jueves, agosto 08, 2024

Los Falsificadores de la Democracia 57

 LA MISMA VIEJA CANCIÓN

Al observar el finalizado proceso electoral de Venezuela, podría creerse que se está viendo una versión en clave comedia de lo absurdo del proceso electoral mexicano de este mismo año, o del proceso electoral colombiano que diera el triunfo a Petro, o del peruano que le diera el triunfo a Castillo antes del golpe de Estado... Porque la derecha parecería tener un único guion.

            No es sólo que todas y cada una de las candidaturas de la derecha fueran de impresentables, es que aplicaron las mismas estrategias y prácticas, desde utilizar los medios que le son afines para sembrar la idea de una “victoria incuestionable”, pasando por la utilización de encuestas-ficción (la “massivecallerización de la política” que diría Teresa Rodríguez de “la Mesa Roja”), hasta declararse “vencedores” a pesar de la realidad, asumiéndose como “víctimas” de un “fraude” que sólo se sustenta en sus delirios.

            Si bien en un principio la diferencia de votos entre el vencedor Maduro y el prestanombres de la golpista María Corina, permitió que se instalara más o menos rápidamente la narrativa del “fraude electoral” incluso entre ciertos sectores pseudo-progresistas de América Latina (como el cada vez más desdibujado ideológicamente régimen de Boric en Chile), la torpeza y ridiculez de la derecha venezolana desbarató muy pronto esa versión.

            En las primeras horas tras la elección pasaron, sin solución de continuidad, de declararse “vencedores” a afirmar que no podían dar a conocer los resultados porque el régimen había “secuestrado las actas de la elección” y a volver a declararse “vencedores” porque tenían “todas las actas que lo probaban”, mientras volvían a acusar al gobierno bolivariano de “esconder” las actas que afirmaban tener.

            Después habilitaron un oscurísimo sitio electrónico para el cotejo de “las actas”, en el que menos de la tercera parte de los documentos que subieron pudieron ser validados como aparentemente auténticos, el resto eran “actas” con resultados matemáticamente imposibles, firmas de “testigos” idénticas, nombres y números de ID de estos completamente sin sentido y un largo etcétera, hasta sumar un curiosamente exacto resultado del 70% a favor del personero de María Corina y un 30% para Maduro, sin ningún voto para alguna candidatura de las otras ocho que se presentaron.

            También citaron a una manifestación para “defender su triunfo”, cuya convocatoria fue tan minúscula que prácticamente ningún medio, ni siquiera sus incondicionales, se atrevió a mostrar una imagen panorámica de ésta y hasta en sus cuentas oficiales debieron usar una fotografía de un evento anterior, pésimamente photoshopeada, para poder “celebrar” el “éxito” de la movilización.

            Aquello ha sido tan abiertamente estúpido, incluyendo la negativa de la derecha a presentar sus “pruebas irrefutables” ante las instancias judiciales correspondientes, que hasta el gobierno de Estados Unidos ha debido desdecirse de su temprano “reconocimiento” al “triunfo” de la derecha, para sumarse al llamado encabezado por los gobiernos de México, Colombia y Brasil, de respetar el proceso venezolano y la decisión reflejada en las urnas.

            Y así, hasta que ya sólo medios de mierda como CNN, el Washington Post y el País a nivel internacional, y Aristegui Noticias, Proceso, el Reforma y etcétera en México, siguen dando foro a las declaraciones cada vez más delirantes de una fachiza venezolana, que ha visto diluirse el apoyo de gobiernos y organismos internacionales por el que apostaban para implementar su golpista estrategia de desestabilización o, al menos, volverse una especie de Guaidó 2.0 que, visto lo visto, ni los gobiernos ni organismos internacionales que apoyaron a éste, están demasiado dispuestos a financiar una nueva versión... Previsiblemente igual de inútil que la primera para apropiarse de los recursos venezolanos añorados por estos gobiernos y organismos internacionales.

            Porque al final e independientemente de consideraciones particulares sobre el régimen de Maduro y la necesaria observancia internacional sobre éste, lo que se juega en Venezuela es, precisamente, la posibilidad de que los poderes económicos sigan influyendo en los procesos políticos de los países de América Latina para apropiarse de los recursos de éstos; detener a la derecha en Venezuela es detener a estos poderes económicos.

 

Mario Stalin Rodríguez

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