REGALOS
El orden de prioridades parece extraño, en un país con 60 millones de personas sumidas en la miseria, enfrascado en una guerra absurda y mal planeada que ya ha costado poco más de 60,000 muertos, muchos de ellos mujeres y niños, con un índice de desempleo galopante cercano al 25% (la cifra puede ser mucho mayor, 4 de cada 10 “empleados” lo están en la economía informal).
En un país con estas características, la clase gobernante ha gastado cerca de 136 millones de pesos en recibir a un visitante, que acudió no como jefe de Estado, sino como patriarca eclesiástico.
Al igual que en otras latitudes, el gasto fue justificado en aras de una posible derrama multimillonaria de mano de los fieles que acudirían, en millones, a recibir al Papa católico. Cálculos, sobra decirlo, exagerados y defraudados.
Del millón y medio de visitantes esperados en las sedes de los actos públicos de Ratzinger, incluso las cifras optimistas de los organizadores, reconocer únicamente un aforo de 650,000 personas en el más concurrido de los momentos.
El Papa fue recibido con regalos, no sólo los objetos absurdos que recibió de manos infantiles a su llegada al Aeropuerto del Bajio. Fue recibido con la impunidad de la que gozan y han gozado los curas transgresores en territorio nacional (arropados no sólo por la cúpula eclesiástica, encabezada por Norberto Rivera, sino por la élite gobernante toda).
Se le obsequió, también, una reforma constitucional a modo, que da los primeros pasos hacia la desaparición de la laicidad del Estado.
El texto aprobado por las dos cámaras (y en espera de su aprobación por lo congresos locales), no sólo adolece de una redacción propia de parvulario, sino que en sus confusas líneas, abre la puerta para que los gobiernos locales o incluso municipales, instauren, por sobre la Constitución Federal, la educación religiosa en los colegios públicos y hasta la participación del clero en la vida política e institucional del país.
El tercer regalo que Ratzinger se lleva a Roma, es la promesa de continuidad, tanto para la impunidad como para el desmantelamiento del Estado laico. Todo ello, a cambio del simple apoyo del clero católico a cualquiera de las dos figuras que garantizan la perpetuidad de la élite hegemónica; el títere de las televisoras o la marioneta del conservadurismo.
Al igual que en otras latitudes, el gasto fue justificado en aras de una posible derrama multimillonaria de mano de los fieles que acudirían, en millones, a recibir al Papa católico. Cálculos, sobra decirlo, exagerados y defraudados.
Del millón y medio de visitantes esperados en las sedes de los actos públicos de Ratzinger, incluso las cifras optimistas de los organizadores, reconocer únicamente un aforo de 650,000 personas en el más concurrido de los momentos.
El Papa fue recibido con regalos, no sólo los objetos absurdos que recibió de manos infantiles a su llegada al Aeropuerto del Bajio. Fue recibido con la impunidad de la que gozan y han gozado los curas transgresores en territorio nacional (arropados no sólo por la cúpula eclesiástica, encabezada por Norberto Rivera, sino por la élite gobernante toda).
Se le obsequió, también, una reforma constitucional a modo, que da los primeros pasos hacia la desaparición de la laicidad del Estado.
El texto aprobado por las dos cámaras (y en espera de su aprobación por lo congresos locales), no sólo adolece de una redacción propia de parvulario, sino que en sus confusas líneas, abre la puerta para que los gobiernos locales o incluso municipales, instauren, por sobre la Constitución Federal, la educación religiosa en los colegios públicos y hasta la participación del clero en la vida política e institucional del país.
El tercer regalo que Ratzinger se lleva a Roma, es la promesa de continuidad, tanto para la impunidad como para el desmantelamiento del Estado laico. Todo ello, a cambio del simple apoyo del clero católico a cualquiera de las dos figuras que garantizan la perpetuidad de la élite hegemónica; el títere de las televisoras o la marioneta del conservadurismo.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: El Nombre de la Ignominia, Opinión, tratado sobre la necedad
1 Comments:
Los poderosos se unen, Necio, sea cual sea su ideología. Una mutación en nuestros genes , creo yo , que seria la causa de que el orden de las cosas cambiara.
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