SEÑAL INTERRUMPIDA
No es ocioso advertir que, más que voceros del poder, los
medios de comunicación, en particular el duopolio televisivo y, más
específicamente, la cadena que controla el mayor porcentaje del espectro
radioeléctrico de México, Televisiva; son, en los hechos, un poder por sí
mismos.
No,
no se trata de la idea de un 4° Poder que vigila y exhibe al poder político,
sino de un grupo de interés dentro del poder hegemónico que negocia prebendas y
privilegios a cambio de complicidades y silencios. Ello ha sido particularmente
notorio en los dos últimos sexenios y, más aún, en el que finaliza.
La
administración de Calderón prácticamente regaló a Televisa el disfrute del
tendido de fibra óptica que la extinta Luz y Fuerza del Centro administraba en
el Distrito Federal y los estados circunvecinos. Además de impedir, a través de
ordenamientos y leyes ad hoc, la existencia, así sea potencial, de una tercera
cadena televisiva.
A
cambio, el ocupante de los Pinos ha recibido el silencio cómplice de los
noticieros televisivos sobre las devastadoras consecuencias que su política de
seguridad y la fallida guerra contra el narcotráfico han traído consigo.
El
poder del duopolio televisivo es tal que, en el actual proceso electoral,
pretendieron imponer desde las pantallas a un candidato conveniente a sus
intereses.
Como
ha sido señalado en múltiples ocasiones por la prensa independiente en México y
confirmado recientemente por filtraciones del periódico británico The Guardian
y Wikyleaks, la figura de Enrique Peña Nieto fue inflada, incluso, desde la
campaña para gobernador del Estado de México y durante los últimos años a
través de coberturas positivas y encuestas de dudosa metodología, cuando no de
resultados inventados.
Tal
campaña parecería haber logrado el objetivo de presentar la figura del
mexiquense como imbatible, hasta el 11 de Mayo.
Es cierto, el duopolio televisivo es un poder por sí
mismo, pero es un poder endeble, pues depende de que las pantallas del hogar
sean la única ventana del público hacia la realidad. El nacimiento del
movimiento #YoSoy132 cambió todo eso.
La
realidad, esa necia, interrumpió en la campaña montada desde las televisoras y
mostró la verdadera cara del priista y de quienes le apoyaban. Ahora sí, un
poder alternativo que vigila y exhibe al grupo hegemónico y muestra al
emperador en su desnudez.
No
los medios de comunicación tradicionales, sino nuevos actores, una parte de la
sociedad informada y conectada, con nuevos canales a su disposición para
trasmitir su mensaje... Nuevos actores que han demostrado ya una inusitada
capacidad de organización e innovación, como quedó demostrado en el debate que,
sin apoyos oficiales y a contracorriente de las televisoras, llevaron a cabo el
pasado 19 de Junio.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El patético usurpador, Opinión, tratado sobre la necedad
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