lunes, agosto 21, 2006

¿Igual que 1988?

Ana María Aragonés

¿Igual que 1988?

Se escucha con frecuencia que estamos viviendo la misma situación derivada del 6 de julio de 1988, cuando Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Salinas de Gortari eran los candidatos a la Presidencia de la República y el candidato del PRI fue declarado presidente electo por la Cámara de Diputados. La sensación de fraude fue generalizada, pues tras la tristemente famosa "caída del sistema", el sistema "se calló" después de que Manuel Bartlett Díaz anunció que los resultados electorales no podrían ser entregados inmediatamente. El hecho generó de entrada enorme desconfianza y más adelante la casi certeza de que se estaba fraguando el fraude, ya que los votos que en forma mayoritaria estaban llegando eran para el ingeniero Cárdenas.

A pesar de todos los reclamos de la oposición, no sólo no se aceptó que se contaran nuevamente los votos o, en su caso, se anulara la elección, sino que en malévola alianza PRIAN, que se ha mantenido a lo largo de todos estos años, las boletas fueron quemadas, lo cual dejaba claro que Salinas era un presidente impuesto a través del fraude. Hubo muchas manifestaciones de la sociedad; la última fue al siguiente domingo en el Zócalo de la capital, donde Cárdenas iba a plantear su posición. Ni qué decir que la plancha se llenó como nunca, pues se esperaban sus palabras para acordar las acciones que se tomarían para enfrentar una situación que simplemente no podía aceptarse. Y vino la terrible decepción: Cuauhtémoc Cárdenas en pocas palabras dijo que ahí se acababa todo.

La debilidad de Cárdenas tuvo consecuencias nefastas para el país. En primer lugar, se malogró la histórica oportunidad de iniciar el tránsito a la democracia, cosa que todavía ahora seguimos esperando. Se perdió la posibilidad de empezar a crear una sociedad más justa, con políticas económicas y sociales que hubieran permitido superar las enormes desigualdades de la sociedad mexicana y crear el ambiente político y social propicio para que todos los individuos tuvieran la oportunidad de realizar sus capacidades y, como dice Savater: "poder cumplir lo mejor de sí mismo".

Salinas de Gortari continuó el modelo iniciado en el sexenio de Miguel de la Madrid, profundizando los problemas económicos y sociales de la población; firmó un Tratado de Libre Comercio que no sólo ha devastado al campo, sino a las industrias nacionales y que nos ha convertido en un país maquilador, entre otras afectaciones. Y ésta es la política que se ha mantenido prácticamente sin cambio hasta 2006 bajo la conducción de Vicente Fox.

Algunos testimonios muestran la grave situación por la que está atravesando el país. De acuerdo con los datos de 2006 que presenta el Banco de México, el salario real ha sufrido una caída de 30 por ciento entre 1990-2005; de acuerdo con el Consejo Nacional de Población, la migración internacional se ha disparado, pues la población mexicana residente en Estados Unidos pasó de 5 millones 413 mil 82 en 1990 a 10 millones 230 mil 89 en 2004, es decir, se incrementó en 89 por ciento, y los migrantes indocumentados, que en 1986 eran cerca de 1.5 millones, ahora, según el Pew Hispanic Center, ascendieron a cerca de 6 millones para el año 2005. La pobreza ha pasado de 79.8 por ciento en el año 2000 a 80.4 en 2004, de acuerdo con el investigador Julio Boltvinik (La Jornada, 18 de septiembre de 2005).

La diferencia con el momento actual es abismal, pues el candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, ante la cantidad de irregularidades mostradas en esta elección no ha dejado a sus seguidores "en la estacada". Está dispuesto a luchar por la democracia, que pasa, entre otras cosas, por la limpieza de la elección y por el sufragio efectivo.

El movimiento de resistencia civil pacífica que están llevando a cabo en la capital de la República los seguidores de López Obrador muestra no solamente su decisión de no permitir que nuevamente se nombre un presidente que no haya ganado limpiamente -de ahí la exigencia del "voto por voto y casilla por casilla"-, sino el hartazgo por la situación de marginalidad en que el sistema ha colocado a la mayoría de la población. Es un movimiento pacífico y sin duda de enormes sacrificios, consciente de que "defender la justicia y la dignidad humana requiere del activismo y de inmensos recursos de voluntad", tal como diría el doctor Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi.

amaragones@gmail.com

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