miércoles, mayo 31, 2023

Siempre Mujeres (Apéndice III)

 SIRENAS

Mitos falsificados

 Como queda escrito la historia de Eréndira, la princesa purépecha que se reveló contra los conquistadores europeos a quienes les robó un caballo y formó un ejército de resistencia, es probablemente una romantización moderna que combina a más de una figura histórica real con diversos mitos que se conservaron por tradición oral entre los pueblos indígenas del Bajío en general y de Michoacán en particular.

            Así, si bien la Eréndira histórica podría no haber existido, lo que sí es comprobable es que este nombre ha sido de los más usados entre los pueblos indígenas de la región, incluso desde los tiempos de la Colonia y con mayor auge a partir del cardenismo y la reivindicación que de la figura hiciera el general.

            Ello permite suponer, entonces, que si la Eréndira histórica no fue real, sí existían uno o varios mitos orales que, durante la Colonia, empleaban figuras femeninas con este nombre como una forma de reivindicar y conservar su identidad frente al dominio europeo y la imposición de la fe católica.

            De ahí que, en algún momento durante la Colonia, las autoridades eclesiásticas consideraran necesario el transformar a esta o estas Eréndiras míticas en una figura funesta.

            En la versión del mito que se contaba durante la catequización de los indígenas Eréndira habría sido una princesa a quien su le habría impuesto la condición de que sólo podría desposarse de un guerrero que pudiera derrotar a los enemigos de su pueblo. Enamorada de un guerrero de clase baja, le comunicó la condición a su enamorado, quien logró derrotar al ejército mexica y se presentó victorioso ante el padre de su amada. Sin embargo, éste siguió negándose al matrimonio de su hija, así que le impuso por nueva condición el que lograra derrotar también a su propio ejército.

            Tras una dura batalla el guerrero logró imponerse, presentándose de nuevo victorioso ante el padre de su amada, quien le dijo que aún quedaba un guerrero al que debía derrotar antes de desposarla; el rey mismo.

            Es entonces que Eréndira intervino pidiéndole a su amado que abandonara su propósito, porque si perdía no podrían desposarse y si ganaba, ella no podría amarlo más, pues siempre le vería como el asesino de su padre.

            Tras la partida de su amado, Eréndira huyo de casa y se refugió en un valle rodeado de montañas en el que lloró su pérdida hasta que sus lágrimas formaron un lago (el de Zirahuen, en Michoacán), transformándose entonces en una sirena que busca a su amado en todos los hombres, a quienes engaña atrayéndolos al agua para ahogarles.

            Como sucede con otros mitos indígenas falsificados (como el de los volcanes), esta versión está llena de referencias occidentales que nada tiene qué ver con las distintas cosmovisiones indígenas, empezando por el cliché del amor trágico y terminando en el hecho de que las sirenas como mujeres con aletas de pez que tientan a los marineros para ahogarles, es una deformación del medievo europeo de un mito de la Grecia clásica.

            Pero así como la iglesia deformó uno o varios mitos referentes a Eréndira, los indígenas también tomaron esa versión moral contada durante los catecismos y la transformaron, para retomar el espíritu de reivindicación que originalmente se asociaba al nombre.

            En una versión posterior del mito Eréndira sigue siendo la hija de un cacique purépecha, de cuya belleza queda prendado un capitán de los conquistadores europeos, a quien ella rechaza. Dolido el militar la rapta y la oculta en su campamento, ubicado en un valle entre montañas.

            Antes de ser violada Eréndira imploró por salvación a sus dioses, quienes permitieron que sus lágrimas formaran el lago de Zirahuen, ahogando a su captor y todo su ejército. Sin embargo; ella quedó aprisionada en un pedrusco en medio del recién formado lago, por lo que los dioses transformaron sus piernas en aletas de pez... En esta versión Eréndira aún nadaría en las aguas del lago, buscando a los hombres que abusan de su poder para ahogarles.

            Si bien la contaminación europea sigue siendo más que evidente, es principalmente sobre esta versión que Eduardo Ruíz Álvarez basó su novela, en la que retomó diversas referencias a mujeres guerreras aparecidas en las “Crónicas de Michoacán” (códice colonial que narra la genealogía y cosmovisión purépecha) y, muy particularmente, la imagen de una de ellas que aparece al lado de un caballo, para dar forma a su Eréndira.

 

Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Departamento de Comunicación Educativa
Museo Nacional de Antropología

 

Fuentes:
Gobierno de México (2017); “El lago encantado de Zirahuen”
Ramírez Barreto A. (2009); “Eréndiras de leyenda y carne y hueso”.

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