martes, abril 12, 2022

PornWeek 2022

 ASUNTOS DE TRÁFICO

Sabe que sueña.

            Conduce sobre una autopista que es, al mismo tiempo, desconocida y completamente familiar; un poco como si fuera todos los caminos que ha recorrido a lo largo de su vida... “Han sido tan pocos” piensa en el sueño.

            De pronto siente el golpe de la tela en la nuca.

            Sin apartar la vista de la carretera que es, al mismo tiempo, una especie de camino rural abandonado y una autopista solitaria, toma aquello que le golpeó; ropa interior femenina con encaje, de color vino y tamaño más bien juvenil, aunque con un corte algo conservador. Le parece familiar.

            Voltea.

 

Lo primero que le llama la atención es el gato; amarillo y atigrado, con enormes y profundos ojos azules... Lo sabe porque es un sueño, aunque en realidad no alcanza a verlos.

            La ve.

            Ella está desnuda, recostada en el asiento trasero y sosteniendo una tira ridículamente larga de condones. El gato se haya recostado entre sus piernas abiertas, muy cerca de su sexo, mirando el corto vello.

            La conoce, no sólo porque sea un sueño; sabe quién es ella, su historia, nombre y aficiones. Conoce los lunares de su rostro y los pliegues de su vientre... Le sonríe y ella sonríe en respuesta, invitándole.

            Se estaciona al lado del camino y, porque es un sueño, se encuentra en un enorme estacionamiento vacío.

 

Ella lleva su pene a la boca para colocarle el condón con los labios.

            No debería ser posible, el auto es demasiado pequeño para que dos personas estén en esa posición en el asiento trasero; ya era difícil que ella y el gato se recostaran ahí al mismo tiempo.

            En completa excitación y con el condón en su sitio, la atrae hacia su boca. Se besan y siente sus pequeños senos presionando contra su pecho. Enreda sus dedos entre su cabello y su otra mano acaricia su espalda, las manos de ella rodean su cuello. El gato les observa desde el respaldo del asiento del copiloto.

            La toma por las caderas.

            Ella se eleva, sonríe y el lunar sobre su labio se agita un poco. Con un movimiento de su cadera, lleva el pene al interior de su sexo.

            Y, porque es un sueño, ahora ella está recostada sobre su pecho en el asiento trasero. Ríe un poco mientras gime al ser penetrada, en parte porque las caricias sobre su espalda y glúteos le provocan un poco de cosquillas. La toma de los glúteos y con un dedo masajea alrededor de su ano. Ella ríe.

            Y, porque es un sueño, ahora están afuera del auto.

            Ella se recuesta sobre el cofre y con sus manos separa su glúteos, invitante. Con la punta del pene rosa su ano que se agita un poco... Empuja.

 

Se despierta.

            Siente la humedad que mancha su ropa interior con encaje, color vino y de tamaño juvenil, aunque de corte algo conservador... “Fue un sueño raro”, se dice mientras se recuesta tratando de reconciliar el sueño.

            Una risita tímida se le escapa mientras sonríe.

            Duerme.

 

Mario Stalin Rodríguez

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