jueves, marzo 20, 2025

Los Falsificadores de la Democracia 63

 LA PERSISTENCIA DE LAS BESTIAS CARROÑERAS


 Ante todo se debe destacar el derecho de las familias y colectivas de madres buscadoras a exigir justicia y la aparición con vida de les desaparecides, así como a reclamar de las autoridades de todos los niveles las estrategias necesarias para detener la crisis de desapariciones en el país.

            Ninguna postura mínimamente decente puede objetar el derecho de familias y colectivas de madres buscadoras a actuar ante lo que juzgan como inoperancia u omisión de las autoridades ante las organizaciones criminales que desaparecieran a sus familiares.

            Familias y madres buscadoras han caminado desiertos y montes... Y documentado el baño de sangre en el que la absurda guerra del espuriato de Calderón sumió al país ante el silencio cómplice de los medios corporativos, que alegremente firmaron un pacto de silencio con la administración PANista que tenía al narcotraficante García Luna como Secretario de Seguridad.

            Pacto de silencio que continuaron durante el peñato, como continúo el absurdo baño de sangre durante aquella última administración del PRI... Y hoy la derecha, sus medios de mierda y su opinocracia pretenden montarse en el trabajo y el luto de las familias y colectivas de madres buscadoras, para utilizar carroñeramente a las víctimas de la violencia que la propia derecha desencadenó.

 

No se trata sólo de montajes absurdos como los que la absurda figura de Ceci Flores intentó durante la absurda campaña de la absurda Xóchitl Gálvez, con sus “crematorios clandestinos” con huesos de animales e identificaciones de personas vivas, “fosas” con huesos barnizados comprados ilegalmente a alguna escuela de medicina forense y “secuestros” que, al final, sólo fueron una resaca mal llevada en la recámara de su propia casa.

            No, a pesar de su eco mediático (entrevistada diariamente y varias veces al día por los mismos medios que firmaron pactos de silencio con el espurio Calderón y Peña Nieto), Ceci Flores no representa a las familias ni a las colectivas de madres buscadoras, que se han deslindado una y otra vez de la desprestigiada “activista”.

            Se trata, sí, de la persistencia de la misma política carroñera que la derecha ha implementado desde hace ya años.

            La que ensayaron durante los sismos de 2017 para intentar torpedear las aspiraciones de quien era en ese entonces la candidata natural de la izquierda a la jefatura de gobierno de la CDMX.

            La que se inventó hospitales saturados, fallecides e “ineficacia” o desabasto de vacunas durante la pandemia de COVID en 2020-21.

            La que llevó a la dirigencia del PAN capitalino a apersonarse en medio de la tragedia de la línea 12 del metro cuando aún el polvo no se había ni asentado, para hacer campaña electoral en 2021.

            La que se transformó en feminismos de ocasión encarnados lo mismo en Denise Dresser que en Chumel Torres o Alessandra Rojo.

            La que llevó a la absurda Xóchitl Gálvez a arrancar su absurda campaña electoral en las calles de una Acapulco que aún intentaba ponerse de pie tras el paso del huracán Otis.

            La que llevó a la absurda Xóchitl Gálvez a invitar a la absurda Ceci Flores a su actos de campaña, tratando de capitalizar electoralmente el dolor y el luto de las familias y colectivas de madres buscadoras.

            Es esa misma política carroñera que hoy presenta titulares amarillistas y artículos llenos de “indignación” en los medios de la derecha, para intentar capitalizar los hallazgos en el rancho de Teuchitlán.

            Lo han intentado antes, lo siguen intentando y lo intentaron en la movilización del pasado 14 de Marzo, donde los medios de la derecha hicieron un conveniente vacío a los actos realizados en Jalisco al grito de “Alfaro sí sabía”, pero cubrieron con profusión las acciones de un minúsculo grupo en zócalo de la CDMX.

            Acciones que obligaron a las familias de les desaparecides y a las colectivas de madres buscadoras que habían convocado a la movilización, a deslindarse de los hechos y a abandonar el acto para no legitimar con su presencia a quienes sólo pretendían usar carroñeramente su dolor para su agenda política.

 

Y es por ello que, más allá de las obvias y múltiples lagunas que el novelesco relato mediático presenta, lo ocurrido durante el espuriato de Calderón y la administración peñista en el paraje jalisciense debe ser esclarecido, como esclarecido debe ser el silencio cómplice y la ceguera voluntaria que parece haber caracterizado a las administraciones locales emanadas del PRI y Movimiento Ciudadano desde entonces y hasta la actual.

            Debe ser esclarecido con ciencia e investigaciones serias e irrefutables y de cara a las familias y colectivas de madres buscadoras... Sin “verdades históricas” ni resultados a modo, pero, sobre todo, sin comprar un discurso mediático más propio de una pésima novela policiaca o de un “reportaje” de “cocinas de fentanilo” con cervezas y salsa Valentina, que de una investigación criminal real.

            Y debe ser esclarecido porque las víctimas, sus familias y colectivas de madres buscadoras merecen la verdad y la justicia... Y no que su dolor y legítimos reclamos sean utilizados por una derecha carroñera y la “verdadera izquierda indignada” o las “nuevas voces críticas” que a ésta parecen servir.

 

Mario Stalin Rodríguez

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jueves, marzo 13, 2025

Los Falsificadores de la Democracia 62

 SIN MORALEJA

Fábula con una rata naranja y algunas cucarachas azules

 Érase que se era, que es como suelen empezar estas fábulas, un lugar en el que algunos bichos eligieron una rata naranja para gobernarles porque les había prometido que tendrían riquezas a base de comer bichos; otros bichos, no los de aquel lugar, unos bichos “extranjeros”.

            Y érase también que en otro lugar (uno cercano, digamos que justo al lado Sur del primero), unas cucarachas azules estaban muy contentas con la llegada de la rata naranja al gobierno del lugar vecino, porque creían que los bichos que la rata naranja había prometido comer eran los bichos que gobernaban en el lugar donde vivían las cucarachas azules.

            Porque las cucarachas azules habían gobernado, en el pasado, el lugar en el que vivían... Y habían hecho un desastre, tanto que los bichos de aquel lugar les habían corrido del gobierno, expulsándoles de los salones del poder y quitándoles la posibilidad de, por ejemplo, entregarle a la rata naranja los recursos del lugar en el que vivían las cucarachas azules.

            Así que las cucarachas azules aplaudían cada vez que la rata naranja amenazaba con comer bichos; porque creían que esos bichos serían los bichos que les habían arrebatado sus privilegios...

            Pero a la rata naranja, en realidad, las cucarachas azules no le importaban un pito; porque no tenían poder ni nada que ofrecerle a la rata naranja, salvo su aplauso incondicional.

 

Porque la rata naranja estaba muy ocupada comiendo otros bichos, los bichos del lugar en el que gobernaba la rata naranja, los mismos que la habían elegido... Y a veces, sólo a veces, se acordaba de hacerles algún guiño a las cucarachas azules y a otros bichos similares en otros lugares.

            No porque los aplausos incondicionales de las cucarachas y otros bichos similares igual de insignificantes le sirvieran de algo en ese momento, sino porque esperaba poder usarles en el futuro; en caso de que los bichos del lugar en el que gobernaba la rata naranja empezaran a preguntarse por qué la rata naranja estaba comiéndoselos a ellos y no a los bichos “extranjeros” de otros lugares.

            Así que a veces, sólo a veces, muy de vez en cuando, la rata naranja volteaba a ver a las cucarachas azules y les decía que ahora sí, verdad de la buena, dejaría de comerse a los bichos del lugar que gobernaba y empezaría a comerse a los bichos que las cucarachas azules le señalaban... Mientras se preguntaba, por supuesto, ¿cuál sería el sabor de las cucarachas azules?

            Porque las cucarachas azules se habían esforzado en olvidar que la rata naranja ya había gobernado el lugar vecino y que ya antes, cuando los bichos de aquel lugar se empezaron a preguntar por qué la rata naranja estaba comiéndoselos a ellos y no a los bichos “extranjeros” de otros lugares, la rata naranja había volteado a ver a las cucarachas azules justo después de que las cucarachas azules habían sido expulsadas del poder... Para devorar a una cucaracha azul.

 

Y así sigue esta fábula inconclusa... Con una rata naranja que come bichos y unas cucarachas azules que le aplauden, porque creen que la rata naranja se comerá a los bichos que las expulsaron del poder, aunque están más próximas a convertirse en los próximos bocadillos de la rata naranja que de regresar a los salones del poder.

 

Mario Stalin Rodríguez

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