jueves, marzo 17, 2022

Los Falsificadores de la Democracia 18

 SATURACIÓN

En realidad, el constante bombardeo de noticias falsas y la insistente repetición de éstas a través de medios y legiones de cuentas bot en redes sociales, no tiene por función principal el convencer a nadie que no estuviera ya previamente convencido.

            Es decir; no se pretende que alguien realmente crea mentiras tan evidentes como el supuesto victimismo de Rosario Robles o la inocencia de Ricardo Anaya, sino que simplemente intentan contaminar el debate público hasta hacerlo francamente imposible.

            Llevan tiempo haciéndolo en prácticamente cualquier ámbito del debate público, pero se vio acrecentado en la campaña electoral de 2018 con la llamada “Operación Berlín” (no por la ciudad europea, sino por la calle de la alcaldía Coyoacán de la CDMX, en la que se encontraba el centro neurálgico de ésta), implementada por Enrique Krauze por encargo de grupos empresariales cercanos a los partidos PRI y PAN.

            Y, aunque formalmente aquel grupo fue disuelto tras su fracaso en impedir el triunfo del obradorismo, la estrategia continuó durante el periodo de transición y ha seguido durante toda la actual administración, si bien no de manera tan centralizada con grupos distintos (aunque con múltiples puntos de contacto) encargados de “viralizar” los contenidos de Latinus, Chumel Torres, MilenioTV, Imagen Televisión, el Universal, el Reforma y etcétera.

            En un principio ésta atomización les jugó en contra, ya que los montajes de cada grupo se enfrentaban a los montajes de los otros grupos, generando muchísimo ruido mediático, pero no una narrativa unificada que les permitiera sacar provecho de éste.

            Ello cambió en Enero de 2019, cuando lograron coordinar los mensajes para crear un falso “desabasto de gasolina”, que provocó una intensa aunque efímera crisis social. Lo que sería el único “éxito” de la estrategia hasta el momento, duró únicamente poco más de siete días y, al final, les resultó hasta contraproducente, ya que lo sucedido pudo ser usado por el gobierno federal para reafirmar la necesidad de recuperar la autosuficiencia en la refinación de combustibles, a través del fortalecimiento de PEMEX.

            Pero, a pesar del efímero “éxito” y el evidente traspíe, antes que reconsiderar la estrategia; se fortalecieron los grupos de bots en redes sociales y la coordinación entre estos.

            Lo cual se hizo evidente tras el estallido de la pandemia a inicios de 2020, con la repetición hasta el hartazgo de mentiras tan evidentes y pueriles como la supuesta “oposición” de las autoridades sanitarias al empleo de cubrebocas (cuyo uso fue recomendado por éstas desde los primeros lineamientos oficiales), la idea falsa de que el Presidente pretendía “detener” la pandemia con “amuletos” (cuando lo único que hizo fue agradecer el regalo de dos escapularios que una mujer mayor le había hecho durante una gira), la falaz narrativa de que el gobierno federal escondía las muertes por COVID haciéndolas pasar por “neumonías atípicas” y un etcétera tan largo como un brazo, que culminó con la aparición del infame panfleto firmado por la odontóloga por Harvard y la aún repetida estupidez de que la Secretaría de Salud “no quiere vacunar a los niños”.

            Todas ellas mentiras evidentes que pueden ser fácilmente desmontadas, pero cuya repetición constante contamina el debate público, al grado de que es imposible abordar el tema del desarrollo de la pandemia en México, sin que alguna o más de una de ellas, sea mencionada... Porque esa es su función, no convencer a nadie que no creyera ya previamente en tales falsedades, sino contaminar el debate público para hacer imposible que éste sea racional.

            Y lo mismo ocurre con cada evidente mentira que se dice en cada ámbito de la vida política del país, ya sea sobre bienes raíces texanos, “inundaciones” en donde se construye la refinería de Dos Bocas, la puesta en marcha del Tren Maya, la “inviabilidad” del aeropuerto Felipe Ángeles, lo “expropiatorio” de la Reforma Energética, el supuesto “ataque” presidencial a los feminismos, la academia o el gremio periodístico y etcéteras varios, que llegan hasta “pronunciamientos” del Parlamento Europeo.

            Mentiras y más mentiras que no convencen a nadie que no estuviera ya previamente convencido, pero que contaminan el debate público a tal nivel que hacen imposible que éste se presente de manera racional.

            Mentiras que son repetidas como si fueran notas verdaderas y, después, instaladas en el debate público incluso cuando ya fueron desmentidas, a través de “memes” (que nunca son “sólo memes”) que siguen reproduciendo hasta el hartazgo tales falsedades.

            Y el hartazgo es el objetivo final de todo esto; generar un debate público tan contaminado que desincentive la participación popular en los procesos por venir.

            Ello les funcionó muy limitadamente en las elecciones de 2021, en las que lograron conseguir nueve alcaldías de la CDMX, pero no controlar el congreso local ni obtener una mayoría en el federal, además de perder la mayoría de las gubernaturas estatales en juego.

            Porque la participación popular es su enemigo, en 2018 fue sólo la inusitada y masiva votación a favor de Obrador, lo que impidió un fraude que ya estaba pactado con el árbitro electoral para declarar “ganador por estrecho margen” al candidato PANista.

            Y por ello contaminan el debate público, para alejar a la gente. Por ello han intentado con todas sus fuerzas y el apoyo del árbitro electoral, el que el ejercicio de Revocación de Mandato fracasé o no llegue a realizarse, porque la participación popular es su enemigo.

            Por ello es necesario desmontar cada vez las mentiras con las que pretenden contaminar el debate público y por ello es necesario señalar cada vez a sus prepetradores. No “entrar en debates con ellos”, sólo señalarlos como lo que son; difusores de mentiras.

 

Mario Stalin Rodríguez

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