Siempre Mujeres 07
CONQUISTA Y COLONIA
Pueblos indígenas actuales
(Eréndira Ikikunari
–La Invencible-, de acuerdo a su posible representación en el códice “Relación
de Michoacán”)
Como ya se ha establecido, las mujeres
desempeñaron roles de gobierno y como guerreras en las sociedades indígenas que
entraron en contacto con los conquistadores europeos a la llegada de estos al
continente americano.
Entonces,
¿por qué a partir de los periodos de conquista y colonia y hasta tiempos muy
recientes, se tenía la concepción de que en estos pueblos, por lo general, las
mujeres tenían roles sacerdotales o meramente domésticos?
Ello,
como ya se ha sugerido, puede deberse a deformaciones intencionadas en el
registro que sobre estas culturas llevaron a cabo diversos cronistas españoles.
Deformación que no puede ser explicada sólo por la contaminación ideológica que
la religión católica influía sobre ellos, sino por cuestiones políticas
bastante terrenales.
Para la mayoría de las personas, cuando se
habla del papel de la mujer durante los periodos de conquista y colonia en
México, es probable que la primer figura que se le venga a la mente es la de “La
Malinche”, cuyo nombre se ha asociado históricamente a los conceptos de “traición”
y “entreguismo”.
Sin
embargo, el sustento histórico y la historia que conocemos de la personaje no
parecen respaldar en lo absoluto esta asociación.
No
puede hablarse de una “traición” cuando Malitzin no pertenecía al colectivo al
que presuntamente traicionara, los mexicas, sino a un pueblo agredido y esclavizado
por éste y sus aliados.
No
puede hablarse de “entreguismo” cuando no es ella quien decide entregarse a los
conquistadores castellanos, sino que es obsequiada como esclava a estos como
parte de uno de los acuerdos políticos que Cortes celebró con diversos caciques
indígenas.
(En
este sentido, también es absurdo hablar de que ella “eligiera” emparejarse con
quien, finalmente, era su captor y a quien fue entregada en contra de su
voluntad)
En
este punto, conviene recordar que si bien la conquista europea del territorio
actual de México no estuvo exenta de episodios sangrientos y violencia, buena
parte de ésta se llevó a cabo a través de acuerdos con distintos gobernantes
indígenas, a fin de permitirles mantener ciertos privilegios a cambio de aliarse
con la corona de Castilla.
Y
es documentable que buena parte de estos acuerdos, que salvaron vidas y permitieron
la continuidad cultural que da sustento a la realidad multicultural y
poliétnica actual de México, se deben a la intervención de Malitzin y otras
figuras que desempeñaron papeles similares.
Y
es precisamente la intervención de ella en estos acuerdos, como intérprete e
intermediaria, lo que permite negar el que las mujeres tuvieras papeles
meramente simbólicos entre los pueblos indígenas contemporáneos a la conquista
europea, pues de ser así, no se le hubiera permitido asistir a la celebración de
los mismos y su papel habría sido cubierto por nobles o guerreros varones.
La
asociación de su figura a los conceptos antes citados, proviene, entonces, no
del papel que realmente desempeñó durante la conquista, sino de
interpretaciones posteriores que la emplean para crear un imagen análoga a la
Eva bíblica; presentando a la mujer indígena como “causante” de todos los males
que enfrentaban estos pueblos durante el periodo colonial.
Y
ello, como se verá, obedece a la intención manifiesta de borrar a las mujeres
de los círculos de decisión y gobierno entre los pueblos indígenas.
Pero, antes de llegar a ello, conviene
subrayar que así como las mujeres jugaron un papel preponderante en los
acuerdos entre los conquistadores europeos y los pueblos indígenas, también lo
hicieron en la resistencia a la conquista europea.
Un
ejemplo de ello es la figura de Eréndira, una presunta princesa puerépecha que
habría encabezado a un grupo guerrillero de esta etnia en el territorio de lo
que actualmente es el estado de Michoacán.
Si
bien es probable que el personaje sea por completo ficticio, ya que su primer
mención data de una obra literaria escrita ya en el México independiente y se extrae,
presuntamente, de una tradición oral no registrada en ninguna otra fuente
anterior y de una única figura presente en el códice de la “Relación de
Michoacán”. Sí es demostrable que en los tiempos de la conquista, había mujeres
gobernantes y guerreras no sólo entre los purépechas, sino en varias otras
culturas indígenas.
No
es descabellado, entonces, suponer que varias de estas mujeres hayan
participado activamente y hasta como dirigentes de grupos que se opusieron a la
dominación colonial.
Oposición
que no sólo tomó forma violenta, sino que incluso se valió del propio sistema
colonial para reivindicar los derechos de los pueblos indígenas en general y de
varias figuras femeninas en particular.
Y es aquí cuando entran los intereses políticos
de la corona de Castilla y Aragón.
Como
queda escrito, parte de la conquista europea se debe a los acuerdos que los
conquistadores europeos celebraron con ciertos cacicazgos indígenas, a fin de
permitirles conservar privilegios y canonjías.
Cacicazgos
que podrían haber sido encabezados por mujeres desde un principio o que fueron heredados
por algunas ya en tiempos coloniales.
Sobra
decir que, en aquel entonces, el derecho imperante en la península ibérica negaba
la posibilidad de que las mujeres desempeñaran labores de gobierno o que
heredaran títulos y propiedades, por lo que cuando algún cacicazgo indígena era
heredado por una mujer, las autoridades coloniales no lo reconocían y otorgaban
el título y los privilegios a varones incondicionales.
Sin
embargo, la prevalencia de usos y costumbres precolombinos entre diversos
pueblos indígenas, particularmente mixtecos, purépechas y mayas, pero también
de otras etnias menos numerosas, en los que la dinastía se trasmitía por vía
materna, provocó múltiples conflictos en los que la gente no reconocía la
autoridad otorgada a un varón por el gobierno colonial.
Cuando
estos conflictos se daban de forma violenta, eran reprimidos rápidamente por
las tropas europeas y sus aliados indígenas de pueblos cercanos... Sin embargo,
no pocas veces el conflicto era llevado a los tribunales coloniales, llegando incluso
a presentarse ante los de Castilla en contadas ocasiones.
Se
sabe que en varias de estas ocasiones, de hecho, los casos fueron ganados por
las mujeres; obligando a las autoridades coloniales a reconocerles los derechos
de sucesión y heredad.
En
otras ocasiones, se encontraba una forma de darle vuelta a una sentencia que,
aunque les negaba formalmente estos derechos, en los hechos se los otorgaba (ya
fuera a través de matrimonios de conveniencia o por la creación de figuras
familiares artificiales).
Estos
litigios suponían grandes problemas para las cortes de Castilla, ya que si
mujeres indígenas podían ser reconocidas como herederas y gobernantes (así
fuera a nivel de cacicazgos), ¿por qué entonces se les seguían negando estos
reconocimientos a las hijas de la nobleza peninsular?
El
hacerlo, por supuesto, habría supuesto agregar un factor de desestabilización
al ambiente, de por sí convulso, de las coronas europeas y sus intrigas
palaciegas.
De
ahí, entonces, la implementación de una campaña para invisibilizar estos casos
cuando llegaban a darse (el conocerlos y ubicarlos en los documentos legales
coloniales, es una labor de reconstrucción a partir de menciones marginales) y
desincentivar el que pudieran darse en el futuro, a través de la educación
evangélica de la élite indígena y la introducción de figuras femeninas funestas
en el imaginario de la comunidad indígena.
A
pesar de ello, las mujeres siguieron desempeñando pápeles relevantes al
interior de estos pueblos, aunque cada vez de manera más marginal.
Conforme nos extendemos en el análisis del
papel que las mujeres en general y que ciertas figuras femeninas en particular,
desempeñaron en el devenir histórico y cultural de la sociedad mexicana desde
tiempos prehistóricos y hasta nuestros días, resulta evidente que éste no era
secundario ni subordinado.
Que
el ubicarles como figuras limitadas a funciones domésticas, sacerdotales o de
cuidado, es un asunto mucho más de ideología que de sustento histórico real.
Y
el entender la sociedad actual de México pasa, necesariamente, por liberarse de
esta carga ideológica y reconstruir la historia real de nuestros pueblos;
haciendo visibles a las figuras que hasta hoy habían sido invisibilizadas.
Mario
Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Museo Nacional de
Antropología
“Siempre Mujeres. Mujeres y migración” es
un ciclo de charlas que se impartirán a lo largo del año en el Museo Nacional
de Antropología, como parte del programa Noches de Museo del Departamento de
Comunicación Educativa, de acuerdo a un calendario que será reprogramado una
vez superada la actual emergencia sanitaria.
Referencias
Barreto, R. A. C. (2009, octubre 17).
Eréndiras de leyenda y carne y hueso. Recuperado 23 de abril de 2020, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-39292010000300004
Córtes Sánchez, M. C. (2018). EL
LITIGIO DE DOÑA CATALINA DE PERALTA POR EL CACICAZGO DE TEPOSCOLULA, MIXTECA
ALTA, OAXACA, 1566 -1569. Ciudad de México, Ciudad de México: UNAM.
Palma, M. (s. f.). Malinche. El
malinchismo o el lado femenino de la sociedad. Recuperado 23 de abril de 2020,
de http://www.ub.edu/SIMS/pdf/GeneroClaseRaza/GeneroClaseRaza-04.pdf
Etiquetas: Académico, Entrada programada, tratado sobre la necedad
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