VERSIONES XII
Atónito, observa el número parpadeante de la contestadora telefónica del departamento de María. En las últimas semanas ha hecho del venir aquí por las tardes una costumbre clandestina. Se ha asegurado de no dejar ningún rastro visible de su constante presencia entre estas cuatro paredes y a nadie ha hablado de sus viajes hasta acá.
Aún así, observa el número parpadeante en la contestadora telefónica, la cual ha estado encendida tantos años sólo porque a María le disgustaba perder las llamadas por el simple hecho de no estar en casa. Mensualmente paga el recibo a la compañía telefónica, a ella le disgustaba tanto cuando cortaban el servicio por retraso; sabe a ciencia cierta que nadie ha llamado a o desde este departamento en, por lo menos, cinco años.
Nadie tiene este número y quien pudiera tenerlo hace años que lo ha perdido u olvidado, pero un mensaje aparece insistente en la pantalla...
Soy yo, no se sorprenda... Si ha visto dentro del sobre, deberá saber que no me es difícil localizarlo, que sé... Que saben de usted muchas cosas, desde hace más tiempo del que se imagina.
Reconoce la voz ronca, enferma, el hablar apresurado. De nuevo se escucha el accionar de una grabadora al otro lado de la línea...
Verás, es sobre fantasmas... Sí, sí, sé que no la conocí tan bien como tu, o tal vez sí, hasta entre tu y yo hay alguno secretos, ¿no es así?
Pero me estoy desviando del tema. Se trata, te decía, de fantasmas... ¿Cómo te lo digo? Mira, a algunos les da por hablar con los que se quedaron. No tiene nada que ver sesiones espiritistas; es sólo un asunto de nostalgia.
Otros, simplemente nunca se fueron; sólo desaparecen, pero no se van... Ese el caso de quien hoy nos ocupa; por ahí camina su fantasma. No busques en los lugares de su muerte, es mejor hablar con quienes fueron su vida cotidiana; no los momentos culminantes, sino los que ayudaban a construir cada día igual y distinto al anterior.
...
Hay una cosa más, pero tampoco sé cómo decírtela. Mira, algunos fantasmas ni se van ni desaparecen, sino que te buscan...
Nunca hemos sido buenos para despedirnos ¿verdad? A la fecha no te he dejado marchar del todo y, créeme, eres tu el que me mantiene por ahí de cierta forma.
Nunca fuimos buenos para despedirnos, pero ha llegado la hora de decir adiós... Al menos por el momento.
Era su voz, aún deformada por el aparato telefónico, a quince años de distancia; era su voz. Incluso su manera de hablar, los suspiros que suplantaban silencios, la risita incómoda cuando no sabía qué decir o cómo decirlo.
Recordaba la conversación; una llamada telefónica cuando él, en una de sus constantes ausencias, se encontraba lejos de la ciudad, trabajando. Una amiga mutua había muerto, lo recuerda, y él se reprochaba no haber estado ahí en los últimos momentos.
Se escuchó detenerse la grabadora y Erick tomó de nuevo la voz.
Volveré a comunicarme, es peligroso hablar demasiado tiempo... Incluso así, incluso si ellos no saben aún que usted sabe.
Héctor, de manera automática, sacó el mini-cassette de la grabadora y lo guardó en su mochila. Salió del departamento sin cerrar la puerta y bajó corriendo las escaleras.
Nadie tiene este número y quien pudiera tenerlo hace años que lo ha perdido u olvidado, pero un mensaje aparece insistente en la pantalla...
Soy yo, no se sorprenda... Si ha visto dentro del sobre, deberá saber que no me es difícil localizarlo, que sé... Que saben de usted muchas cosas, desde hace más tiempo del que se imagina.
Reconoce la voz ronca, enferma, el hablar apresurado. De nuevo se escucha el accionar de una grabadora al otro lado de la línea...
Verás, es sobre fantasmas... Sí, sí, sé que no la conocí tan bien como tu, o tal vez sí, hasta entre tu y yo hay alguno secretos, ¿no es así?
Pero me estoy desviando del tema. Se trata, te decía, de fantasmas... ¿Cómo te lo digo? Mira, a algunos les da por hablar con los que se quedaron. No tiene nada que ver sesiones espiritistas; es sólo un asunto de nostalgia.
Otros, simplemente nunca se fueron; sólo desaparecen, pero no se van... Ese el caso de quien hoy nos ocupa; por ahí camina su fantasma. No busques en los lugares de su muerte, es mejor hablar con quienes fueron su vida cotidiana; no los momentos culminantes, sino los que ayudaban a construir cada día igual y distinto al anterior.
...
Hay una cosa más, pero tampoco sé cómo decírtela. Mira, algunos fantasmas ni se van ni desaparecen, sino que te buscan...
Nunca hemos sido buenos para despedirnos ¿verdad? A la fecha no te he dejado marchar del todo y, créeme, eres tu el que me mantiene por ahí de cierta forma.
Nunca fuimos buenos para despedirnos, pero ha llegado la hora de decir adiós... Al menos por el momento.
Era su voz, aún deformada por el aparato telefónico, a quince años de distancia; era su voz. Incluso su manera de hablar, los suspiros que suplantaban silencios, la risita incómoda cuando no sabía qué decir o cómo decirlo.
Recordaba la conversación; una llamada telefónica cuando él, en una de sus constantes ausencias, se encontraba lejos de la ciudad, trabajando. Una amiga mutua había muerto, lo recuerda, y él se reprochaba no haber estado ahí en los últimos momentos.
Se escuchó detenerse la grabadora y Erick tomó de nuevo la voz.
Volveré a comunicarme, es peligroso hablar demasiado tiempo... Incluso así, incluso si ellos no saben aún que usted sabe.
Héctor, de manera automática, sacó el mini-cassette de la grabadora y lo guardó en su mochila. Salió del departamento sin cerrar la puerta y bajó corriendo las escaleras.
Mientras lo mira ir y venir a lo largo de la casa, desordenando cajones, sacando cosas largamente guardadas y murmurando incoherencias; Diana se preocupa y disgusta alternativamente.
En el suelo termina el jarrón que trajeron de su primer viaje juntos fuera del país; otros trozos de cristal en el piso fueron, en su momento, el regalo de navidad que tanto le costó escoger cuando apenas empezaba a salir con él.
En la recamara, Héctor abre el cajón destinado para la ropa interior de Diana, desordena su contenido y vuelca todas las prendas en el suelo. Abre el armario donde guarda sus trajes (aquellos que nunca se pone, los que huelen a humedad), en fondo, por fin, encuentra la grabadora que usaba cuando estudiante.
No es un gran tesoro, en realidad; una reliquia más digna de un museo que de uso, pero reproduce mini-cassettes. Eso, claro, en el remoto caso de que después de tanto tiempo funcione aún.
Etiquetas: Versiones
8 Comments:
" a fuerza de convivir " Ufff ¿ esa fuerza es la que nos mantiene juntos? no es lo mismo juntos que unidos No claro que no Si estas unido igual es que estas atado y entonces no te puedes menear. Tengo el cerebro ligeramente agujereado ultimamente.
Me da un poco de corte ser la primera Un abrazo
¡Qué hombre! ¿Pretende encontrar el reproductor en el cajón de la ropa interior de ella? Demasiado… ella no ha podido desarrollar tanta tolerancia… Con mi madre lo mandaba yo, verás la que le caía…
Por lo demás bien, sigue intrigante así que bien.
Kisses
A veces viene bien guardar las cosas...
Bueno guapo, no digo más que se me puedo desvelar algo y no tiene ni chispira de gracia.
Besicos
Pues miren que he esperado hasta estas horas para ver si alguine más comentaba algo... pero va a ser que esta semana voy a tener menos visitas que las anteriores... No lo sé de seguridad, porque mi fabuloso contador se ha dedicado a anunciarme pisos en Madrid (QUE VIVO EN OTRO CONTINENTE)...
Driada. Convivir no es atarse... Bueno, a veces sí... Otras, es liberse juntos.
Gata. Si te intriga... Participa en el concurso, es fácil ganar y la satisfacción estña garantizada... Disfrute de su premio o le devolvemos su dinero (total, participar es grátis)
Nani. Gracias por el spoiler warning...
Mario lo siento, sabes que no sé inglés y el traductor solo me dice "spoiler de alerta", así que, o soy muy torpe o no me entero.
Pero bueno, aprovecho pa dejarte otro besico, esos son gratis y no me cuestan trabajo. ¡Una que de vez en cuando es asi efecto la servesilla que me estoy tomando, ale,a tu salud y a la de la alegría!
Más besicos.
Bueno va, lo mismo me animo pero si te digo la verdad no querría tener la novela, me la leería en dos días y ya no tendría gracia… Cuando acabo un libro o algo muy rápido me da pena y siempre pienso que debía haberlo racionado, para que luego no me sepa a poco… Pero el dibujo me muero por tenerlo la verdad… En fin, lo mismo dedico alguno de mis ratos de total flojera para rebuscarle en sus unos y ceros, que veo que no es muy difícil…
Por cierto, no se me queje tanto, conseguir un piso en Madrid no es cosa baladí… que si, que usted vive en otro continente, pero joder, si empezamos poniendo tantas pegas no hay negocio… Siempre podría cambiar de contador.
Kisses
P.S. La bajada de visitas que todos tenemos se debe al verano, el periodo vacacional y materia de ese calibre… una pena
He pasado por aqui...y la verdad q he quedado impactada con tu forma de escribir...tienes tanto material aca, q pasare buen tiempo pegada a tu blog para ponerme al día y poder comentar tus post..
me tendras por aca de vez en cuando.
Saludos Nocturnos.
Me gusta mucho lo que leí hasta ahora. Es que lleva un poco de tiempo dejar algún comentario que diga algo más que "me gustó"...
Beso
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