LOS FALSIFICADORES DE LA DEMOCRACIA (y 02)
Ataduras
“Lo malo de quienes creen que todo tiempo
pasado fue mejor, es que intentan contribuir a ello”.
Perich
Supongo que la imagen será familiar a más
de uno. En una habitación hay un grupo de 50 chimpancés, en medio de ésta, una
escalera metálica y, sobre ella, un suculento plato de frutas.
El
problema; la escalera está electrificada, de tal manera que cuando un simio
intenta alcanzar la fruta, sufre una descarga eléctrica. Después de que los
primeros intrépidos son “castigados”, el grupo “aprende” que intentar alcanzar
la fruta es peligroso… Y cuando algún otro intenta la hazaña, es “prevenido”
por medio de gritos y hasta agresiones físicas.
Después
de cierto tiempo, cinco de los 50 chimpancés son sustituidos por nuevos simios,
unos que no conocen el “peligro” de intentar alcanzar la fruta, por lo que lo
primero que hacen es dirigirse hacia la escalera; los 45 “veteranos” se los
impiden con gritos y agresiones físicas.
Cada
cierto tiempo, otro grupo de cinco “veteranos” es sustituido por “novatos” y,
en cada ocasión, cuando los recién llegados intentan acercarse a la escalera,
son disuadidos de ello por medio de gritos y agresiones físicas.
Finalmente,
todos los 50 chimpancés del principio son sustituidos por otros, ninguno de
ellos sabe el por qué no deben acercarse a la escalera. Tanto más; hace tiempo
que la corriente eléctrica fue cortada y, por ende, cualquiera podría llegar a
la fruta... Pero, cuando una nueva sustitución es realizada y los recién llegados
intentan acercarse a la escalera, son atacados con violencia para impedírselos.
Recordémoslo;
ninguno de los chimpancés actuales sufrió la descarga eléctrica ni fue testigo
de que otro la sufriera, de hecho; el “peligro” de la electricidad hace rato
que dejo de existir; impiden el acceso de los “novatos” a la fruta y se privan
a sí mismos de ésta, sólo porque a ellos otros se los impidieron...
Atavismos,
simplemente; “siempre ha sido así”.
Tal vez una de las más comunes
falsificaciones de la democracia es, justamente, el “siempre ha sido así”. Lo
curiosos de todo ello es que no es privativo de organizaciones con una larga
historia, sino que se encuentra presente incluso en organizaciones emergentes.
Se
trate de partidos políticos, movimientos sociales, organizaciones no
gubernamentales, sindicatos o cualquier otro etcétera; los atavismos son
empleados, siempre en nombre de la democracia, para impedir que nuevas formas
de organización se inserten en la enquistada vida de las organizaciones.
En
el fondo de todo esto, subyace la infantil idea de que lo que alguna vez fue,
será siempre así... Finalmente, ninguna organización social, incluso las
coyunturales o emergentes, es completamente “nueva”; arrastra tras de sí la
larga historia de otros movimientos similares, de otras luchas en las que sus
integrantes han participado o, cuando menos, conocen de segunda o tercera mano
o por lo que han leído.
Es
decir; la fruta es inalcanzable, ya sea porque la escalera estába electrificada
la primer vez que lo intentaron o, peor aún, alguien más les ha dicho que lo
está y, simplemente, han preferido creerlo antes que comprobarlo intentando
subir por ellos mismos.
El
asunto es que la escalera, si bien lo estuvo en el pasado, no necesariamente
está electrificada en la actualidad. La historia es un fluido dinámico; las
sociedades cambian, el marco legal cambia, el contexto laboral cambia... Todo
cambia, menos las organizaciones inmovilizadas por sus atavismos.
“Siempre ha sido así”, dicen. “Ha
funcionado por 30, 40, 50 o ene número de años”, continúan. “Más vale malo por conocido”,
rematan en el peor de los escenarios, “que bueno por conocer”. Y, como son muy
demócratas, para apoyarse enarbolan la “opinión” de una mayoría convencida de
los mismos argumentos.
Aunque,
como queda demostrado, no siempre la “opinión” de las mayorías es democracia...
Porque la democracia pasa, necesariamente, por el que toda voz sea escuchada y
toda acusación probada y no por el “siempre ha sido así”.
En
el fondo, lo que subyace en todos los atavismos y la forma en que estos afectan
la vida democrática de las organizaciones sociales, tiene que ver con el temor
de los grupos que, en determinadas circunstancias, ostentaron el poder en
éstas... Al cambiar las circunstancias, las razones para que aquellos
permanezcan en la dirigencia desaparecen y los motivos detrás de sus prácticas,
pierden todo sentido.
Es
decir, como en otros casos de democracia falsificada, el motivo final de los
atavismos es perpetuar en el poder a un único grupo.
Así
que, para ellos, es mejor el “siempre ha sido así”, “ha funcionado por 30, 40,
50 o ene número de años” y “más vale malo por conocido”... Y seguir actuando
como si, efectivamente, los escenarios fueran los mismos.
Pero
la historia es un fluido dinámico; las sociedades cambian, el marco legal
cambia, el contexto laboral cambia... Y las organizaciones sociales, sean
partidos políticos, movimientos coyunturales, organizaciones no
gubernamentales, sindicatos o cualquier otro etcétera, están obligadas a
cambiar, a adoptar nuevas prácticas y formas de organizarse... O morir por
propia mano, víctimas de sus atavismos, del “siempre ha sido así”.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El patético usurpador, Opinión
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