miércoles, julio 26, 2017

EL CAMINAR DE LOS MUERTOS

A decir verdad, no tenía intención de mostrar este texto por aquí y, si legaba a hacerlo, lo ideal sería ponerlo hacia finales de Octubre o principios de Noviembre por razones más que obvias. Hoy, de hecho, quería hablar de perros, pero revisando el texto que había preparado, me di cuenta de que se necesitaba cierto contexto sobre cierto papel mítico que en algunas culturas se les asignaba.
Así que retomo este texto de 2009 donde se habla un poco de ello, aunque sólo se toque de manera un tanto tangencial... 


Atavío de Mictecacíhuatl según el Códice Borgia.

El Mictlan en la mitología mexica era el nivel inferior de la tierra, el hogar de los muertos y, de acuerdo a algunos estudiosos, se encontraba al Norte (otros especialistas lo ubican en el centro de la Tierra). Los guerreros, hombres y mujeres, que morían en el campo de batalla y las mujeres que morían en el parto no iban al Mictlan sino al Ilhuicatl Tonatiuh (Camino del Sol); los "muertos por agua" (ahogados, tocados por un rayo o de hidropesía) iban al Tlalocan y los muertos antes de nacer regresaban al Chichihuacauhco (Lugar del árbol amamantador).
            Al Mictlan sólo llegaban aquellos que morían por enfermedad o muerte natural. En estas tierras gobernaba Mictlantecutli (o bien, su advocación femenina, Mictlancuhuatl, presentada por algunos autores como su esposa).
Para que el Tlalli (alma) llegará al descanso eterno, se tenia que hacer un duro viaje de cuatro años por los nueve niveles del Mictlan, para el cual (de acuerdo a algunos documentos) contaban con la ayuda del guardián del más allá, Xólotl (hermano gemelo de Quetzacoatl, representado como un perro).
Las nueve dimensiones del Mictlan eran:
1.- Apanohuaia o Itzcuintlan: Aquí había un río caudaloso, la única manera de cruzarlo era con ayuda de Xólotl (o Ahuizotl en otras versiones). Si en vida se había tenía perro o, teniéndolo, maltratado a éste, el muerto se quedaba en esta dimensión por toda la eternidad.
2.- Tepectli Monamictlan: Lugar donde los cerros chocan entre si. El difunto debía cruzar a través de estos sin ayuda alguna y era despojado de sus ropajes.
3.- Iztepetl: Cerro de navajas, este lugar se encontraba erizado de pedernales y debía atravesarse desnudo.
4.- Izteecayan: Lugar en el que sopla el viento de navajas, este era un sitio con una sierra compuesta de ocho colinas en las que nevaba copiosamente.
5.- Paniecatacoyan: Lugar donde los cuerpos flotan como banderas; este lugar estaba al pie de la última colina del Izteecayan y ahí empezaba una zona desértica muy fría, compuesta de ocho páramos que había que recorrer.
6.- Timiminaloayan: El lugar donde flechan, aquí se decía era un sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas hasta acribillar a los pasantes.
7.- Teocoyocualloa: Lugar donde las fieras se alimentan de los corazones. En este pasaje, un jaguar abría el pecho del difunto para comerle el corazón, ya sin este órgano, la persona caía en un charco donde era ferozmente perseguida por un caimán.
8.- Izmictlan Apochcalolca: El camino de niebla que enceguece, en este lugar; se tenían que vadear nueve ríos antes de llegar al sitio donde le esperaba su descanso mortal.
9.- Chicunamictlan: Aquí las almas encontraban el descanso anhelado. Era el más profundo de los lugares de los señores de la muerte.

            No pocos textos identifican en este mítico peregrinar una alegoría de la migración chichimeca que culminó con el asentamiento de los mexicas en un islote del lago de Texcoco y la fundación de Tenochtitlan, pues es posible identificar lugares geográficos reales que asemejan a los descritos en el mito.
            Cabe subrayar que, de acuerdo a no pocos especialistas, la religión mexica no contemplaba la vida eterna del alma, pues al llegar al noveno cielo, en palabras de Sahún, los muertos “acababan y fenecían”, es decir; agotaban su existencia. En general, se entiende que en el novemos nivel, los hombres, ya sin posesiones materiales ni memoria (que habían perdido junto a sus ropajes y corazón), se fundían con el mundo y pasaban a formar parte de todos los seres vivos.

Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Departamento de Comunicación Educativa
Museo Nacional de Antropología
México

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