jueves, abril 30, 2020

Paparruchas 05


EPIDEMIAS

No es ninguna novedad, México lleva, al menos, desde los sismos de 2017 enfrentando una epidemia de noticias falsas.
            Ocurrió lo mismo cuando la Caravana de Migrantes que arribará a nuestro país en los últimos meses de 2018 que durante la campaña electoral de aquel año y desde los primeros días de la actual presidencia, como en cada coyuntura delicada que la administración obradorista ha enfrentado.
            En cada ocasión, los principales creadores-difusores de las notas falaces han sido personajes ligados a la derecha política del país, intelectuales autoproclamados “independientes” y supuestos “luchadores sociales” de “verdadera izquierda” (presuntamente “radical” y distinta, por supuesto, a la “partidista”).
            Al tiempo que son reproducidas en redes sociales y servicios de mensajería inmediata por cuentas que, en la mayoría de los casos, corresponden al perfil relacionado a los conocidos como “bots” (cuentas con años de estar registrados en la red social, con nombres y avatares genéricos y con pocos o ningún seguidor, y cuya únicas actividades son compartir contenidos de terceros y acosar a activistas sociales).
            La finalidad de esto ha sido siempre la misma, minar la credibilidad del adversario político a la voz de “difama, que algo queda”, para intentar capitalizar el artificial “descontento social” así creado, intentando establecer un ambiente informativo tan enrarecido como los que llevaron a Trump, Jhonson o Bolsonaro en sus respectivos países.
            En la actual coyuntura la creación y difusión de las noticias falsas ha seguido el mismo patrón, con el agregado de cada nueva nota falaz podría, en los hechos, costar vidas.

Es lo mismo para las voces que “claman” por la aplicación masiva de “Pruebas” (misma que ya ha sido estimada como inútil por prácticamente cualquier autoridad médica nacional o internacional) y la adquisición de “pruebas rápidas” (cuya inutilidad ya ha sido demostrada), que quienes un día pregonan que los casos mortales son muchos más que los anunciados de manera oficial y al otro afirman que, en realidad, la peligrosidad del virus es mucho menor a la que la ciencia le atribuye.
            No son las únicas formas que las notas falsas toman en estos días, también han intentado crear una falsa imagen de “caos social” con “saqueos a supermercados” que no llegan más allá que la extracción de unos muy pocos productos en locales geográficamente aislados, por parte de grupos minúsculos que casi siempre son rápidamente localizados y desarticulados.
            Lo mismos se han inventado “filtraciones” sobre la salud y vida privada de quien se ha alzado como el principal protagonista gubernamental durante la emergencia sanitaria, el Dr. Hugo López-Gatell, que supuestas “saturaciones” hospitalarias y hasta “curas que el gobierno no quiere comprar”.
            De entre todas éstas, la que mayor eco ha encontrado en la población ha sido la exageración de un desabasto de insumos médicos, particularmente de equipos de protección como mascarillas clínicas o caretas trasparentes. Desabasto real, pero mucho menor al que se ha querido hacer creer.

En todos los casos, lejos de conseguir su objetivo (al día de hoy y de acuerdo a las últimas encuestas, entre el 70 y poco más del 80% de la población califica como “acertada” la forma en que el gobierno federal ha abordado la emergencia sanitaria), las noticias falsas han provocado ataques y discriminación al personal de salud (médicos, enfermeras, laboratoristas y hasta trabajadores de limpieza) por “riesgo de contagio”, compras de medicamentos empleados en el tratamiento de otras enfermedades (porque supuestamente “curan el COVID-19”) y hasta la quema de colonias de murciélagos endémicos de México (que no tienen ninguna relación con el virus Sars-COV-2).
            A pesar de ello. En realidad, precisamente por ello, se seguirán creando y propagando noticias falsas, siempre desde los mismos actores y por los mismos medios... Porque a los “periodistas”, “intelectuales independientes”, “activistas de verdadera izquierda” y figuras de la derecha les importa poco o nada la salud de la población y la vida de los demás.
            Para ellos es preferible que la cantidad de muertes se multiplique y llegue a niveles de las registradas en Estados Unidos... Porque en su psicópata visión, cada muerte es un peldaño que les acerca a su objetivo; el regreso al poder político.
            Por eso no se debe dejar pasar las notas falsas por una malentendida “libertad de expresión”, sino señaladas como lo que son; parte articulada de un discurso de odio que puede costar vidas.

Mario Stalin Rodríguez

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