miércoles, abril 26, 2017

SAPIOFILIA

El tacto le resulta extraño; sus apéndices van recorriendo la tersa exodermis de la criatura y, para su sorpresa, se encuentra disfrutándolo...
            De acuerdo a lo que siente, la especie de la criatura debió tener, hace mucho tiempo, el cuerpo cubierto por un fino vello. En la actualidad son lampiños, pero conservan poros capilares vestigiales en algunas zonas del cuerpo, sobre todo alrededor de los órganos genitales.
            Conoce la anatomía de la criatura perfectamente, los suyos llevan mucho tiempo estudiando a la especie... Recorre a lo largo de las vértebras torácicas, hasta las lumbares... Lo hace una y otra vez, el concepto de cuerpos óseos le resulta tan extraño como fascinante.
            Finalmente, el apéndice llega hasta la el tejido adiposo... Localiza el centro y empieza a penetrar con gentileza... La criatura emite un sonido de negación, pero el tono no parece corresponder al sentido.
            A eso se le dificulta interpretar el lenguaje oral... Entre los suyos la comunicación es táctil, aprovechando la capacidad de modificar la textura de su exodermis y las glándulas excretoras de hormonas... Tal vez no interpretó bien los deseos de la criatura, así que empieza a retirar su apéndice, pero ella le detiene con su apéndice prensil...
            Lentamente, subiendo a través de la parte superior de los apéndices de apoyo de la criatura, otro apéndice hidrostático llega hasta el órgano sexual... Y penetra.

Todo empezó cuando el artefacto se estrelló contra su planeta.
            Tardaron mucho en lograr interpretar el mensaje contenido en el disco de metal que acompañaba, sobre todo porque los conceptos les resultaban extraños... Sólo el reconocimiento de los patrones de sonido les permitió empezar a descifrar aquello.
            No era la primera vez que se encontraban con especies autoconscientes, de hecho, experiencias anteriores los habían vuelto desconfiados... pero algo en la aparente fragilidad de estas criaturas despertó su curiosidad, así que emprendieron el viaje para encontrarles.

Nunca esperó encontrarse a sí misma en esta situación.
            El contacto con los “calamares” había sido violento... No por parte de aquellas cosas, por supuesto; sólo habían aparecido ante la colonia espacial, emitiendo música...
            De hecho, eso era un prisionero... Y ella la encargada de intentar comprender a su especie... Pronto le fue evidente que la “música” que emitía no era su “idioma” natural, sino un intento de imitar los patrones lingüísticos humanos...
            El proceso fue largo, lleno de fallos. Hasta que, finalmente, pudieron empezar a comunicarse...

El concepto de “sexo” le resulta extraño... Prácticamente inmortales, la reproducción entre los suyos ocurre en raras ocasiones y ocurre por partogénesis individual.
            La idea fue de la criatura; ya que eso podía imitar los patrones de sonido que conformaban su lenguaje, intentarían una comunicación táctil, obviamente limitada por la incapacidad de la especie humana de variar las texturas de su exodermis.
            Empezaron probando con tacto en los apéndices prensiles y el rostro de la criatura, sin grandes resultados... Hasta que ella llevó uno de los apéndices de eso hasta el interior de su orificio bucal.
            Las sensaciones fueron distintas al tacto de la exodermis, aunque eso no podo descifrarlas, lo cierto es que eran más familiares que los patrones de sonido... Así que la criatura sugirió probar otros “caminos”, que le permitieran a eso llegar hasta otras texturas y glándulas...


Mario Stalin Rodríguez

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