miércoles, mayo 03, 2017

Indignos e Indignadas

AUTOCRÍTICA


No soy mucho de repartir o lucir credenciales, supongo que las ideas y acciones colocan a cada quién en su justo sitio. Será por eso que, en general, no me preocupa demasiado si, en tanto varón heterosexual, pueda o no ser feminista o simplemente considerado como aliado (perdóneseme el uso de la cursivas).
            No se me malinterprete; no hay aquí un baño de pureza hipócrita. Por supuesto hubo un tiempo en que la artificial discusión me parecía trascendente... Como lo hubo en el que suscribí, creía yo, con argumentos, la imbecilada de “ni machismo ni feminismo, igualitarismo”... Es decir, en su momento y porque todos hemos sido idiotas en alguna circunstancia, habría sido capaz de llamara “feminazis” a ciertos colectivos, si en aquel entonces el término hubiera estado tan de moda entre los idiotas como ahora.
            Sí, hace tiempo fui un imbécil machista... Aunque, seguramente, jamás habría usado esa palabra para describirme; al igual que muchos habría preferido “igualitarista” o “humanista”...
            Y sí, en aquel entonces como ahora, sabía que en este contexto ambos términos significan lo mismo; machista... Pero no lo habría admitido, porque era un idiota.

No, no sé el cómo llamarme ahora, el hacerlo se lo dejo a quienes reparten carnets y etiquetas. Me conformo con ser consciente de que fui un idiota e intentar dejar de serlo... Finalmente, es sólo nuestra capacidad de autocrítica y autodeconstrucción lo que nos permite construirnos y reconstruirnos como actores sociales.
            Y de autocrítica y autorreconstrucciones se trata todo esto.
            El primer paso es, por supuesto, darse cuenta de que uno ha sido o está siendo un idiota... Y acercarse a todo aquello que nos permita dejar de serlo.
            Supongo y perdóneseme el banal símil, que es un poco como aprender matemáticas o cualquier otro conocimiento útil en la vida... Si descubres que eres malo para el cálculo, el álgebra y la aritmética, tienes dos opciones; alejarte de todo ello y tratar de justificar que, en realidad, nada de esto es importante para el día a día... O bien estudiar hasta que aprendes las reglas de funcionamiento de todo ello y descubres como mejoran la forma en que te enfrentas al mundo.
            Algo así fue mi acercamiento a los feminismos...

Por supuesto no se trató de una súbita inspiración celestial.
            Fue, más bien, que descubrí lo que el machismo descarado y actitudes como mi, en aquel entonces, machismo enmascarado, le hacían a mujeres cercanas... Y me vi obligado a replantearme.
            Y lo primero que uno descubre al acercarse al feminismo es que no hay un único feminismo ni, por supuesto, una única forma de entenderlo... Hay feminismos, muchos, cada uno construyéndose, criticándose y reconstruyéndose desde el interior y en su relación con otros feminismos...
            Y, conforme uno va dejando de ser idiota, va descubriendo el cómo insertarse en todo este complejo panorama y cuál puede ser su papel en ello... Y no, por supuesto, éste último no puede ser el explicarle a los feminismos el cómo deberían ser.
            No se trata, claro, de que los varones deban quedar fuera del debate interno de los feminismos, o que no puedan tener una opinión (ni expresarla) sobre las formas y prácticas de estos... Es sólo el entender que los varones no somos el objeto de los feminismos y que, por ende, no podemos (ni debemos) buscar protagonizar ni la lucha ni el análisis de estos movimientos.
            Conforme uno va dejando de ser idiota, va dándose cuenta de que el papel de los varones heterosexuales en los feminismos es, básicamente, el hacer la autocrítica y darse cuenta de qué tan idiotas han sido y pueden seguir siendo.
            Sí, porque conforme uno va dejando de ser idiota, debería ser capaz de darse cuenta de cuáles de sus prácticas cotidianas son formas de seguir siendo idiota, así sea inconscientemente...
            Y señalar, por supuesto, cuando alguien más está siendo un idiota...

Mario Stalin Rodríguez

Este texto surge de un "intercambio" que he mantenido más allá de lo sano en el librocara. "Intercambio" que se ha caracterizado, principalmente, por la necia sordera de mi "interlocutor" a todo aquello que contradiga desde la realidad sus prejuicios... Y, dado que los "argumentos" que él ha enarbolado son muy similares a algunos de los que yo podría haber usado cuando era un idiota y puesto que una de sus reiteradas "peticiones" tiene que ver con "autocríticas desde el feminismo"...
Pues eso, por ser estas fechas tan cercanas a cierta fecha, ensayo este acercamiento a mi autobiografía no autorizada...

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