jueves, agosto 21, 2025

Historias Caminantes 05

 LOS PASOS ACTUALES I

 (Sobre la representación de una música maya con su instrumento, en una ocarina de estilo Tikal -Guatemala- encontrada en la isla de Jaina, México)

México es un país de caminantes, de hijes de caminantes, de nietes de caminantes. Estas tierras han sido el destino, refugio, paso y origen de les caminantes y sus huellas han quedado marcadas en su día a día, en sus calles y paisajes... Porque ahí donde les caminantes pasan y llegan, marcan con sus huellas el día a día, las calles y los paisajes.

 

Desde el siglo XIX y, en particular, tras la independencia de la metrópoli española, a México fueron llegando de uno en uno, en oleadas, de pocos en pocos o en grandes grupos les caminantes.

            No sólo quienes pretendían continuar con el saqueo imperialista de los recursos que la independencia habría interrumpido, ya fuera a través de intervenciones militares, imponiendo a un pseudomonarca europeo o por medio de empresas depredadoras que se apropiaban de territorios y recursos, semiesclavizando a les habitantes o expulsándoles.

            Llegaron, también, quienes eran perseguides y discriminades en otras tierras, buscando aquí refugio... Y llegaron, también, les solidaries.

            Y las huellas de todes modificaron y enriquecieron estos suelos.

 

Tras la independencia de la metrópoli europea a tierras mexicanas llegó una no tan pequeña oleada de gente de todas las naciones árabes, principalmente de la región del monte Líbano, en su mayoría de confesión católica que huían de los conflictos que, con pretexto religiosos, se desataban para disputarse los recursos de la región.

            Esta migración se ve acrecentada con la política entreguista del porfiriato, que fomenta la llegada de capitales libaneses para financiar la industrialización a manos privadas con la que se pretendía impulsar el desarrollo de México, incluso a costa de las vidas y territorios de las comunidades marginales de mexicanes, principalmente indígenas, pero también de las cada vez más numerosas clases populares mestizas.

            El punto mayor de la migración árabe a México se da durante el primer cuarto del siglo XX, incluso en los convulsos tiempos de la revolución, debido al recrudecimiento de los conflictos sociales que, eventualmente, llevaron a la desaparición del imperio Otomano.

            Los casos más conocidos y documentados son, obviamente, los de los empresarios católicos libaneses que se instalaron, principalmente, en la ciudad de México y los estados de Veracruz, Puebla, Jalisco y Nuevo León. Pero con ellos (y el masculino se emplea aquí muy intencionalmente) llegaron también sus allegades, subordinades y sirvientes... Y las familias de todes elles.

            Personas de confesiones religiosas diversas, principalmente católica o cristiana, sí, pero también musulmana y judía. Una masa humana popular de miles que, más allá de los salones del poder financiero, se integraron en las comunidades receptoras y cuya huella es tan profunda que se aprecia, incluso, en los tacos que comemos.

 

Durante la invasión que culminaría con la entrega de más de la mitad del territorio mexicano al gobierno estadounidense, un puñado de soldados (en su mayoría migrantes o descendientes de migrantes irlandeses, comunidad católica fuertemente discriminada en el protestante Estados Unidos, pero también soldados de ascendencia alemana, española y hasta rusa) desertaron del ejército invasor para unirse a la defensa de México.

            Agrupados en torno de la figura de Jhon Riley, cayeron durante el sitio de Churubusco. Víctimas de la superioridad militar estadounidense, sí, pero también de las pésimas decisiones estratégicas de Antonio López de Santa Anna, que parecía empeñado en perder la guerra.

            La mayoría fueron procesados y fusilados como traidores por el ejército invasor. Los pocos sobrevivientes fueron marcados con fuego con la D de “desertores” y, al término del conflicto, regresaron a sus tierras ancestrales en Europa o se perdieron entre el gentío, abandonando sus apellidos y adoptando identidades y familias mexicanas.

            Ninguno de los cientos de soldados que formaron el batallón de San Patricio llegó a cobrar la recompensa monetaria y en tierras que el régimen de Santa Anna prometiera a los desertores del ejército invasor.

 

Durante los conflictos entre esclavistas y abolicionistas que culminaran con la Guerra Civil estadounidense, una pequeña, aunque significativa, parte de las personas afrodescendientes evadidas (a través del llamado “ferrocarril subterráneo”) de las haciendas sureñas de Estados Unidos, principalmente de la región de Louisiana y de los territorios que anteriormente pertenecieran a México, llegaron a territorio mexicano, instalándose en su mayoría en el estado de Chihuahua con la venia del régimen juarista.

            Cuando los gobiernos de los estados esclavistas reclamaban al gobierno mexicano la entrega de les “maveriks” (en alusión al ganado que huía de los establos) evadides, el gobierno de Juárez e incluso el ilegítimo “segundo imperio” de Maximiliano (que en realidad nunca tuvo control territorial en los estados del Norte), les respondieron que en México no había esclaves huídes, sólo personas negras mexicanas.

 

Presente desde los tiempos coloniales, la comunidad asiático descendiente de México se ve aumentada por la ley de exclusión China de Estados Unidos de finales del siglo XIX, que expulsara de su territorio a les descendientes de les migrantes asiátiques y redirigiera hacia puertos mexicanos a la constante ola migratoria que llegara a sus costas pacíficas.

            Instalándose principalmente en los estados del Norte, está comunidad enfrentó la discriminación importada junto a los capitales estadounidenses que controlaran el tendido de las vías ferroviarias en aquella región durante el porfiriato, a quienes les resultó redituable “responsabilizar” a les migrantes asiátiques de las condiciones de precariedad a las que sometían a sus trabajadores y comunidades locales.

            Este falsificado sentimiento de agravio fue acumulándose hasta que, en 1911 y aprovechándose del convulso ambiente provocado por el conflicto revolucionario, se desatara la llamada masacre de Torreón, cuando cientos o tal vez miles de personas asiáticas o asiadescendientes fueron asesinadas por turbas, no sólo en la ciudad chihuahuense que fuera el epicentro del conflicto, sino a lo largo de todos los estados del Norte.

            Les sobrevivientes se encaminaron hacia el Sur, abandonando su identidad y ocultándose detrás de documentos falsificados y apellidos “mexicanos” inventados, instalándose principalmente en la ciudad de México y los estados de Oaxaca y la península de Yucatán.

            Es hasta muy recientemente que les nietes y bisnietes de aquellas personas han empezado a estudiar las historias de sus antepasades para reivindicar sus identidades asiamexicanas, pero su huella ha sido visible siempre en los panes que comemos y hasta el mezcal que bebemos.

 

Durante todo el siglo XIX, pero particularmente a raíz de los conflictos que culminaran en el estallido de la Primera y Segunda Guerra Mundial, a las costas de Veracruz llegaron miles de rroms, ludars y calés; gitanes que buscaron en tierras mexicanas refugió de la histórica persecución y discriminación que sufrían y aún sufren en los territorios de Europa y Asia y que se vieron exponenciadas por los regímenes fascistas de Alemania y España (cientos de miles de romas fueron entregades por Franco a Hitler para su exterminio, más de un millón de personas de estas comunidades perecieron en los campos de exterminio).

            De tradición nómada las caravanas gitanas se internaron en México, algunos grupos se establecieron de manera sedentaria en los estados del Norte y la ciudad de México, dedicándose principalmente a ramos comerciales. Muchas familias continuaron su largo caminar en tierras mexicanas a través de espectáculos circenses que, con sus cambios y variaciones, aún se mueven de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad.

 

La expansión fascista expulsó de Europa a personas judías, musulmanas, cristianas, sexo o género diversas y un largo etcétera. Muchas de ellas llegaron a territorio mexicano.

            Por iniciativa del presidente Cárdenas cientos o tal vez miles de republicanes, socialistas, comunistas y anarquistas españoles, perseguides por el régimen fascista de Francisco Franco, encontraron refugio y futuro en México.

            El fascismo tiene muchas caras y en las décadas de los 50, 60 y 70 en América Latina tomó el rostro de regímenes militares que asesinaron o desaparecieron a generaciones enteras en Argentina, Chile, Guatemala, el Salvador y, en general, todo Centro y Sudamérica.

            Muchas de las personas que debieron partir al exilio impuesto o autoimpuesto encontraron en México refugio y futuro, nutriendo con sus experiencias el pensamiento y organización de muchas izquierdas nacionales.

 

México ha sido y es refugio de caminantes, en tiempos tan recientes como las pocas décadas de llevamos del presente siglo, a estas tierras han llegado les expulsades de Haiti, Centro y Sudamérica, ya sea para establecerse o sólo de paso en su caminar hacia el cada vez más ficticio “sueño americano”.

            México es una nación de caminantes, de hijes de caminantes, de nietes de caminantes; receptora, refugio, paso y origen de caminantes. Sus huellas marcan el día a día, calles y paisajes de esta y de tierras lejanas...

 

Mario Stalin Rodríguez

Etiquetas: , ,

jueves, agosto 07, 2025

Historias Caminantes 04

 MIGRACIÓN E IMPERIOS

(Sobre la representación de la pintura corporal de las mujeres purépechas en la cerámica de Chupicuaro)

 Los imperios necesitan a les caminantes, no sólo porque la propia naturaleza de los imperios les impulsa a expandirse para apropiarse de recursos, expulsando con ello a las poblaciones de aquellos lugares que depreda, sino porque para sostener su expansión necesitan a las poblaciones expulsadas al reubicarlas, por la fuerza física o presión económica, en los lugares a los que llegan o, incluso, en la propia metrópoli imperial.

            Cerca de 12 millones de personas fueron extraídas de África y esclavizadas en las colonias americanas y metrópolis imperiales de Francia, Inglaterra, España y Portugal, la mayoría llegaron al Caribe, Sudamérica y la Norteamérica inglesa. Poco menos de tres millones acabaron en las colonias españolas de lo que hoy es México y Centroamérica.

            Obviamente las cifras no pueden precisarse. Rápidamente las metrópolis imperiales crearon regulaciones hipócritas que “prohibían” el tráfico de personas esclavizadas y su presencia en las ciudades europeas, pero no así su venta y posesión en las colonias, intensificando su tráfico ilegal y deshumanizando aún más las condiciones en que eran transportadas y vendidas.

            Pero les caminantes llevan consigo no sólo su precariedad y fuerza de trabajo, cargan también con sus historias, magias y culturas. La herencia africana en lo que hoy es México está presente no sólo en el 3 o 5% de nuestra información genética proveniente de personas que llegaron esclavizadas durante la colonia, está también en los colores que vestimos, la comida que comemos, la música que cantamos y muchos otros aspectos de nuestras cotidianidades.

            Somos caminantes, hijes de caminantes; nietes de caminantes.

 

Y junto a les conquistadores y sus esclaves, llegaron también sus víctimas de otras tierras.

            Tras la conquista española de Manila y la guerra comercial que, aprovechándose de los conflictos entre las naciones de la región, las potencias europeas llevaron a Asia (que se extendió hasta mucho después del fin de los regímenes coloniales y ya muy entrada la era moderna), se estableció la llamada Ruta de la Seda entre las colonias americanas de España y su enclave asiático.

            Ello movilizó el flujo de mercancías entre ambos continentes y, obviamente, la llegada de caminantes.

            La ciudad de México tiene el registro de la primera comunidad asentada en territorio americano, con el surgimiento del no reconocido “barrio chino” en los alrededores del mercado del Parian, en donde se ofertaban los productos traídos por la Nao de China.

            Obviamente no toda esta comunidad provenía de China, aunque así se registrara en los papeles de la administración colonial. Eran personas provenientes de Manila, Oceanía, indochina, las islas del Pacífico Sur, China, el archipiélago japonés e incluso las regiones más orientales de Rusia.

            Aunque los papeles coloniales sólo registran la entrada de poco más de una decena de miles de migrantes asiátiques legales que entraron a través del puerto de Acapulco, la cifra real es mucho mayor; cientos de veces mayor. El Galeón de Manila descargaba ilegalmente mercancía, migrantes que preferían no pasar por la aduana colonial y personas esclavizadas, muchas de ellas mujeres que terminarían en los burdeles de la ciudad de México y la zona minera del bajío.

            La influencia asiática puede verse incluso en cosas consideradas “netamente mexicanas” como los bordados de los trajes “tradicionales” de varios pueblos indígenas, el papel con el que se decoran las fiestas populares y hasta la forma en que se destila el mezcal.

            Somos caminantes, hijes de caminantes; nietes de caminantes.

 

La época colonial de la Nueva España está marcada por les caminantes, no sólo por aquelles que llegaron junto a la potencia colonial, movides por la potencia colonial. La propia dinámica imperialista obligó a muchas comunidades originarias a desplazarse de sus tierras originarias para satisfacer las exigencias del imperio.

            Si bien la hipócrita legislación de Castilla “prohibía” la esclavitud de les naturales de América, el sistema de encomiendas transformaba a los colonizadores (y aquí el masculino se emplea con completa intención) en los dueños de las vidas y destinos de las comunidades indígenas, despojándolas de sus tierras ancestrales y de los recursos de éstas, desplazándoles hacia las minas del bajío, las haciendas azucareras de las costas del golfo, las enequeleras de Yucatán, los plantíos de la costa chica del Pacífico y etcétera.

            Y ahí a donde eran desplazades, llevaban sus culturas, historias y magias, potenciando el intercambio y mestizaje cultural que ya era dinámico en la época prehispánica.

            Somos caminantes, hijes de caminantes; nietes de caminantes... Y seguimos siéndolo ya en el México independiente y la época moderna.

 

Mario Stalin Rodríguez

Etiquetas: , ,

jueves, julio 24, 2025

Historias Caminantes 03

 CIUDADES Y MIGRACIONES II

 (Sobre la representación de una guerrera-gobernanta de Colhuacan en la llamada Piedra del Ex-arzobispado)

Si bien la ocupación del valle de Teotihuacán es bastante temprana, es hasta la llegada de les expulsades por la erupción del Xitle que la ciudad que da nombre al valle alcanzó su mayor esplendor... Porque las ciudades necesitan a les caminantes para crecer, transformarse y permanecer.

            Con poco más de 200,000 habitantes en su época de mayor crecimiento, Teotihuacán es la primer gran megalópolis del altiplano. Obviamente esta población no es sólo producto de la migración obligada por la erupción volcánica que afectara al área de influencia de Cuicuilco, en la ciudad han podido encontrarse vestigios de poblaciones provenientes de las regiones Aridoamérica al Norte y, principalmente, de la zona Maya al Sur y de los pueblos mixtecos y zapotecos provenientes del territorio del actual estado de Oaxaca, llegando estos últimos incluso a formar un gran barrio que podría haber funcionado de manera casi independiente al resto de la ciudad.

            Y conforme más crecía la ciudad, más caminantes llegaban a ella y más recursos se necesitaban y más lejos tenían que buscarse, provocando que más caminantes se encaminaran hacia la gran ciudad.

            Y conforme más crecía la ciudad, más recursos consumía. Los árboles de los alrededores fueron talados para dotar a la ciudad de maderas para la construcción y las hogueras de los hogares y rituales. El suelo agrícola fuer agotándose hasta quedar prácticamente estéril.

            Todo ello obligó a la gran ciudad a buscar recursos en tierras cada vez más lejanas, atrayendo así a caminantes de estas mismas... Hasta que el propio tamaño de la gran ciudad causó su caída.

            Seguramente no fue un proceso rápido, sino que la ciudad fue siendo abandonada de a poco... Les descendientes de quienes habían llegado a ella buscando seguridad y una mejor vida, la fueron abandonando para buscar exactamente lo mismo en otras tierras.

            Mientras quienes se quedaron, enfrentaron la escasez de recursos que, finalmente, desembocó en grandes conflictos civiles que culminaron con el asesinato o expulsión de sus gobernantes y el abandono final de la gran ciudad.

            Y sus habitantes y gobernantes sobrevivientes volvieron a caminar...

 

En la zona Maya, en la lejana ciudad de Tikal (en lo que hoy es Guatemala) una efímera dinastía teotihuacanisánte tomó el poder y ahí permaneció hasta que desaparecieron víctimas de las dinámicas de conflicto casi permanente entre los pueblos mayenses.

            La migración por conflictos era común entre las poblaciones mayenses. Las élites guerreras que gobernaban las grandes ciudades se encontraban en constante enfrentamiento entre ellas, obligando a las poblaciones adyacentes a migrar cuando estos conflictos les alcanzaban.

            Muy probablemente la cultura tenek, de origen mayense, haya salido de la península de Yucatán en tiempos tan tempranos como el preclásico huyendo de esos constantes conflictos, hasta que finalmente se instalaran en las tierras de la Huasteca, territorio comprendido en lo que hoy son los estados de San Lui Potosí, Hidalgo, Querétaro, Veracruz, Tamaulipas y Puebla.

 

Este tipo de conflictos no era extraño tampoco en los territorios mixtecos-zapotecos a los que también llegaron les caminantes de la abandonada Teotihuacán. En donde los recursos eran disputados por muchas pequeñas ciudades-estado mixtecas que se disputaban los restos del efímero imperio zapoteca, incluida la ciudad de Monte Albán, que habría sido su capital.

            Lo que también aquí obligaba a las poblaciones a desplazarse buscando huir de estos conflictos, muchas veces emprendiendo el camino hacia el altiplano que, incluso después de la caída de Teotihucán, seguía recibiendo a les caminantes.

 

Los toltecas tienen su origen probable entre los pueblos de Aridoamérica que, expulsados por una gran sequía, llegaron al altiplano y se encontraron con las poblaciones remanentes del caído imperio teotihuacano, apropiándose y resignificando su historia y cultura, asumiéndose como herederos de la caída megaurbe, a la que identificaron como la mítica Tollan.

            E imitando a la caída megaurbe, el pueblo tolteca también inició una expansión imperialista en busca de recursos, llevando sus pasos hasta la Quemada en la frontera de los territorios del Norte y Occidente y Xichen Itza en la península de Yucatán.

            Y fue justamente esta rápida expansión imperialista lo que llevó a la rápida caída del efímero imperio tolteca, obligándoles a abandonar su ciudad capital, Tula, y a refugiarse en pequeñas ciudades estado, como Xochicalco, que pactaban y se enfrentaban entre sí hasta la llegada de nuevos caminantes del Norte.

 

Les mexicas también descienden de pueblos de Aridoamérica que migraron de sus lugares de origen en busca de mejores condiciones de vida. No un grupo organizado que surgiera de la más mítica que real Aztlán, sino diversos grupos que fueron sumándose conforme iban caminando, porque la historia es eso; senderos que divergen y a veces se unen.

            Grupos que intentaron asentarse en diversos puntos, en donde fueron tributarios de varios reinos y expulsados de estos mismos, hasta que finalmente llegaron a un acuerdo tributario con Azcapotzalco que les permitió fundar Tenochtitlán en un islote del lago de Texcoco en 1325.

            Ya la ciudad siguieron llegando caminantes.

            En las inmediaciones de Tlaltelolco surgió un barrio de migrantes, gente de las huastecas, de los territorios mixteco-zapotecas, de la zona maya, de las regiones del Norte y Occidente... Porque las ciudades necesitan a les caminantes para crecer, transformarse y permanecer.

            El dominio de las rutas comerciales, logrado en parte por la alianza de la casta gobernante mexica con el pueblo pochteca, cuya migración de temporada les llevaba del Norte al Sur y de regreso, le permitió a Tenochtitlán aliarse a otras ciudades tributarias de Azcapotzalco y rebelarse contra ésta ciudad, iniciando los 100 años de expansión imperialista mexica.

            Expansión que continuó hasta la llegada de otres caminantes de allende el mar...

 

Mario Stalin Rodríguez

Etiquetas: , ,

jueves, julio 17, 2025

Historias Caminantes 02

 CIUDADES Y MIGRACIONES I

Sobre la representación de jóvenes guerreras en estatuillas de cerámica Xochipala. 

 Conforme las primeras sociedades sedentarias crecían, crecía también la especialización en los trabajos y la división social... Y crecía, también, el número de caminantes que a ellas llegaban.

            Pero cada ciudad es distinta, como distintas son sus historias y los contextos en los que surgen y distintes son, también, les caminantes que a ellas llegaban... Y de ellas partían.

            En las áridas tierras del Norte de lo que hoy es México surgen pocos centros urbanos y son, en la mayoría de los casos, de ocupación efímera; sólo cuando las condiciones climáticas propiciaban tal abundancia de recursos que permitiera la concentración de grandes grupos humanos en un solo lugar.

            Lugares como Paquime, en el desierto de lo que hoy es Chihuahua, tienen una ocupación muy temprana, probablemente desde el surgimiento de las comunidades agrícolas, pero siempre temporal y efímera. Cuando las condiciones climáticas permitían la crecida de los afluentes de los ríos Bravo, Colorado y Casas Grandes, las comunidades rivereñas llegaban a la ciudad para intercambiar sus productos y en ella se quedaban.

            Cuando las condiciones climáticas disminuían los afluentes de los ríos y los recursos escaseaban, la ciudad era abandonada en espera de mejores tiempos... Y así fue durante toda su historia hasta la llegada de les conquistadores europeos; una ciudad donde les caminantes llegaban y abandonaban conforme los recursos abundaban o no.

 

Pero cada ciudad es distinta, como distintas son sus historias y los contextos en los que se desarrollan y distintes son, también, les caminantes que a ellas llegaban... Y de ellas partían.

            En las tierras altas del cinturón volcánico la fertilidad del suelo permitió el surgimiento de centros urbanos como Cuicuilco, Atlihuayan, Tlatilco y otros... Y a estos llegaron caminantes de lugares tan lejanos como las costas del golfo y las del pacífico... Llegaban para intercambiar recursos o para apropiárselos.

            Conforme las ciudades crecían, crecía su necesidad de recursos incluso en aquellos lugares en los que estos eran abundantes. Culturas como la olmeca iniciaron una expansión imperialista para apropiarse de los recursos de otras regiones.

            Y ahí donde llegaban, llevaban también su cultura y su forma de organización: la influencia olmeca puede rastrearse desde sus lugares de origen en los territorios de lo que hoy son los estados de Veracruz y Tabasco, hasta sitios como Atlihuayan en lo que hoy es Morelos y los territorios mayas en Centro América y la península de Yucatán.

            Y así como su búsqueda de recursos llevó a la expansión imperialista de culturas como la olmeca, esta expansión, como ha sucedido con muchos otros imperios a lo largo de la historia de la orbe, les llevó a su desaparición.

 

Pero cada ciudad es distintas, como distintas son sus historias y los contextos en los que se desarrollan y distintes son, también, les caminantes que a ellas llegaban... Y de ellas partían.

            Las mismas condiciones que permitieron la fertilidad del suelo del cinturón volcánico, llevaron al abandono de los centros urbanos que en esta región se desarrollaron cuando el volcán Xitle entró en erupción.

            No fue una erupción explosiva, el magma y el material piroclástico no salieron expulsados de un cráter, sino que surgieron del suelo por cientos de distintas partes, cercando a ciudades como Cuicuilco llevando a su lento abandono.

            Obligades a abandonar sus lugares de origen, les habitantes de estos centros urbanos emprendieron su caminar en busca de un nuevo hogar...

 

Mario Stalin Rodríguez

Etiquetas: , ,

jueves, julio 03, 2025

Historias Caminantes 01

 PRIMEROS PASOS

 

Somos caminantes... Siempre lo hemos sido.

            Desde que los cambios ambientales obligaron a nuestres antepasades a abandonar los árboles que hasta entonces les habían servido de refugio, ello también les forzó a erguirse sobre sus patas traseras y empezar a caminar... En esta lógica resulta significativo que uno de los vestigios más antiguos de les primeres protohumanes, sean las huellas de dos de elles caminando lado a lado.

 

Al contrario de lo que la versión simplificada que se enseña en las escuelas elementales indica, la evolución no es lineal, sino un conjunto de senderos que se bifurcan, muchos de los cuales terminan en la nada y otros simplemente siguen, alejándose cada vez más o, en raras ocasiones, volviendo a unirse.

            Les homínides caminaron distintos senderos, aprendieron a usar y crear herramientas, a diversificar sus alimentos, a dominar el fuego y, en algún momento, aprendieron también que unides eran más fuertes.

            Al contrario de lo que la versión simplificada que se enseña en las escuelas elementales indica, la evolución no es “la supervivencia del más fuerte-apto”, sino la continuidad de la especie, la supervivencia del grupo; con sus cambios y diversidades.

            Y la supervivencia del grupo implica, también, la búsqueda de recursos... Y nuestres antepasades buscaron y siguieron caminando. Abandonaron sus tierras primigenias, cruzaron ríos, lagos, montañas, desiertos y planicies.

            Siguieron caminando, diversificándose, separándose y volviendo a unirse.

            Y aprendieron también a honrar a quienes se habían marchado... Y aprendieron a mirar el mundo y a tratar de entenderlo, porque entender la realidad es un primer paso para empezar a cambiarla.

            Y siguieron caminando, separándose y volviendo a unirse; diversificándose... En algunos lugares fueron más altes, o con más vello, o más pálides.

            Y siguieron caminando; cruzaron ríos, lagos, montañas, desiertos, planicies y océanos; llegaron a todas partes a donde sus pies podían llevarles.

 

Y siguieron mirando el mundo, entendiéndolo; cambiándolo.

            Aprendieron de ciclos y a medir el tiempo con ellos, a aprovecharlos, a dominarlos... Tomaron las plantas y aprendieron de ellas. Las cultivaron y eso les permitió cambiar sus pasos. No detenerlos; cambiarlos.

            Ahí donde la tierra era rica y los recursos abundantes, se establecieron... Y ahí donde la tierra era rica y los recursos abundantes fueron llegando más caminantes. Los grupos fueron más numerosos, los trabajos fueron diversificándose y las personas especializándose. Los refugios se convirtieron en asentamientos, los asentamientos en aldeas, las aldeas en ciudades... Y a ellas siguieron llegando les caminantes.

 

Mario Stalin Rodríguez

Etiquetas: , ,

jueves, junio 26, 2025

Historias Caminantes 00

 LOS PASOS ETERNOS

(a manera de introducción)

 México es un país de migrantes, lo cual es cierto no sólo en el contexto actual en el que poco más de 12 millones de mexicanes en otros países residen de manera legal o ilegal en otros países (la mayoría, obviamente, en territorio de Estados Unidos); la historia de nuestra nación es la historia de les caminantes... La historia de la humanidad es la historia de les caminantes; desde los primeros grupos de homínidos, pasando por quienes poblaron por primera vez el continente americano y conformaron las grandes civilizaciones que habitaban estas tierras durante la llegada de les conquistadores europées, hasta el complejo panorama actual ya brevemente descrito.

            Ser conscientes de la historia de las migraciones, de la historia de nuestras migraciones, es pertinente siempre y más ahora en que a lo largo de la orbe posiciones retrógradas reocupan puestos del poder a los que nunca debieron haber regresado... Posiciones retrógradas que han encontrado pronto eco entre los grupos más despreciables del medio ambiente mediático y político de América Latina en general y de México en particular.

            Ello fue evidente durante las recientes protestas en contra de la fascista política migratoria que ha implementado Donald Trump (que, en realidad, es sólo la continuidad de la fascista política migratoria que han implementado las distintas administraciones estadounidenses desde mucho tiempo atrás, pero con más gritos, “acciones ejecutivas” y alharaca mediática). Política que ha sido recibida lo mismo con la bastarda sumisión de las administraciones de Bukele en el Salvador, Noboa en Ecuador o Milei en Argentina, que con la resistencia de administraciones progresistas como las de Petro en Colombia y Sheinbaum en México.

            Política que encontró el pronto aplauso de la derecha política y mediática mexicana, que vio en las fascistas acciones del errático Trump una herramienta más para su continuo golpeteo en contra de la administración de la 4T (con el resultado previsible de no haber logrado ninguna mella en la aprobación de Sheinbaum, que se mantiene por arriba del 80%).

            Conocer la historia de nuestras migraciones nos permite entender el contexto actual: somos caminates, hijes de caminantes...

Mario Stalin Rodríguez

Etiquetas: , , , ,

sábado, noviembre 02, 2024

Altar de Ocotepec, Morelos

 OFRENDA DE DÍA DE MUERTOS 2024

(Sobre la imagen de las Cihuateteos registrada en el Códice Borgia)

Museo Nacional de Antropología
Departamento de Comunicación Educativa
De 09:00 a 18:00 Hrs.
Hasta el 5 de Noviembre de 2024

Declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2014, la celebración del día de Muertos en la comunidad de Ocotepec en las inmediaciones de Cuernavaca, Morelos, se reviste de características muy particulares que hacen de esta fiesta no sólo una forma de recordar a las personas ausentes, sino de construir una comunidad viva y activa.

            La ofrenda característica de este poblado consiste en colocar sobre una mesa un montículo formado por panes de muerto y plátanos, el cual es cubierto por un mantel blanco sobre el que se coloca una muda de ropa simulando el cuerpo de la persona homenajeada y un cráneo de azúcar de tamaño natural simula la cabeza.

            Alrededor de este cuerpo simulado se colocan las ofrendas de alimentos, frutas, bebidas, dulces y objetos, además de las velas, veladoras y las fotografías de la o las personas homenajedas y en las paredes las imágenes de santos, vírgenes o Cristos a quienes la familia rinden culto, muchas veces son acompañadas de mensajes que se le dedican a quienes están ausentes (para esta ofrenda se solicitó a les asistentes de la Noche de Catrinas y talleres vespertinos del Departamento de Comunicación Educativa del Museo Nacional de Antropología que escribieran mensajes en cráneos de cartón, mismos que fueron colocados a los costados del altar).

            El altar así conformado se coloca en un cuarto de la casa u ocupando una parte importante del patio, de este surge un camino de pétalos de cempasúchil que va desde el domicilio hasta la tumba de la persona homenajeada en el panteón municipal.

            Las casas de la comunidad que colocan altares permanecen con sus puertas abiertas durante la tarde y noche que van del 1° al 2 de Noviembre, para que quien quiera pueda visitar los altares, para ello la mayordomía del pueblo vende unas velas decoradas que la gente ofrece a las familias, que les dan a cambio café, chocolate, pan de muerto, tamales o alimentos más elaborados, de acuerdo a sus posibilidades económicas.

            En los días posteriores a la celebración las familias pueden intercambiar las velas que así hayan reunido por parte de lo recaudado con su venta, a fin de recuperar un poco de lo invertido en la elaboración del altar.

            Hacia el mediodía del 2 de Noviembre, las casas cierran y las familias se dirigen al panteón municipal, donde entre música de tríos, dúos, solistas y hasta mariachis, limpian los sepulcros y comparten su comida con sus ausentes y les despiden.

DEDICATORIA

A nuestras ausencias, a sus presencias; a las memorias.

            El Día de Muertos no es sólo una forma de honrar a quienes ya se fueron, es también la forma en que sus familias y amistades se abrazan, la forma en que las comunidades se confirman a sí mismas y refuerzan sus lazos.

            Las ofrendas son memoria y vida compartidas; una forma de mantener fuertes los lazos que nos unen con quienes están ausentes y entre quienes aquí les extrañan... Honramos a quienes se fueron y honramos también los caminos, días y experiencias que compartimos.

 

A nuestras ausencias.

            Por la parte de ellas que continúa en la forma en que aprendimos a mirar el mundo; a entenderlo.

 A sus presencias.

            Porque continúan aquí mientras caminemos los caminos que compartimos, con los pasos que de quienes están ausente aprendimos.

 A las memorias.

            Porque, como escribió Elena Garro, somos memoria y la memoria que de nuestro caminar se conserva.

 

El Departamento de Comunicación Educativa del Museo Nacional de Antropología dedica la ofrenda de Día de Muertos de este año, entonces, a todas aquellas personas que se adelantaron en el camino, pero permanecen aquí en nuestros pasos y en la forma en que de ellas aprendimos a caminar el mundo.

Mario Stalin Rodríguez

Asesor Educativo

Etiquetas: , , ,

jueves, septiembre 05, 2024

CHINODESCENDENCIA

 Migraciones asiáticas

(vestido de la Dinastía Ming en China, sobre un mapa colonial del puerto de Acapulco)

 Las migraciones asiáticas hacia el territorio de lo que hoy es México empezaron muy temprano, no sólo es que fray de Zumárraga (primer arzobispo de la Nueva España) enlistara, a su llegada a estas tierras en 1528, a esclavos “negros chinos” (probablemente provenientes de la actual Calicut, India) entre sus “pertenencias”; en tiempos tan tempranos como 1535, tan sólo 14 años después de la caída de Tenochtitlán y cuando la administración colonial ni siquiera había empezado a organizarse, los peluqueros del ejército de Castilla instalados en la ciudad de México enviaban una carta a la autoridad colonial para “quejarse” de que “100 personas de origen chino” les “robaban el trabajo” al cobrar mucho más barato a “blancos y naturales (indígenas)” por los cortes de cabello.

            Ya en 1565, tras la conquista española de las islas Filipinas y con el establecimiento de la Ruta de la Seda (conocida como la Nao de China o el Galeón de Manila), esta migración se acrecienta, si bien nunca llega a ser tan masiva como la proveniente de Europa o África, en buena medida por las restricciones establecidas por las autoridades coloniales que veían como “un peligro” el que “la gente de Filipinas” se instalara en la Nueva España, existen registros de capitanes españoles que introdujeron clandestinamente a un número indeterminado de “esclavos chinos” para trabajar en las minas de la región del Bajío.

            Esto motivó que en 1590 se estableciera en Acapulco la Caja de Real Hacienda, para regular adecuadamente la entrada de mercancías, personas y “esclavos chinos”, imponiendo límites bastante estrictos sobre los últimos conceptos “por causa de ofensas muy grandes a dios”; lo que se refería no sólo a la multitud de confesiones religiosas de quienes provenían de Asia, sino principalmente a que muchas de las mujeres asiáticas introducidas como esclavas tendrían como destino ser explotadas sexualmente en la ciudad de México y las minas del Bajío.

            Los archivos coloniales indican que entre 5,000 y 10,000 “personas de China” habrían obtenido permiso legal para residir en la Nueva España habiendo ingresado a través del puerto de Acapulco, durante todo el tiempo en que la ruta del Galeón de Manila estuvo activa (hasta 1815, cuando la inestabilidad política provocada por la guerra de independencia obligó a su cierre).

            Número que obviamente es un sub-registro pues sólo considera a las personas libres que por motivos de matrimonio o negocios realizaban los trámites legales para residir en las colonias americanas, pero no a quienes llegados como tripulantes de la Nao abandonaban clandestinamente el puerto de Acapulco para instalarse en otras regiones de la colonia ni, como queda escrito, a quienes llegaban en condición de esclavitud y eran desembarcades y vendides ilegalmente antes de la llegada del navío al puerto.

            También es importante recalcar que, aunque genéricamente los documentos coloniales se refieren como “chinas” a todas las personas provenientes de Asia o “indios chinos” a quienes provenían de India, Indochina y las Filipinas, esta gente podía provenir de prácticamente toda Asia, incluyendo al archipiélago japonés, algunas islas del Pacífico Sur e incluso las regiones más orientales de Rusia.

            En general les migrantes de Asia se instalaban en el puerto de Acapulco, la región minera del Bajío y la ciudad de México, fundando en ésta lo que sería el primer Barrio Chino del continente americano, si bien nunca fue reconocido como tal por la autoridades de la ciudad, en los alrededores del mercado del Parían. Aunque también se registran grupos importantes de migrantes asiátiques en lugares como Puebla o Tlaxcala, principalmente relacionades a los talleres de alfarería donde surgiría la cerámica de talabera en un intento de imitar la porcelana china.

            Cabe destacar que la discriminación racial y religiosa hacia las personas asiáticas era común durante la época colonial, lo que provocó que muchas de estas personas, principalmente esclaves evadides, aprovecharan algunas similitudes morfológicas, como los “ojos rasgados” o el color de piel, con algunas poblaciones indígenas para ocultar su origen y hacerse pasar por “naturales de América”.

            Como se ha establecido, la migración asiática hacia el territorio de lo que hoy es México se interrumpió de tajo con el cierre de la Ruta de la Seda y, aunque ésta intentó restablecerse en varias ocasiones ya en el México independiente, nunca se logró restablecer un flujo de mercancías y personas similar al de la época colonial.

            Es hasta finales del siglo XIX en que hay una segunda gran oleada de migración de personas chinas o chinodescendientes, muchas de las cuales no provenían directamente desde Asia, sino de los Estados Unidos a causa de la Ley de Exclusión China promulgada por el gobierno de este país en 1882, que expulsaba de su territorio a la población de origen chino e impedía la llegada de más migrantes, desviándoles hacia territorio mexicano.

            Esta migración se instaló principalmente en los estados del Norte, alrededor de las líneas férreas impulsadas por el porfiriato, ya fuera como empleades o proveedores de servicios como el de alimentos o de lavandería y hasta bancarios, transformándose pronto en parte importante de la economía de la región.

            Sin embargo el racismo contra la población asiática que los empresarios estadounidenses concesionarios de los ferrocarriles traían consigo, se instaló pronto y profundamente entre la población de estas regiones, hasta que a inicios del siglo XX, aprovechando la inestabilidad política provocada por el proceso revolucionario, se desencadenaron diversos eventos violentos en contra de estos grupos, como la masacre de Torreón en 1911, en la que más de la mitad de la población china o chinodescendiente de la ciudad fue asesinada por la misma turba que saqueó sus negocios.

            Ello provocó que los núcleos de esta población en los estados del Norte se disgregaran, para instalarse en la ciudad de México y varios estados del Sur del país, muchas veces ocultando su origen y hasta cambiando su identidad (el apellido Chen, por ejemplo, muy común en ciertas regiones de China, era cambiado por “Cinco”), dedicándose principalmente al comercio y la industria restaurantera, aunque, obviamente, no ofrecían ni productos ni platillos chinos.

            Es hasta la década de los 30, una vez pasada la inestabilidad revolucionaria, que se empieza a reconocer la identidad de esta población en parte debido a la popularidad de los “cafés de chinos” en la ciudad de México, hasta que finalmente se reconoce de manera oficial el Barrio Chino de la ciudad en la década de 1950.

            Toda esta historia y el papel que las poblaciones chinodescendientes y chinomexicanas jugaron durante la colonia y el nacimiento y transformación de México, fueron vergonzosamente borrados en los libros y la academia, como si el no hablar de ello eliminara la violencia racista y la discriminación sufridas por estas comunidades.

            Es hasta finales del siglo XX que el interés de algunas personas chinomexicanas instaladas en las academias por descubrir sus orígenes, empieza a desenterrar estas historias para contarlas... Y es importante contarlas, sobre todo ahora cuando una nueva ola de migración asiática, impulsada principalmente por el auge económico de China y otros países de la región, ha provocado el resurgimiento de discursos xenofóbicos impulsados por medios de mierda como El Universal (“Acaparan chinos locales en el centro”; 02/09/2024), Proceso (“Catean inmuebles en la CDMX: detienen a 11 chinos” 11/05/2024), Animal Político (“Cómo China utiliza a México como puerta trasera”; 01/05/2024), Aristegui Noticias (“Clausuran megaplaza de productos chinos”; 11/07/2024), Reforma (“Pierden 100 mmdp por invasión china”; 17/06/2024) y varios otros, a los que nos les importa propagar discursos de odio mientras les aseguren algunos clicks...

 

Mario Stalin Rodríguez

 

Dedicado a Cristina Alvarado Engfui, orgullosa chinomexicana, que ha prestado conocimiento, tiempo y paciencia para arrojar luz sobre toda esta historia.

Etiquetas: ,

viernes, junio 28, 2024

Orgullosas, orgullosos, orgulloses

 ORGOLLOSXS

Pueblos indígenas y diversidad

El hablar de las diversidades en las culturas precolombinas enfrenta un gran obstáculo; fray Bernardino de Sahagún... El religioso es una de las principales fuentes históricas para conocer casi todo lo relacionado a diversas culturas precolombinas, salvo por algunos pequeños detalles en los que fue omiso o directamente se inventaba, como casi todo lo relacionado a diversas culturas precolombinas.

            Y las diversidades son un perfecto ejemplo de ello.

            De acuerdo a lo registrado por Sahagún y otros cronistas (y el masculino se emplea de manera intencional), en Tenochtitlan las personas diversas eran estigmatizadas socialmente y castigadas con la lapidación pública o directamente quemadas vivas. Y durante prácticamente toda la historia del estudio de la historia precolombina, esto se aceptó de manera casi unánime... Aunque para hacerlo había que obviar, como también lo hicieron Sahagún y los otros cronistas, un montón de evidencia contrafáctica.

            No es sólo que la existencia de palabras como xochihua, culioni o chimouhqia, más allá de la carga peyorativa que Sahagún o sus “informantes” (indígenas evangelizados) pretendieron darles, habla de una realidad diversa tan presente que era nombrada.

            Lo que parecería confirmarse con testimonios más tempranos y directos que los de Sahagún, como las cartas de relación del propio Hernán Cortés o los escritos de Bernal Díaz del Castillo, en donde el “pecados funesto” era cometido por varones que asumían el papel de mujeres y mujeres que asumían el papel de los varones.

            Aunque es cierto que estos testimonios pueden ser entendidos en el marco de la “leyenda negra” que los conquistadores debían extender a fin de justificar su campaña de dominio ante las otras potencias coloniales, al presentar a los pueblos americanos como salvajes “sodomitas” y “antropófagos” que debían “ser civilizados”, la misma lógica podría aplicarse a los escritos de Sahagún y similares, que falseaban la realidad a fin de, en su visión, “proteger” a los indígenas de las persecuciones del santo oficio, presentándoles como “personas morales”.

            Además de que la existencia de figuras históricas diversas comprobables, como Tlacaelel o Quecholcohuatl, parece ajustarse más a lo descrito por Cortés, Díaz del Castillo y contemporáneos, que a lo retratado por Sahagún y sus similares.

 

Si bien Tlacaelel es una figura demasiado envuelta en la leyenda, la existencia de la figura de la Cihuacoatl (el “reflejo femenino” del Tlatoani) –un sacerdote varón que cumplía como esposa del gobernante y juez supremo- está más que documentada.

            Y aunque la figura de la Cihuacoatl podría ser meramente administrativa, es posible documentar que varios tlatoanis mantenían relaciones diversas con varones... Y aquí es donde entra la figura de Quecholcohuatl.

            Tlatoani de Chalco Quecholcohuatl acudió a Tenochtitlan a fin de negociar la integración de su ciudad como parte del imperio mexica y no sólo como ciudad tributaria. La negociación incluyó un acto en el que Quecholcohuatl vestido con ropajes femeninos cantaba sobre la situación de las mujeres chalcas bajo el dominio mexica.

            La actuación conquistó a Axayacatl, el tlatoani mexica, quien permitió la incorporación de Chalco como miembro en pleno derecho del imperio Mexica a cambio de que, en adelante, Quecholcohuatl “cantara sólo para él”, es decir; le tomó como amante oficial.

            Lo curioso es que aunque la importancia de Quecholcohuatl está más que documentada en diversas fuentes chalcas (como las relaciones de Chimalpáhin) y es posible incluso establecer su sobrevivencia hasta tiempos coloniales (cuando adoptara el nombre de don Jerónimo), en realidad existen muy pocos trabajos académicos sobre él y el cómo una figura diversa y externa marcó las políticas de alianzas del imperio mexica.

            Lo que muy notoriamente entra en contradicción con los postulados de Sahagún...

 

Y no es sólo que las evidencias de las diversidades se limiten a los pueblos nahuas (de los que se ocupara principalmente Sahagún), sino que conforme se amplía la mirada hacia otras culturas contemporáneas del imperio mexica, ya fueran tributarias o enfrentadas a éste, las diversidades se hacen cada vez más notorias.

            En las costas del golfo el pueblo tének escandalizaba a los europeos por sus sexualidades fluídas.

            Desde tiempos anteriores a la conquista y colonia e incluso hasta nuestros días, entre los pueblos de lo que hoy es Oaxaca, les muxes han formado parte de la cultura zapoteca.

            Diversidades que fueron intencionalmente borradas por los conquistadores europeos y omitidas por la academia... Diversidades que deben ser visibilizadas más allá de una única fecha, porque la historia sólo está completa cuando es la historia de todas, todos, todes; todXs.

 

Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Departamento de Comunicación Educativa
Museo Nacional de Antropología

 

Con motivo de las actividades conmemorativas por el Orgullo LGBTTTIQ+ 2024.

Etiquetas: , ,