Siempre Mujeres (Apéndice IV)
AMARGO, DULCE Y FEMENINO, COMO EL PECADO
Lo
cierto es que, ya fuera por rutas comerciales larguísimas y no del todo claras
o por un proceso aún más tardado de trasmisión natural a través de fauna
migratoria, la semilla del cacao llegó a territorio de Centroamérica y el Sur
de lo que actualmente es México, siendo cultivada de manera importante hacia el
año 2,000 o 1,500 antes de nuestra era por el pueblo conocido como olmecas.
De
ahí la semilla cobró particular importancia entre los pueblos mayas, la cultura
tolteca y el imperio mexica, en el que llegó incluso a servir como una especie
de “moneda de cambio” en las transacciones comerciales ya fueran cotidianas
entre individues o entre este pueblo y otras culturas.
En
su concepción ritual las bebidas elaboradas con cacao se relacionaban a la
fertilidad, la potencia sexual masculina y el apetito sexual femenino...
Tras la conquista europea, entre los siglos
XVII y principios del XVIII, las autoridades coloniales y, principalmente, las eclesiásticas
prohibieron el consumo del cacao, primero en general y, después, únicamente
para les indígenas y esclaves africanes, pues suponían que “despertaba las
bajas pasiones en los corazones no protegidos por la fe católica”.
En
los archivos del Santo Oficio de Guatemala, Honduras, el Salvador, México e
incluso en Colombia, se encuentran cientos de procesos en los que el consumo o
elaboración de bebidas de cacao fue utilizado como prueba irrefutable de
herejía, casi la totalidad de estos procesos se levantaron contra mujeres, en
su mayoría indígenas y afrodescendientes.
Las
acusaciones iban desde el absurdo (un criollo acusó a su concubina indígena de
“hechizarle”, presentando como prueba el que él en las mañanas se despertaba
temprano para prepararse un chocolate con leche y llevarle uno a la mujer,
quien permanecía en la cama hasta rayando el mediodía sin cumplir ninguna tarea
doméstica. Ella fue quemada en la plaza de Santo Domingo) hasta conductas
sistemáticas (una mulata fue encontrada culpable de asesinato tras enviudar por
quinta vez, al "comprobarse" que daba a sus parejas bebidas de cacao
probablemente envenenadas. Terminó su vida en las celdas de San Juan de Ulúa).
Aunque
la forma en que el cacao y las bebidas preparadas con esta semilla aparecen en
los papales del Santo Oficio son variadas, llama la atención que en muchas
ocasiones la acusación hace hincapié en que la mujer daba a beber al hombre una
bebida de cacao con la que previamente se había lavado su región púbica, para
presuntamente “atarle” a ella (en la medicina tradicional precolombina una
práctica similar era empleada para “restaurar” la potencia sexual masculina).
El
número y similitud entre los casos y el que casi la totalidad de estos fueran
contra mujeres, sugiere una práctica común para deshacerse de mujeres
“incómodas” ya fuera para sus parejas (en su mayoría criollos o peninsulares) o
para las autoridades coloniales (muchas de estas mujeres eran descendientes de
gobernantes indígenas o tenían un papel destacado en sus comunidades).
Cabe
anotar que, conforme el consumo del chocolate fue popularizándose entre las
cortes europeas, los procesos en contra de personas por el consumo, preparación
y empleo de bebidas a base de cacao fueron disminuyendo hasta que, ya en el
segundo cuarto del siglo XVIII, la prohibición para su consumo entre indígenas
y esclaves fue eliminada.
Mario
Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Departamento de
Comunicación Educativa
Museo Nacional de
Antropología
Fuente:
Etiquetas: Académico, tratado sobre la necedad
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