INDIGNOS E INDIGNADOS II
¿Empezó en España? Poco importa… Salieron a las calles, tomaron las plazas y en ellas se quedaron. Eran, en su mayoría, jóvenes, aunque también estaban los jubilados, los maestros de instituto y hasta el pintor de miniaturas; convocados no por una persona u organización, sino por la rabia, por la indignación.
Indignación por el futuro clausurado por contratos de primer empleo que rayan, peligrosamente, en la esclavitud legalizada. Indignación por el futuro cancelado con reformas a la ley de retiro que condena a los mayores a la mendicidad posjubilación o al empleo eterno en condiciones indignas.
La consigna era simple; estamos indignados y, en recuerdo del pretérito “que se vayan todos” argentino, no les votes. No votes a quienes llamándose Populares, sólo siguen los dictados de los asesinos de antaño, de los privilegiados de siempre y de los poderes sin rostro del capital. No votes a quienes llamándose Socialistas y Obreros, cuidan sólo de los intereses del capital y de los patrones.
No les votes, rugieron las plazas de toda España. No les votes… Y sin embargo…
La mayor fortaleza del movimiento fue, también, su mayor debilidad… Sin líderes visibles a quienes coptar, sin voceros fijos a quienes desacreditar, las voces de siempre sólo pudieron calificar a los indignados con los insultos demasiados añejos; “el oro de Moscú” dijeron algunos atemporales. “Perroflautas”, “Terroristas”, “Violentos”, “Proetarras”, “Talibanes patrios”, "Perros de Al Quaeda”… Insultos vacíos en una realidad que no acaban de entender.
Y el poder respondió a ellos de la forma en que el poder responde, con garrotes y violencia…
La mayor fortaleza del movimiento fue, también, su mayor debilidad… Sin líderes visibles, sin programas concretos, las decisiones tardan en un asambleismo que se torna eterno… Las acciones tardan y de las elecciones se yerguen los privilegiados de siempre.
Pero la mayor debilidad del movimiento es, también, su mayor fortaleza… Sin líderes que sean coptados, sin voceros que puedan llamara a la retirada, el movimiento, per se, parece ajeno al desánimo y la derrota.
Puede haber y, de hecho, hay y habrá reflujos en él… Las calles se han vistos y se verán vacías de nuevo, las plazas son y serán abandonadas… Pero en su suelo, tal vez, algo crece y más temprano que tarde, emergerá de entre sus baldosas.
En toda Europa la indignación ibérica encuentra ecos… Paris se paraliza contra las reformas al
sistema laboral. Londres arde con la violencia de quienes sólo eso han conocido por parte del poder, “vandalismo” le llaman los voceros de los poderosos y claman por un toque de queda y una de exepción.
Un fantasma recorre Europa y tarde o temprano terminará por abrir las grandes alamedas que ya en otras latitudes se acercan a la primavera.
Etiquetas: Opinión, tratado sobre la necedad