jueves, abril 23, 2020

Siempre Mujeres 07


CONQUISTA Y COLONIA
Pueblos indígenas actuales
(Eréndira Ikikunari –La Invencible-, de acuerdo a su posible representación en el códice “Relación de Michoacán”)

Como ya se ha establecido, las mujeres desempeñaron roles de gobierno y como guerreras en las sociedades indígenas que entraron en contacto con los conquistadores europeos a la llegada de estos al continente americano.
            Entonces, ¿por qué a partir de los periodos de conquista y colonia y hasta tiempos muy recientes, se tenía la concepción de que en estos pueblos, por lo general, las mujeres tenían roles sacerdotales o meramente domésticos?
            Ello, como ya se ha sugerido, puede deberse a deformaciones intencionadas en el registro que sobre estas culturas llevaron a cabo diversos cronistas españoles. Deformación que no puede ser explicada sólo por la contaminación ideológica que la religión católica influía sobre ellos, sino por cuestiones políticas bastante terrenales.

Para la mayoría de las personas, cuando se habla del papel de la mujer durante los periodos de conquista y colonia en México, es probable que la primer figura que se le venga a la mente es la de “La Malinche”, cuyo nombre se ha asociado históricamente a los conceptos de “traición” y “entreguismo”.
            Sin embargo, el sustento histórico y la historia que conocemos de la personaje no parecen respaldar en lo absoluto esta asociación.
            No puede hablarse de una “traición” cuando Malitzin no pertenecía al colectivo al que presuntamente traicionara, los mexicas, sino a un pueblo agredido y esclavizado por éste y sus aliados.
            No puede hablarse de “entreguismo” cuando no es ella quien decide entregarse a los conquistadores castellanos, sino que es obsequiada como esclava a estos como parte de uno de los acuerdos políticos que Cortes celebró con diversos caciques indígenas.
            (En este sentido, también es absurdo hablar de que ella “eligiera” emparejarse con quien, finalmente, era su captor y a quien fue entregada en contra de su voluntad)
            En este punto, conviene recordar que si bien la conquista europea del territorio actual de México no estuvo exenta de episodios sangrientos y violencia, buena parte de ésta se llevó a cabo a través de acuerdos con distintos gobernantes indígenas, a fin de permitirles mantener ciertos privilegios a cambio de aliarse con la corona de Castilla.
            Y es documentable que buena parte de estos acuerdos, que salvaron vidas y permitieron la continuidad cultural que da sustento a la realidad multicultural y poliétnica actual de México, se deben a la intervención de Malitzin y otras figuras que desempeñaron papeles similares.
            Y es precisamente la intervención de ella en estos acuerdos, como intérprete e intermediaria, lo que permite negar el que las mujeres tuvieras papeles meramente simbólicos entre los pueblos indígenas contemporáneos a la conquista europea, pues de ser así, no se le hubiera permitido asistir a la celebración de los mismos y su papel habría sido cubierto por nobles o guerreros varones.
            La asociación de su figura a los conceptos antes citados, proviene, entonces, no del papel que realmente desempeñó durante la conquista, sino de interpretaciones posteriores que la emplean para crear un imagen análoga a la Eva bíblica; presentando a la mujer indígena como “causante” de todos los males que enfrentaban estos pueblos durante el periodo colonial.
            Y ello, como se verá, obedece a la intención manifiesta de borrar a las mujeres de los círculos de decisión y gobierno entre los pueblos indígenas.

Pero, antes de llegar a ello, conviene subrayar que así como las mujeres jugaron un papel preponderante en los acuerdos entre los conquistadores europeos y los pueblos indígenas, también lo hicieron en la resistencia a la conquista europea.
            Un ejemplo de ello es la figura de Eréndira, una presunta princesa puerépecha que habría encabezado a un grupo guerrillero de esta etnia en el territorio de lo que actualmente es el estado de Michoacán.
            Si bien es probable que el personaje sea por completo ficticio, ya que su primer mención data de una obra literaria escrita ya en el México independiente y se extrae, presuntamente, de una tradición oral no registrada en ninguna otra fuente anterior y de una única figura presente en el códice de la “Relación de Michoacán”. Sí es demostrable que en los tiempos de la conquista, había mujeres gobernantes y guerreras no sólo entre los purépechas, sino en varias otras culturas indígenas.
            No es descabellado, entonces, suponer que varias de estas mujeres hayan participado activamente y hasta como dirigentes de grupos que se opusieron a la dominación colonial.
            Oposición que no sólo tomó forma violenta, sino que incluso se valió del propio sistema colonial para reivindicar los derechos de los pueblos indígenas en general y de varias figuras femeninas en particular.

Y es aquí cuando entran los intereses políticos de la corona de Castilla y Aragón.
            Como queda escrito, parte de la conquista europea se debe a los acuerdos que los conquistadores europeos celebraron con ciertos cacicazgos indígenas, a fin de permitirles conservar privilegios y canonjías.
            Cacicazgos que podrían haber sido encabezados por mujeres desde un principio o que fueron heredados por algunas ya en tiempos coloniales.
            Sobra decir que, en aquel entonces, el derecho imperante en la península ibérica negaba la posibilidad de que las mujeres desempeñaran labores de gobierno o que heredaran títulos y propiedades, por lo que cuando algún cacicazgo indígena era heredado por una mujer, las autoridades coloniales no lo reconocían y otorgaban el título y los privilegios a varones incondicionales.
            Sin embargo, la prevalencia de usos y costumbres precolombinos entre diversos pueblos indígenas, particularmente mixtecos, purépechas y mayas, pero también de otras etnias menos numerosas, en los que la dinastía se trasmitía por vía materna, provocó múltiples conflictos en los que la gente no reconocía la autoridad otorgada a un varón por el gobierno colonial.
            Cuando estos conflictos se daban de forma violenta, eran reprimidos rápidamente por las tropas europeas y sus aliados indígenas de pueblos cercanos... Sin embargo, no pocas veces el conflicto era llevado a los tribunales coloniales, llegando incluso a presentarse ante los de Castilla en contadas ocasiones.
            Se sabe que en varias de estas ocasiones, de hecho, los casos fueron ganados por las mujeres; obligando a las autoridades coloniales a reconocerles los derechos de sucesión y heredad.
            En otras ocasiones, se encontraba una forma de darle vuelta a una sentencia que, aunque les negaba formalmente estos derechos, en los hechos se los otorgaba (ya fuera a través de matrimonios de conveniencia o por la creación de figuras familiares artificiales).
            Estos litigios suponían grandes problemas para las cortes de Castilla, ya que si mujeres indígenas podían ser reconocidas como herederas y gobernantes (así fuera a nivel de cacicazgos), ¿por qué entonces se les seguían negando estos reconocimientos a las hijas de la nobleza peninsular?
            El hacerlo, por supuesto, habría supuesto agregar un factor de desestabilización al ambiente, de por sí convulso, de las coronas europeas y sus intrigas palaciegas.
            De ahí, entonces, la implementación de una campaña para invisibilizar estos casos cuando llegaban a darse (el conocerlos y ubicarlos en los documentos legales coloniales, es una labor de reconstrucción a partir de menciones marginales) y desincentivar el que pudieran darse en el futuro, a través de la educación evangélica de la élite indígena y la introducción de figuras femeninas funestas en el imaginario de la comunidad indígena.
            A pesar de ello, las mujeres siguieron desempeñando pápeles relevantes al interior de estos pueblos, aunque cada vez de manera más marginal.

Conforme nos extendemos en el análisis del papel que las mujeres en general y que ciertas figuras femeninas en particular, desempeñaron en el devenir histórico y cultural de la sociedad mexicana desde tiempos prehistóricos y hasta nuestros días, resulta evidente que éste no era secundario ni subordinado.
            Que el ubicarles como figuras limitadas a funciones domésticas, sacerdotales o de cuidado, es un asunto mucho más de ideología que de sustento histórico real.
            Y el entender la sociedad actual de México pasa, necesariamente, por liberarse de esta carga ideológica y reconstruir la historia real de nuestros pueblos; haciendo visibles a las figuras que hasta hoy habían sido invisibilizadas.

Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Museo Nacional de Antropología

Siempre Mujeres. Mujeres y migración” es un ciclo de charlas que se impartirán a lo largo del año en el Museo Nacional de Antropología, como parte del programa Noches de Museo del Departamento de Comunicación Educativa, de acuerdo a un calendario que será reprogramado una vez superada la actual emergencia sanitaria.

Referencias
Barreto, R. A. C. (2009, octubre 17). Eréndiras de leyenda y carne y hueso. Recuperado 23 de abril de 2020, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-39292010000300004
Córtes Sánchez, M. C. (2018). EL LITIGIO DE DOÑA CATALINA DE PERALTA POR EL CACICAZGO DE TEPOSCOLULA, MIXTECA ALTA, OAXACA, 1566 -1569. Ciudad de México, Ciudad de México: UNAM.
Palma, M. (s. f.). Malinche. El malinchismo o el lado femenino de la sociedad. Recuperado 23 de abril de 2020, de http://www.ub.edu/SIMS/pdf/GeneroClaseRaza/GeneroClaseRaza-04.pdf

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