            Por no hablar, por supuesto, de personajes mediáticos o videoblogers ridículos cuyo “humor” resulta, cuando menos, cuestionable.

            De verdad, nada de esto le importa ni a los demócratas ni a su candidato... Porque, por mucho que le duela a los comentócratas de los medios mexicanos, el quién haya felicitado a Biden y qué tan rápido lo haya hecho, no tiene ningún peso en el proceso electoral estadounidense ni en su posible resolución en instancias legales.

 

Ese es el peso real de las felicitaciones públicas a Joe Biden en este momento; ninguno... Y, por ende, el peso real de no felicitarle hasta ahora es exactamente el mismo; ninguno.

            Por mucho que los comentócratas de los medios en México y los expertos en todo de las redes sociales intenten centrar el debate público en un asunto tan insignificante.

 

Mario Stalin Rodríguez

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miércoles, noviembre 04, 2020

¿APROPIACIONES?

Cuando se aborda el tema de la “apropiación cultural” siempre conviene recordar lo ocurrido en California, a una niña y su fiesta del té.

            Hace años una mujer blanca en California subió a sus redes sociales la fotografía de una fiesta del té japonesa que le había organizado a su hija con motivo del cumpleaños de ésta, ya que, de acuerdo a su publicación, la niña mostraba un gran interés por las costumbres del país asiático.

            Casi de inmediato, la publicación provocó que un montón de otras personas blancas la acusaran de “apropiación cultural” porque ni ella ni su hijas tenían raíces japonesas. Hasta que la mujer debió cerrar sus cuentas en redes sociales y cambiar a su hija de colegio, ya que había empezado a ser agredida por sus compañeros.

            Al conocer la historia y su desenlace, la embajada nipona en Estados Unidos buscó a la familia; invitó a la niña una fiesta del té tradicional en un jardín japonés en California y le regaló a ella y a su madre un viaje todo pagado al país asiático.

            EL meollo de la historia es que, mientras un montón de personas blancas estaban muy indignadas por la “apropiación cultural” de una costumbre japonés por parte de una niña, los japoneses, aparentemente, estaban encantados por el interés que la misma mostraba por sus tradiciones.

 

Una situación similar se vivió en 2019 cuando, con motivo de la temporada de Día de Muertos, una mujer blanca, estadounidense y sin ninguna raíz mexicana ni, aparentemente, contacto con ninguna persona con este origen, publicó en sus redes sociales un “friendly reminder” de que si no se tenían raíces mexicanas, no se podía colocar ofrendas ni celebrar el Día de Muertos porque esto sería “apropiación cultural”.

            Las reacciones a la publicación se dividieron entre un montón de personas blancas que le apoyaban y otras, principalmente mexicanos o descendientes de, que básicamente decían que, mientras se respetara el concepto y naturaleza de la fiesta (recordar a quienes ya no están), por celebrarla, podía celebrarla quien fuera en la latitud que fuera, sin importar su nacionalidad u orígenes.

            Tras unos días de “polémica”, el tema pasó su ciclo en redes sociales y pasó al relativo olvido, con la mujer agradeciendo a quienes le “apoyaron” y, sin aparentemente dar acuse de recibo a quienes la criticaron, poner sus redes sociales como “privadas” para ya no recibir notificaciones o interacciones sobre el tema.

 

En el fondo del concepto de “apropiación cultural” subyace la idea de que existen culturas “puras” que deben ser protegidas la “depredación” de otras culturas, lo que en general, además de profundamente simplista, es abiertamente racista, además de demostrar una profunda ignorancia.

            La cultura no es un algo abstracto que exista con independencia de las personas y de su contexto, la cultura es la forma en que las personas la viven y, como las personas, está sujeta a la influencia de otras culturas y a ser modificada por éstas; enriquecidas.

            Y las personas se enriquecen conforme tienen más contactos con otras culturas... Pretender que las culturas permanezcan estáticas o que las personas no apropien prácticas y visiones de otras culturas, es profundamente conservador en el más exacto y peor de los sentidos de la palabra.

 

Ojo, no se confunda el proceso por el cual las personas se apropian de manifestaciones culturales ajenas a su contexto, con la forma en que ciertos grupos económicos se apropian de creaciones culturales y las mercantilizan.

            Eso no es “apropiación cultural”, sino meramente capitalismo en su más pura expresión; todo, incluidas las manifestaciones y productos culturales, es sujeto de ser vaciado de su contenido y convertido en mercancía.

            El problema no es la niña blanca que quiere una ceremonia del té japonesa, ni la familia alemana que monta un altar el Día de Muertos para recordar a sus ausentes; en ambos casos sólo están cambiando su visión del mundo; ampliándola y enriqueciéndola.

            El problema es, sí, la tienda de ropas trasnacional que, por ejemplo, decide vender camisas estampadas como si se tratara de bordados indígenas, despojando a estos de su sentido y contexto... El problema no es la “apropiación cultural”, sino el capitalismo.

 

Mario Stalin Rodríguez

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