Los Falsificadores de la Democracia 55
LA TREMENDA CORTE
Al
contrario de los elogios que forman el cuerpo principal de la laudatoria entrevista
enlazada, Piña nunca destacó en ninguno de los puestos en los que se desempeñó
y sus asensos obedecieron mucho más a su lealtad hacia los poderes políticos en
turno que a sus más bien magros resultados y su llegada a la SCJN (y a la
presidencia de ésta) no fueron la excepción a ello.
Originalmente
y gracias a su cercanía con Isabel Miranda de Wallace, fue propuesta en el
cierre del espuriato de Felipe Calderón para ocupar un asiento en la sala
superior de la Corte en 2012, pero al ser la peor calificada y la de más magros
resultados de las candidaturas posibles no pudo alcanzar su nombramiento ni siquiera
con un congreso de notoria mayoría del PRI-PAN... Debió esperar hasta 2015 para
que el espurio Pacto por México y la consigna de aprobar cualquier propuesta
mandada por Peña Nieto a las cámaras (por absurda, antipopular o estúpida que
fuera), le concediera, junto a Javier Laynez, el deseado puesto (a pesar de
ser, todavía tres años después, la peor calificada y la de más magros resultados
de entre las candidaturas propuestas).
Su
llegada a la presidencia de las cortes y el Consejo de la Judicatura es una
repetición y magnificación de todos estos vicios... Siendo una de las peores
calificadas y con más magros resultados de entre les ministres de la sala
superior, ni siquiera era la opción principal de la derecha para sustituir a
Zaldívar y aprovechar el ridículo montaje mediático en contra de Jazmín
Esquivel, como lo demuestra el que se necesitaran cinco rondas de votaciones para
alcanzar su nombramiento, el cual obedeció no a sus inexistentes méritos, sino
a la idea de que un “rostro femenino” sería más fácil de vender mediáticamente
y acallaría las voces que señalaban la notoria misoginia detrás de los ataques
a la ministra Esquivel.
Su
silencio mediático, entonces, no era para que “sus sentencias hablaran por ella”,
sino para que su historia no la retratara de cuerpo completo...
Conscientes, ella y los poderes a los que
obedece, de sus muchas y muy notorias limitaciones como juzgadora y de su total
incapacidad como operadora política; se confiaba en que la “moratoria
legislativa” de la oposición les permitiría viciar lo suficiente cualquier
proceso legislativo, para que el papel de Norma Piña sólo fuera el del ser un
rostro silente al cual inflar mediáticamente y que se encargaría de echar atrás
cualquier reforma que lograra ser aprobada por la mayoría legislativa, con
resoluciones decididas de antemano por fuera de los salones de la SCJN.
Sin
embargo, encerrada en el ostracismo y dependiente del discurso mediático a su
favor, las sentencias que “hablarían por ella” efectivamente empezaron a
hacerlo... Pero no en el sentido que pretendían ella, los poderes a los que
obedece y los medios que constantemente le halagaban méritos inventados y discursos
que le escribían en “su equipo” (que en realidad siempre fue el de Isabel
Miranda de Wallace).
Desde
su llegada a la presidencia de la SCJN, las resoluciones de ésta han consistido
básicamente en proteger las corrupciones del PRI-PAN, favorecer a Isabel
Miranda de Wallace, ser servil al poder económico y oponerse sistemáticamente
(y con argumentos absurdos) a los proyectos del gobierno federal... Lo que,
lejos del discurso mediático que insistía (e insiste) en inflarle méritos
inventados, sorprendentemente no se tradujo en el “respaldo popular” que se
pretendía, como se demostró en la fallida “marcha rosa” en defensa de la SCJN
de Mayo del 2023.
Desde
entonces y conforme el proceso electoral avanzaba, haciendo cada vez más obvia
la previsible derrota de la candidatura de Xóchitl Gálvez (otro “rostro
femenino” inflado artificialmente a través de aplaudirle mediáticamente méritos
inventados), las cortes, les ministres y Piña en particular han debido
abandonar el silencio, haciendo cada vez más evidentes sus limitaciones.
Sus
intentos de operar políticamente “de manera discreta” han sido ridículos, ya
fuera cuando trató de influir en las reformas propuestas por el ejecutivo a
través de mensajes de whatsapp y llamadas a secretaries de Estado, o su intento
de intervenir en el proceso de designación de la magistratura vacante tras la
renuncia de Arturo Zaldívar (que culminó con el nombramiento de Lenia Batres) y
sus estúpidas “presiones” para intervenir (a través de llamadas telefónicas y
mensajes de whatsapp) en las resoluciones y conformación de la sala superior
del TEPJF, llegando a la cena privada que le organizó a Alito Moreno, líder del
PRI, con les magistrades de éste, para intentar influir en la calificación de
la elección que claramente no favorecería (y no favoreció) a la candidata del
PRI.
Y
si su “operación discreta” ha sido ridícula, su actuar público ya raya en lo
delirante...
Lo que no es nuevo, ya al inicio de su
presidencia en la SCJN su impericia pública fue clara cuando, a través de un
organismo “de juzgadoras” de cuya directiva forma parte, se autopremió por sus
inexistentes logros.
Y
a raíz de la apabullante victoria de Claudia Sheinbaum el 2 de Junio y de la
mayoría legislativa que la acompaña, que garantizan la aprobación de la reforma
judicial que tenía por mandato evitar, Norma Piña se ha visto obligada a multiplicar
sus apariciones públicas; dejándose a sí misma cada vez más en evidencia.
Lejos
de la fingida “soberbia” de no ponerse de pie en un acto protocolario, la
ministra presidenta ha emprendido una gira de entrevistas en medios que le son
afines, para tratar de frenar en la medida de lo posible al previsible reforma
judicial que le quitaría a la derecha, ya sin números para ser un estorbo
legislativo, su última posibilidad de bloquear al gobierno de Claudia
Sheinbaum.
Pero
incluso en estas entrevistas a modo y con guion previo, Norma Piña se ha
mostrado balbuceante, muy poco clara y permanentemente mendaz, demostrando que
o bien desconoce por completo la reforma a la que le ordenaron oponerse o,
conociéndola, sólo le queda mentir para defenderse.
Lo
que, en honor a la verdad, no ha sido privativo de ella; lo mismo aplica para
Luis María Aguilar, Pérez Dayán, Javier Laynez y les demás ministres del grupo
conservador; que han debido abandonar los cómodos salones de la SCJN para
enfrentarse a los diálogos públicos del Congreso y a los cuestionamientos sobre
sus desempeños y sentencias; mostrándose balbuceantes, poco clares y permanentemente
mendaces.
(Lo
de Luis María Aguilar afirmando que la reforma judicial era “la problemática
más preocupante y grave para México en los últimos 200 años”, por arriba de las
intervenciones extranjeras, la guerras de Reforma y Cristera, el terrorismo de
Estado del PRI, el sangriento espuriato de Calderón y un larguísimo etcétera,
no es sólo una declaración desafortunada, sino el ejemplo claro de qué tan
desconectado está el poder judicial de la realidad).
Sí, las sentencias e historias de Norma
Piña y les demás ministres del grupo conservador “hablan por elles”,
demostrando lo urgente y necesario de reformar un poder en el que figuras tan
impresentables han podido prosperar.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El patético usurpador, Notas, Opinión
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