jueves, mayo 04, 2023

Los Falsificadores de la Democracia 34

 MORDAZAS


La campaña que personajes tan obscures como Denise Dresser o Ernesto Núñez Albarrán y otres opinócratas cercanes a la derecha, han emprendido en contra de las conferencias matutinas diarias del Presidente (las llamadas “mañaneras”) no es nueva ni obedece, por supuesto, a ningún interés de estas figuras por “defender” la transparencia y la libertad de expresión, tanto más; todo lo contrario.

            En su “Lenguaje e Ideología” (1986) Oliver Reboul establecía que una de las características del discurso de los poderes hegemónicos es, precisamente, el establecerse como el único discurso público, sin posibilidad de establecer un diálogo con otras voces o de que éstas siquiera sean escuchadas. Para ello estos poderes pueden valerse de estrategias que van desde la abierta represión a las voces disidentes, hasta el cooptarlas o, simplemente, fingir un “diálogo” con falsas voces de una falsa disidencia.

            En México hasta el salinato y su epílogo encabezado por Ernesto Zedillo, la estrategia a seguir era simplemente la primera; eliminar (ya fuera por violencia de Estado o a través de asfixia económica) a las voces opositoras. Sin embargo en este periodo también empieza a gestarse un cambio, a fin de fingir una “apertura democrática” que sólo existía mientras las “voces opositoras” les fueran cómodas o, al menos, inocuas.

            De ahí el surgimiento, durante la administración de Fox y el espuriato de Calderón, de medios supuestamente “independientes” como Expansión, Animal Político o los espacios de Carmen Aristegui, cuya única función era fingir una “apertura democrática” apegada a un guion planificado desde las oficinas del poder económico. El salirse de éste era fuertemente castigado, como la propia Aristegui (hoy tan servil a ese mismo poder económico) atestiguó con el cierre de sus espacios cuando cuestionó sobre el alcoholismo de Calderón y la llamada “casa blanca” de Peña Nieto.

            Durante este periodo es que voces como Dresser, Núñez Albarrán, Peniley Ramírez, Artículo 19, R3D MX se posicionan como “defensores de la libertad de expresión” y “críticos del poder”, siempre siguiendo el guion que ese mismo poder establecía.

            2018 marcó el rompimiento de ese sistema, en parte (aunque no principalmente) gracias a las contradicciones de ese mismo sistema.

            De pronto estas voces, acostumbradas a ser las únicas interlocutoras con un poder al que eran serviles, fueron expulsadas de los salones del gobierno y vieron que otras voces, aquellas a las que acallaban y negaban, ocupaban los canales y espacios que creían suyos.

            De ahí su permanente campaña en contra de los espacios en los que estas voces son escuchadas y difundidas (no sólo contra las “mañaneras”, en esta lógica también se inscribe el cambio de línea editorial de medios como Proceso y el alejamiento de este medio de plumas realmente críticas como Álvaro Delgado o Fabrizio Mejía), para intentar regresar al tiempo en que sólo sus voces eran escuchadas.

            A Dresser, Núñez Albarrán, Artículo 19, R3D MX, Aristegui Noticias y tantas otras voces, la libertad de expresión y el diálogo les importan un pito; sólo quieren que el discurso del poder al que son serviles sea el único que se escuche.

 

Mario Stalin Rodríguez

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