IndignOs e IndignadAs
DE ABRAZAR Y ABRASAR PAREDES
En México nueve mujeres son asesinadas cada
día... Pero Luis dice que debemos proteger las paredes, porque son “nuestras
paredes”.
En
México una mujer es violada cada hora... Pero Arturo dice que pintar paredes
con sus nombres es “violencia simbólica”.
México
es, entre los países de la OCDE, el primer lugar en explotación y abuso sexual
de niñas... Pero Alonzo dice que exigir justicia para ellas pintando columnas “no
son formas”.
Al abordar la creciente radicalización que los
movimientos feministas en México han experimentado, hay trampas intelectuales
que deben ser evitadas.
Una
de ellas es intentar asociar las formas de protesta con la violencia que se
ejerce día a día en contra de las mujeres, equiparando los daños materiales
producidos durante las manifestaciones feministas a las muertes y abusos
sexuales, porque “toda violencia es condenable”.
Otra
es intentar mostrar como “idénticas” las prácticas que suceden en las
manifestaciones feministas, arropadas y protegidas por el resto de las
manifestantes, con las que llevan a cabo, por ejemplo, los integrantes del
llamado “bloque negro”, casi siempre en contra de la posición de la mayoría de
los participantes de las manifestaciones en donde las realizan, porque “la
violencia sólo genera violencia”.
Equiparar
la violencia que se ejerce desde el poder y el privilegio, con aquella que se
ejerce como respuesta y resistencia a ésta, no sólo es estúpidamente simplista,
sino una forma de complicidad con el poder.
No
importa si se hace desde “la lucha de clases debe ser general y no centrarse en
reivindicaciones de un único colectivo”, no importa si para ello se recurre a
oscuros ensayos de oscuras “feministas moderadas-verdaderas feministas-feministas
socialistas”, casi siempre apócrifos.
No
importa si se hace a sabiendas o porque se está “genuinamente convencido” de lo
que se “defiende” al defender paredes... Es complicidad con el poder.
No son errores de apreciación productos de
un análisis pobre, no son “posiciones distintas” que parten desde la distinta
experiencia, ni siquiera “opiniones” que surgen desde el desconocimiento... Son
ejercicios de deshonestidad intelectual que pretenden preservar privilegios que
saben injusto, incluso por el costo de la vida de las mujeres.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El Nombre de la Ignominia, Opinión, tratado sobre la necedad
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