Siempre Mujeres 03
PRIMERAS URBES I
(Sobre la Estela
Número 01 de La Venta, Tabasco, también conocida como “la diosa joven”)
Si, como ha quedado establecido, las
mujeres jugaron roles como gobernantes, chamanezas y guerreras en los primeros
grupos sedentarios del territorio actual de México, ¿por qué, entonces, se
asume automáticamente que no continuaron con estos papeles en las primeras
civilizaciones mercantilistas-imperialistas en estas tierras?
Si
bien es cierto que la mayor parte de la información que poseemos sobre estas
primeras civilizaciones urbanas es, en el mejor de los casos, fragmentaria; la
interpretación que se le ha dado a los restos arqueológicos dejados por éstas,
muchas veces ha estado plagada por ideologías modernas o contaminada por visiones
externas.
Un
buen ejemplo de ello es la cultura conocida (más por cuestiones de comodidad
que por rigor histórico) como Olmeca* y,
muy particularmente, la pieza conocida como “La diosa joven”,
considerada como “la única representación femenina en el arte monumental” de
este pueblo.
Dejando
de lado, de momento, el que se asuma que todas las cabezas monumentales olmecas
conocidas son exclusivamente masculinas, es conveniente llamar la atención
sobre la historia particular de la pieza, una de las primeras encontradas
durante los trabajos de excavación del sitio arqueológico de La Venta, en el
actual estado de Tabasco.
En
un principio la pieza fue catalogada únicamente como “personaje importante”,
pero cuando el descubrimiento de otras representaciones de cuerpo entero en ese
y otros sitios arqueológico de la misma cultura, hizo evidente que la escultura
no presentaba pectorales masculinos, sino senos femeninos, se asumió, automáticamente,
que representaba una divinidad femeninas “asociada a la fertilidad y maternidad”.
Ya
de suyo hay un problema en asumir, automáticamente, que todas las divinidades
femeninas se asocian a “la maternidad y fertilidad” (tema sobre el que
volveremos en las próximas entregas de esta serie), pero éste es mayor cuando
asumimos que cualquier representación femenina es “una divinidad”, en lugar de
una persona real que podría haber tenido un rol importante en la sociedad
olmeca.
Ello
es notorio al comparar la pieza con otras producidas por la misma cultura y la
forma en que éstas se interpretan e interpretaron originalmente.
La pieza presenta a una figura antropomorfa
de características notoriamente femeninas, con un tocado que le cubre por
completo la parte superior del cráneo y ataviada con un faldón, que surge de
las fauces de un jaguar.
Elementos
estos últimos (el tocado, el faldón y el surgir de las fauces de un animal
mítico), presentes en muchas otras piezas de la misma cultura, pero con
características masculinas que, “extrañamente”, no son catalogadas como “divinidades
masculinas”, sino interpretadas como gobernantes o guerreros.
El
catalogar a la estela número 01 como “Diosa joven” en lugar de como una
gobernante sería, entonces, mucho más una cuestión de ideología que de los
elementos inherentes a la pieza en sí, ya que estos se repiten en muchas otras
piezas, éstas sí catalogadas como “gobernantes o guerreros”.
Incluso
el propio rostro de la pieza, aunque notoriamente desgastado por la erosión,
presenta rasgos de deformación facial comunes a otras representaciones de “gobernantes”,
como lo son las cabezas colosales.
Es
decir; una reconstrucción aproximada del cómo luciría originalmente la estela
número uno, presenta un tocado que le cubre la parte superior del cráneo, ojos rasgados,
nariz achatada y el labio hendido, características que son comunes a todas las
cabezas colosales conocidas... Rasgos que en éstas, se acepta actualmente, eran
atribuciones de gobernantes.
(El
debate sobre si los gobernantes, efectivamente, se sometían a estas deformaciones
faciales o sólo eran representados así, no se ha resuelto y no es posible
establecer una u otra opción)
Lo
que arroja dos interrogantes importantes, la primera ¿por qué asumir que una
representación femeninas es “una divinidad” si presenta rasgos que se atribuyen
a gobernantes en otras piezas “masculinas”? Y, derivada de ésta, ¿por qué
asumir que las cabezas colosales son “masculinas”, si en realidad no presentan
ninguna característica sexual o de género?
La
respuesta a ambas preguntas es ideológica y no tiene nada qué ver con el rigor
histórico ni con la investigación arqueológica seria... Contaminación ideológica
que, como se verá en las próximas entregas, ha permeado en el estudio de prácticamente
todas las civilizaciones precolombinas.
Mario
Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Museo Nacional de
Antropología
Referencia.
González Lauck, Rebecca (2018), Curaduría de “Golfo: mosaico ancestral”, Museo Nacional de Antropología, Diciembre 2018 – Mayo 2019.
González Lauck, Rebecca (2018), Curaduría de “Golfo: mosaico ancestral”, Museo Nacional de Antropología, Diciembre 2018 – Mayo 2019.
“Siempre Mujeres. Mujeres y migración” es
un ciclo de charlas que se impartirán a lo largo del año en el Museo Nacional
de Antropología, como parte del programa Noches de Museo del Departamento de
Comunicación Educativa, de acuerdo a un calendario que será reprogramado una
vez superada la actual emergencia sanitaria.
* C.f. “Continuidades
rotas” (https://hutoyuyos.blogspot.com/2015/01/continuidades-rotas.html)
Etiquetas: Académico, Entrada programada, tratado sobre la necedad
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