JE SUIS / JE NE SUIS
Indignos
e indignados... E hipócritas
“El hombre es la
medida de todas las cosas, dijo el poeta.
El hombre es la
medida de todas las cosas... Pequeñas, agregó el bufón”
Joan
Manuel Serrat
Enero de 2015, dos hombres fuertemente
armados entran a las oficinas de la revista satírica Charlie Hebdo en París. A
la voz de “Alá es grande”, asesinan a 12 personas; entre ellas, seis de los
principales caricaturistas de la publicación.
Desde
un principio, la hipótesis principal es que el atentado obedece a razones
religiosas; una venganza por parte de yihaidistas del Estado Islámico por la
constante ridiculización que los dibujantes franceses hacían de las figuras del
profeta Mahoma y Alá.
Al
margen de teorías propias de novelas de misterio, que ubican al hecho como un
atentado de falsa bandera y otras conspiranoías aún más estrafalarias; el
escenario más probables es que, efectivamente, los atacantes lo hayan hecho
siguiendo un exagerado y erróneo sentido de reivindicación frente a lo que
consideraban una ofensa a su religión.
En
todo caso, y a pesar de que la rama yemenita de Al Quaeda se ha atribuido la
planeación del atentado, la versión nunca podrá ser confirmada de manera
fehaciente, ya que los perpetradores fueron ultimados por la policía francesa
poco tiempo después del atentado.
Y
éste no es, ni remotamente, el punto final de esta historia ni la última de sus
consecuencias...
Las reacciones evidentes a este hecho no se
hicieron esperar.
Pronto
la frase “Je Suis Charlie” (Yo Soy Charlie) se volvió viral, acompañando
reivindicaciones a la libertad de expresión y condena a cualquier intento de
acallar las voces críticas de la prensa... No fue sólo una frase y no tiene un
solo sentido.
El
“Je Suis Charlie” fue aprovechado por el oportunismo de siempre para señalar
como únicos culpables a los terroristas, asociando, de paso, a todo lo árabe
con lo musulmán y a todo el islam con el terrorismo... Omitiendo, intencionadamente,
la larga historia de agravios de occidente hacia las poblaciones árabes que
explican el surgimiento y crecimiento del fundamentalismo islámico.
Lamentablemente,
esta posición oportunista no se limita al patético espectáculo de los
gobernantes europeos falseando su participación en una manifestación en París.
Ya en Francia, Alemania, Inglaterra y España, de momento, se habla de un
endurecimiento de las medidas en contra de la migración árabe y africana... Y,
probablemente, de mayor control a los medios de comunicación.
Todo
ello, principalmente lo último, enmarcado bajo la bastarda frase de “Je Ne Suis
Charlie”...
Con
posicionamientos que bien podrían esperarse de la derecha más recalcitrante,
pero que provienen, lamentablemente, de voces tradicionalmente asociadas a la
izquierda, se extiende la idea de que, finalmente, la culpa es de las víctimas.
“Yo
no soy Charlie”, dicen; “porque yo no me burlo de la religión de nadie”... “La
culpa es de ellos”, dicen; “porque sabían lo que podía pasarles y siguieron publicando
lo que publicaban”... Sí, la posición es equiparable a quienes culpan a la
mujer violada “porque se viste provocativamente” o al joven golpeado por la
policía “porque si sabe lo que puede pasarle, para qué va a las manifestaciones”.
En
el fondo del “Je Ne Suis Charlie” subyace la posición censora que pretende
poner límites a la libertad de opinión... Es la misma posición de quienes en
España pretende encarcelar a todos aquellos que tomen públicamente una posición
medianamente cercana al independentismo vasco, por “apología del terrorismo”...
Los mismos que en México pretenden ocultar la cifra real de muertes por la
violencia generalizada, para “no dar una imagen desalentadora a los
inversionistas”... Los mismos, sí, que lincharon mediáticamente a un triste
payaso de televisión por hacer un chiste (malo, además) sobre la tragedia de la
guardería ABC.
Como
si la libertad de opinión aplicara sólo a aquellas opiniones que no nos
incomodan... Como si no fuera privilegio del bufón señalar cuando los dioses y
emperadores van desnudos... Como si señalar la patética desnudez de unos y
otros, nos impidiera, además, señalar la hipocresía de quienes adulaban el
inexistente vestido, o fijarnos en el patetismo de otros dioses y emperadores.
Una
vertiente del “Je Ne Suis Charlie”, igualmente censora, pretende imponer el
silencio por el chantaje; “esta indignación no es real”, dicen; “porque no
mencionan a los miles de muertos en Nigeria, Palestina, Iran, Medio Oriente” o
cualquier otra región geográfica... Como si la actual indignación nos cegara a la
ignominia de estos otros crímenes... Como si intentar entender el por qué y la
naturaleza de éste, nos impidiera entender la de los otros.
En
el fondo, la posición es la misma; “ellos se lo buscaron, porque abordaban este
tema en vez de otros”, aunque los “otros temas” también hubieran sido abordados
y con idéntica sorna por la publicación francesa... Al final, el chantaje
también pretende imponer el silencio y parar la indignación, instándonos a
aceptar la versión según la cual, el crimen es responsabilidad única de los
terroristas islámicos y lo hicieron porque los de Charlie Hebdo se lo buscaron...
Así, sin contexto; sin mayor explicación.
Es
decir, al final “Je Ne Suis Charlie” en cualquiera de sus vertientes, está
haciendo el trabajo que los perpetradores del atentado querían y que tanto
sirve a los poderosos de occidente; acallar al bufón, silenciar a los críticos,
para que nadie grite que el emperador va desnudo.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El Nombre de la Ignominia, Opinión
1 Comments:
Me ha parecido muy interesante el artículo.
Quisiera hacer una puntualización gramatical: en francés, las oraciones negativas se construyen con dos partículas, "ne" (antes del verbo) y "pas" (detrás del verbo). Por tanto, se ha de decir "je no suis pas", "nous ne marchons pas", "il n´avait pas", etc.
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