jueves, mayo 21, 2020

LOS PASOS DE TERE

Mi madre tenía poco más de 60 años cuando detuvo sus pasos y es su historia, la historia de este país.
            Mi madre llegó a la ciudad de México huyendo de la pobreza rural y aquí fue creciendo y construyendo su vida, forjando amistades y conciencia.
            Mi madre estudió en la vocacional número siete, cuando se encontraba a un costado de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Ahí participó en las movilizaciones estudiantiles de 1968 como una militante de base; volanteando, boteando, haciendo mítines relámpago en mercados populares.
            Y participó en la defensa de su escuela cuando el ejército la tomó por sangre y fuego en Septiembre de aquel año, quienes la conocieron en ese entonces dicen que armaba bombas molotov en garrafones de agua.
            Sobrevivió a la noche en que decenas de estudiantes fueron asesinados y sepultados en una fosa común en el patio trasero de la escuela (descubierta en 1981, durante los trabajos de ampliación del comedor del hospital en el que se transformó aquella escuela) o desaparecidos, probablemente prisioneros en el campo militar número 1 y víctimas de los vuelos de la muerte sobre el golfo de México.
            Sobrevivió y sus pasos la llevaron a la Plaza de las Tres Culturas la tarde-noche del 2 de Octubre... Perdió un zapato aquella noche, pero siguió caminando.

Mi madre tenía poco más de 60 años cuando detuvo sus pasos... Los mismos pasos que la llevaron a participar en los movimientos clandestinos de los 70, durante la guerra sucia que el gobierno PRIista emprendió contra la oposición política.
            Y entró a trabajar en la Universidad Autónoma del Estado de México y, en reuniones clandestinas, empezó a forjar un sindicato verdadero que se enfrentara a la organización blanca que dominaba aquella casa de estudios.
            Fue reprimida y despedida.
            Sin el apoyo de una pareja, con tres hijos pequeños y una niña recién nacida, mi madre se sostuvo de trascribir a máquina mecánica textos académicos, políticos, literarios y hasta cartas.
            Y sus pasos la llevaron a marchar con mi hermana en brazos, los más de 80 kilómetros que separan Toluca, capital de Estado de México, del Zócalo de la ciudad de México para exigir su reinstalación.
            Y siguió caminando.

Fue trabajadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia y ayudó a consolidar y defender la incipiente democracia de su representación sindical.
            Y siguió caminando... Apoyó recolectando y repartiendo víveres entre los campamentos de damnificados después del sismo de 1985.
            Se sumó a la campaña electoral de Cárdenas en 1988 y participó en las movilizaciones en defensa del voto tras el fraude electoral que elevó a Salinas de Gortari a la presidencia de la república.
            Y siguió caminando... En 1994 se sumó a las movilizaciones que obligaron al salinato a negociar la paz con el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.
            Y celebró junto al movimiento democrático nacional el triunfo de la oposición en las primeras elecciones para elegir al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México en 1997.
            Y se sumó a las movilizaciones que, en 1999, siguieron a la traición de Zedillo a los acuerdos de firmados entre su gobierno y el EZLN en San Andrés.
            Y siguió caminando...

Antes, a principios de los 90, con más de 40 años y una hija pequeña que recién dejaba los brazos, mi madre volvió a estudiar y se recibió con honores.
            Y siguió caminando...

En 2001 sufrió un infarto y a partir de entonces un marcapasos le acompañó en su caminar.
            Se sumó a las movilizaciones en contra del “desafuero” que el gobierno de Fox montó en contra de López Obrador, entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, entre 2004 y 2005.
            Y apoyó su candidatura presidencial en 2006 y las movilizaciones en contra del fraude electoral que llevó a Calderón a la presidencia... Cargaba con orgullo en su cartera la credencial que la acreditaba como parte de las “Adelitas” en defensa de Obrador (folio 0349613).
            Y siguió caminando.
            En Abril de 2011 se sumó a la manifestación multitudinaria en contra de la “Guerra Contra el Narcotráfico” que Calderón declarara y el baño de sangre que ésta trajo consigo.
            Y siguió caminando... Hasta que hoy, hace justo nueve años, detuvo sus pasos.

En la madrugada del 21 de Mayo de 2011 mi madre se marchó, pero sus pasos no se han detenido.
            De una manera u otra, los pasos que llevaron al triunfo de López Obrador en la contienda electoral de 2018 fueron, también, los pasos de mi madre.
            Como lo son también los pasos que mi familia sigue dando, no sólo mis hermanas y hermanos; mi familia toda, a quienes me une el cariño, la historia y, por supuesto, los pasos de mi madre.
            A través de nuestros píes mi madre sigue caminando hoy, a nueve años de su partida.

Mario Stalin Rodríguez

In Memorian
María Teresa Cuéllar Salinas
1950 - 2011

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3 Comments:

Blogger jazza said...

Muy bien pero creo que es breve y Doña Tere hizo muchas cosas más, promovió en la ENAH una guardería no solo para trabajadores sino para toda la comunidad, ayuda que me permitió a mi concluir una maestría y también participó solidarizándose con la huelga del 99 de la UNAM brindando espacio para relatar lo que estaba ocurriendo y seguramente hay otras acciones sindicales de las que yo no tuve conocimiento.

7:25 a.m.  
Blogger Necio Hutopo said...

Efectivamente, @jazza, mi madre hizo muchas más cosas que las aquí relatadas... Tantas que sería imposible que una única persona las recordara todas.
Creo, entonces, que por eso es importante socializar nuestros recuerdos, para crear en conjunto un retrato mucho más amplio de una época y de quien la vivió.
Y por eso, justamente, agradezco lo que compartes.

9:08 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy hermoso y sentido homenaje a esa madre y por extensión a las madres luchadoras de
América latina en general

3:47 p.m.  

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