MEXICAS
(ilustración basada en representaciones femeninas de los murales prehispánicos de San Bartolo)
Obviamente, abarcar la diversidad temática relacionada a la cultura
mexica, obligaría a un repaso menos que escueto y claramente insuficiente. Es
por ello que el presente texto propone sólo un esquema general, no el único
posible, con la intención de servir únicamente como base para un primer
acercamiento a la historia de esta civilización.
México Tenochtitlán, capital de lo que fuera el imperio mexica, fue una ciudad multitudinaria. De acuerdo al censo realizado por
los españoles tras la conquista, en ella llegaron a vivir poco más de 200,000
personas, se encontraba dividida en cuatro barrios, cada uno gobernado por un
consejo de ancianos, además del Templo mayor donde se encontraba la sede de los
poderes económico, político y religioso de la ciudad.
Una ciudad
increíblemente bien organizada… No siempre fue así.
Los mexicas descienden
del grupo chichimeca, originario de la zona de Aridoamérica. Se sabe que en
algún momento una gran sequía azotó esas tierras, lo que provocó que muchos
grupos emigraran hacia el Sur en busca de mejores condiciones de vida.
De acuerdo a documentos
posteriores de los propios mexicas, en algún momento intentaron instalarse en
distintos puntos del Altiplano central, como las Ruinas de Tula, las de
Teotihuacan, el bosque de Chapultepec o Xochimilco, de donde salieron tras
enfrentamientos con los grupos locales.
Finalmente, lograron
instalarse en un islote perteneciente al dominio de Azcapotzalco. Este islote
abarcaba, aproximadamente, lo que actualmente se conoce como el primer cuadro
de la Ciudad de México. Para expandir su ciudad recurrieron al
sistema de Chinampas, consistente en arrojar piedras, ramas y tierra al agua,
hasta que el montón sobresaliera, una vez hecho esto, lo apisonaban hasta
sumergirlo nuevamente. Esta operación se repetía hasta que era imposible sumergir más la tierra. Para evitar que el agua disolviera el islote artificial así logrado,
alrededor de éste se sembraban ahuehuetes, árboles cuyas raíces, al enredarse, fijaban
la tierra.
En honor a su primer
gobernante, Tenoch, la ciudad fue nombrada “el sitio donde vive Tenoch” (Tenochtitlán) y, dado que su versión
mítica indicaba que el lago se encontraba en el centro del universo,
literalmente; el ombligo (mexi) del mundo,
empezaron a llamarse a sí mismos “los que viven en el ombligo” (mexicas).
La ciudad fue creciendo
hasta que tocó otras islas del lago. Una de ellas Tlatelolco, que ya era un
reino cuando los mexicas llegaron. Descubrimientos recientes permiten afirmar
que en un principio los recién llegados intentaron conquistarla por las armas, pero
fueron derrotados. Este revés los orilló a tomar una estrategia más tardada; la
nobleza mexica se alió con la tlatelolca y, a través de una serie de
matrimonios por conveniencia, muy lentamente los gobernantes tlatelolcas fueron
desplazados por descendientes de los nobles mexicas.
Ahora bien, la pregunta
resulta pertinente, si ya sabían expandir sus ciudad por métodos artificiales,
¿para qué tomarse tantas molestias en conquistar otra isla? Las razones, no se
dude, fueron de índole económica.
En Tlatelolco se encontraba el más grande mercado del altiplano central;
de acuerdo a las crónicas españolas, en un día normal al mercado podían llegar
unas 60,000 personas, número que en días de fiesta podía duplicarse y hasta
cuadriplicarse. Es decir; en un día de fiesta al mercado llegaba tanta gente como
la que vivía en Tenochtitlán.
Obviamente, no sólo los
tlatelolcas y los mexicas hacían uso de este mercado, a él llegaban
comerciantes de todas partes del territorio de lo que ahora es México, desde
Aridoamérica hasta la zona maya, de las costas del Golfo a las del Pacífico, de
las Huastecas a los pueblos de Oaxaca.
Conforme la ciudad crecía y crecían las relaciones comerciales de los
mexicas con otros pueblos, el dominio que Azcapotzalco imponía sobre ellos fue
debilitándose. Así, bajo el reinado de Izcoatl, Tenochtitlán formó la Triple Alianza
y se rebeló contra el señorío dominante.
A partir de 1420 (aprox.)
y por los siguientes cien años, los mexicas impondrán a otros pueblos su
cultura, sus ídolos, sus festividades y su sistema social. Ahora bien, el
imperio mexica fue muchas cosas, pero nunca humanitario; el sistema tributario
era tal, que muchas veces dejaba a los pueblos dominados en la absoluta
miseria y los jóvenes (hombres y mujeres) era utilizados para engrosar el contingente
militar o para el sacrificio. Es por ello que a la
llegada de los españoles no les es difícil conseguir aliados, como los
Tlaxcaltecas, quienes ven en los conquistadores una forma de liberarse del yugo
mexica.
La historia es conocida, en 1521 cae México Tenochtitlán, lo que marca
el inicio del periodo histórico conocido como la Colonia. Durante éste los
templos indígenas son derribados, a los ídolos se les cincela el rostro para que no sean reconocidos
y las piedras sagradas son empleadas para construir palacios, iglesias y hasta
molinos de grano; creyéndose que de esta forma se daba fin a las culturas indígenas.
Sin embargo, los
pueblos originarios encontraron la manera de ocultar a sus dioses dentro del
rito cristiano. Muchas de las costumbres, mucha de las festividades que
celebramos en México son, en realidad, disfraces para los ritos precolombinos
(un buen ejemplo de ello es la festividad del Día de Muertos).
Para ello es que sirve la historia,
para darnos cuenta de qué tanto de los pueblos indígenas tenemos aún entre
nosotros. Cuando hablamos de la cultura mexica, estamos hablando de nuestra
historia; descendemos tanto de los pueblos indígenas como de los pueblos
españoles. Conocer una y otra historia nos permite conocernos mejor y, decían
los mayas, sólo quien se conoce, puede construir el mañana.
Mario Stalin Rodríguez
Asesor Educativo
Museo Nacional de Antropología
Etiquetas: Académico, La Tira de la Peregrinación
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