jueves, julio 18, 2024

Los Falsificadores de la Democracia 55

 LA TREMENDA CORTE

(y la tremenda PIÑAta)

 Norma Piña llegó a la presidencia de la SCJN afirmando que concedería pocas o ninguna entrevista y que, al contrario a lo que era habitual en la época de Arturo Záldivar, no se emitirían demasiados comunicados y notas de prensa, ni se citarían a conferencias o posicionamientos públicos, ni desde la corte ni desde el Consejo de la Judicatura, ya que prefería que “sus sentencias hablaran por ella” (Guillén, 2023)... Algo ha cambiado desde Enero de 2023.

            Al contrario de los elogios que forman el cuerpo principal de la laudatoria entrevista enlazada, Piña nunca destacó en ninguno de los puestos en los que se desempeñó y sus asensos obedecieron mucho más a su lealtad hacia los poderes políticos en turno que a sus más bien magros resultados y su llegada a la SCJN (y a la presidencia de ésta) no fueron la excepción a ello.

            Originalmente y gracias a su cercanía con Isabel Miranda de Wallace, fue propuesta en el cierre del espuriato de Felipe Calderón para ocupar un asiento en la sala superior de la Corte en 2012, pero al ser la peor calificada y la de más magros resultados de las candidaturas posibles no pudo alcanzar su nombramiento ni siquiera con un congreso de notoria mayoría del PRI-PAN... Debió esperar hasta 2015 para que el espurio Pacto por México y la consigna de aprobar cualquier propuesta mandada por Peña Nieto a las cámaras (por absurda, antipopular o estúpida que fuera), le concediera, junto a Javier Laynez, el deseado puesto (a pesar de ser, todavía tres años después, la peor calificada y la de más magros resultados de entre las candidaturas propuestas).

            Su llegada a la presidencia de las cortes y el Consejo de la Judicatura es una repetición y magnificación de todos estos vicios... Siendo una de las peores calificadas y con más magros resultados de entre les ministres de la sala superior, ni siquiera era la opción principal de la derecha para sustituir a Zaldívar y aprovechar el ridículo montaje mediático en contra de Jazmín Esquivel, como lo demuestra el que se necesitaran cinco rondas de votaciones para alcanzar su nombramiento, el cual obedeció no a sus inexistentes méritos, sino a la idea de que un “rostro femenino” sería más fácil de vender mediáticamente y acallaría las voces que señalaban la notoria misoginia detrás de los ataques a la ministra Esquivel.

            Su silencio mediático, entonces, no era para que “sus sentencias hablaran por ella”, sino para que su historia no la retratara de cuerpo completo...

 

Conscientes, ella y los poderes a los que obedece, de sus muchas y muy notorias limitaciones como juzgadora y de su total incapacidad como operadora política; se confiaba en que la “moratoria legislativa” de la oposición les permitiría viciar lo suficiente cualquier proceso legislativo, para que el papel de Norma Piña sólo fuera el del ser un rostro silente al cual inflar mediáticamente y que se encargaría de echar atrás cualquier reforma que lograra ser aprobada por la mayoría legislativa, con resoluciones decididas de antemano por fuera de los salones de la SCJN.

            Sin embargo, encerrada en el ostracismo y dependiente del discurso mediático a su favor, las sentencias que “hablarían por ella” efectivamente empezaron a hacerlo... Pero no en el sentido que pretendían ella, los poderes a los que obedece y los medios que constantemente le halagaban méritos inventados y discursos que le escribían en “su equipo” (que en realidad siempre fue el de Isabel Miranda de Wallace).

            Desde su llegada a la presidencia de la SCJN, las resoluciones de ésta han consistido básicamente en proteger las corrupciones del PRI-PAN, favorecer a Isabel Miranda de Wallace, ser servil al poder económico y oponerse sistemáticamente (y con argumentos absurdos) a los proyectos del gobierno federal... Lo que, lejos del discurso mediático que insistía (e insiste) en inflarle méritos inventados, sorprendentemente no se tradujo en el “respaldo popular” que se pretendía, como se demostró en la fallida “marcha rosa” en defensa de la SCJN de Mayo del 2023.

            Desde entonces y conforme el proceso electoral avanzaba, haciendo cada vez más obvia la previsible derrota de la candidatura de Xóchitl Gálvez (otro “rostro femenino” inflado artificialmente a través de aplaudirle mediáticamente méritos inventados), las cortes, les ministres y Piña en particular han debido abandonar el silencio, haciendo cada vez más evidentes sus limitaciones.

            Sus intentos de operar políticamente “de manera discreta” han sido ridículos, ya fuera cuando trató de influir en las reformas propuestas por el ejecutivo a través de mensajes de whatsapp y llamadas a secretaries de Estado, o su intento de intervenir en el proceso de designación de la magistratura vacante tras la renuncia de Arturo Zaldívar (que culminó con el nombramiento de Lenia Batres) y sus estúpidas “presiones” para intervenir (a través de llamadas telefónicas y mensajes de whatsapp) en las resoluciones y conformación de la sala superior del TEPJF, llegando a la cena privada que le organizó a Alito Moreno, líder del PRI, con les magistrades de éste, para intentar influir en la calificación de la elección que claramente no favorecería (y no favoreció) a la candidata del PRI.

            Y si su “operación discreta” ha sido ridícula, su actuar público ya raya en lo delirante...

 

Lo que no es nuevo, ya al inicio de su presidencia en la SCJN su impericia pública fue clara cuando, a través de un organismo “de juzgadoras” de cuya directiva forma parte, se autopremió por sus inexistentes logros.

            Y a raíz de la apabullante victoria de Claudia Sheinbaum el 2 de Junio y de la mayoría legislativa que la acompaña, que garantizan la aprobación de la reforma judicial que tenía por mandato evitar, Norma Piña se ha visto obligada a multiplicar sus apariciones públicas; dejándose a sí misma cada vez más en evidencia.

            Lejos de la fingida “soberbia” de no ponerse de pie en un acto protocolario, la ministra presidenta ha emprendido una gira de entrevistas en medios que le son afines, para tratar de frenar en la medida de lo posible al previsible reforma judicial que le quitaría a la derecha, ya sin números para ser un estorbo legislativo, su última posibilidad de bloquear al gobierno de Claudia Sheinbaum.

            Pero incluso en estas entrevistas a modo y con guion previo, Norma Piña se ha mostrado balbuceante, muy poco clara y permanentemente mendaz, demostrando que o bien desconoce por completo la reforma a la que le ordenaron oponerse o, conociéndola, sólo le queda mentir para defenderse.

            Lo que, en honor a la verdad, no ha sido privativo de ella; lo mismo aplica para Luis María Aguilar, Pérez Dayán, Javier Laynez y les demás ministres del grupo conservador; que han debido abandonar los cómodos salones de la SCJN para enfrentarse a los diálogos públicos del Congreso y a los cuestionamientos sobre sus desempeños y sentencias; mostrándose balbuceantes, poco clares y permanentemente mendaces.

            (Lo de Luis María Aguilar afirmando que la reforma judicial era “la problemática más preocupante y grave para México en los últimos 200 años”, por arriba de las intervenciones extranjeras, la guerras de Reforma y Cristera, el terrorismo de Estado del PRI, el sangriento espuriato de Calderón y un larguísimo etcétera, no es sólo una declaración desafortunada, sino el ejemplo claro de qué tan desconectado está el poder judicial de la realidad).

 

Sí, las sentencias e historias de Norma Piña y les demás ministres del grupo conservador “hablan por elles”, demostrando lo urgente y necesario de reformar un poder en el que figuras tan impresentables han podido prosperar.

 

Mario Stalin Rodríguez

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