miércoles, noviembre 04, 2020

¿APROPIACIONES?

Cuando se aborda el tema de la “apropiación cultural” siempre conviene recordar lo ocurrido en California, a una niña y su fiesta del té.

            Hace años una mujer blanca en California subió a sus redes sociales la fotografía de una fiesta del té japonesa que le había organizado a su hija con motivo del cumpleaños de ésta, ya que, de acuerdo a su publicación, la niña mostraba un gran interés por las costumbres del país asiático.

            Casi de inmediato, la publicación provocó que un montón de otras personas blancas la acusaran de “apropiación cultural” porque ni ella ni su hijas tenían raíces japonesas. Hasta que la mujer debió cerrar sus cuentas en redes sociales y cambiar a su hija de colegio, ya que había empezado a ser agredida por sus compañeros.

            Al conocer la historia y su desenlace, la embajada nipona en Estados Unidos buscó a la familia; invitó a la niña una fiesta del té tradicional en un jardín japonés en California y le regaló a ella y a su madre un viaje todo pagado al país asiático.

            EL meollo de la historia es que, mientras un montón de personas blancas estaban muy indignadas por la “apropiación cultural” de una costumbre japonés por parte de una niña, los japoneses, aparentemente, estaban encantados por el interés que la misma mostraba por sus tradiciones.

 

Una situación similar se vivió en 2019 cuando, con motivo de la temporada de Día de Muertos, una mujer blanca, estadounidense y sin ninguna raíz mexicana ni, aparentemente, contacto con ninguna persona con este origen, publicó en sus redes sociales un “friendly reminder” de que si no se tenían raíces mexicanas, no se podía colocar ofrendas ni celebrar el Día de Muertos porque esto sería “apropiación cultural”.

            Las reacciones a la publicación se dividieron entre un montón de personas blancas que le apoyaban y otras, principalmente mexicanos o descendientes de, que básicamente decían que, mientras se respetara el concepto y naturaleza de la fiesta (recordar a quienes ya no están), por celebrarla, podía celebrarla quien fuera en la latitud que fuera, sin importar su nacionalidad u orígenes.

            Tras unos días de “polémica”, el tema pasó su ciclo en redes sociales y pasó al relativo olvido, con la mujer agradeciendo a quienes le “apoyaron” y, sin aparentemente dar acuse de recibo a quienes la criticaron, poner sus redes sociales como “privadas” para ya no recibir notificaciones o interacciones sobre el tema.

 

En el fondo del concepto de “apropiación cultural” subyace la idea de que existen culturas “puras” que deben ser protegidas la “depredación” de otras culturas, lo que en general, además de profundamente simplista, es abiertamente racista, además de demostrar una profunda ignorancia.

            La cultura no es un algo abstracto que exista con independencia de las personas y de su contexto, la cultura es la forma en que las personas la viven y, como las personas, está sujeta a la influencia de otras culturas y a ser modificada por éstas; enriquecidas.

            Y las personas se enriquecen conforme tienen más contactos con otras culturas... Pretender que las culturas permanezcan estáticas o que las personas no apropien prácticas y visiones de otras culturas, es profundamente conservador en el más exacto y peor de los sentidos de la palabra.

 

Ojo, no se confunda el proceso por el cual las personas se apropian de manifestaciones culturales ajenas a su contexto, con la forma en que ciertos grupos económicos se apropian de creaciones culturales y las mercantilizan.

            Eso no es “apropiación cultural”, sino meramente capitalismo en su más pura expresión; todo, incluidas las manifestaciones y productos culturales, es sujeto de ser vaciado de su contenido y convertido en mercancía.

            El problema no es la niña blanca que quiere una ceremonia del té japonesa, ni la familia alemana que monta un altar el Día de Muertos para recordar a sus ausentes; en ambos casos sólo están cambiando su visión del mundo; ampliándola y enriqueciéndola.

            El problema es, sí, la tienda de ropas trasnacional que, por ejemplo, decide vender camisas estampadas como si se tratara de bordados indígenas, despojando a estos de su sentido y contexto... El problema no es la “apropiación cultural”, sino el capitalismo.

 

Mario Stalin Rodríguez

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