PERSISTENCIA DE PRESENCIA
Madre:
Pensemos, por hoy, madre, que lee estas líneas. Pensemos,
madre, sólo por hoy, que persiste su persona, al menos tanto como persiste su
presencia... Porque esto es, madre, lo que quiero contarle; el cómo persiste su
presencia.
No
son, entonces, estas líneas las de la tristeza... Claro, la tristeza existe en
este vacío de las cosas; en el hueco cotidiano. Es la tristeza de todos los
días, madre, la lógica; la de su ausencia.
Nos
hace falta, madre, en el día a día. Me hace falta, madre, en el cotidiano
despertar y en cosas tan sencillas como recordarme los horarios para el sueño y
la vigilia. Me hace falta, madre, en el cotidiano andar y en las cosas tan
complicadas como ayudarme en la difícil tarea de comprender al otro y
aprenderme en él.
Por
eso, madre, no son estas las líneas de su ausencia; porque me hace falta y aún
hoy acudo a Ud. En busca de consejo y consuelo. Es decir; busco su presencia y
me encuentro en ella.
De
eso se trata, madre, de su persistencia... Sigue aquí, madre, en cada uno de
nosotros. Sigue aquí, madre, en nuestras sonrisas y pesares; en la manera en
que uno y otros las compartimos. Sigue aquí, madre, en la forma en que seguimos
juntos, haciéndonos fuertes.
Sigue
aquí, madre, en el baile de Nora; en la gracia con la que se mueve por el
tablado y en las posturas, cualquiera creería que imposibles, que adopta
incluso cuando descansa.
Sigue
aquí, madre, en la terca resistencia de Tere; en la manera de no dejarse y
seguir, día sí y día también, resistiéndose al poder absurdo y a sus ridículas
imposiciones. Sigue aquí, madre, en esa manera tan seria que mi hermana tiene,
para tomarse la vida con una sonrisa.
Sigue
aquí, madre, en Ricardo y la distancia que de él nos separa; Porque gracias a
usted, madre, es una distancia simple, apenas de kilómetros y océanos. Una
cercanía compleja y completa, la del cariño.
Sigue
aquí, madre, en Hector; en la forma en que ve al mundo e intenta entenderlo. En
sus arranques vagabundos y en esa forma tan de él de entregarse a la amistad.
Sigue
aquí, madre, en José Luis; su compañero. Porque de una forma u otra, hemos
encontrado en él, y creo que es recíproco, el sentimiento de familia; la unión
que se fortalece sin compartir sangre, compartiendo cotidianidades.
Y sigue
aquí, madre, en mis párrafos y trazos.
Por
eso, madre, digamos que lee estas líneas, queno son las de mi tristeza, sino
las de mi homenaje.
Mario Stalin
Rodríguez
Etiquetas: in memorian, tratado sobre la necedad
2 Comments:
Aún pesa mucho . . .
Hermoso. Me puedo sentir identificada aunque no estemos en la misma situación. Un abrazo grande y apretado,
Te quiere, G
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