CONTRATO
Ella dice.
No te sorprenda que lo sepa, he conocido antes a personas como tu; individuos que asumen otros rostros, otros gustos, distintas identidades. Sí, sé que no eres como él, que sólo aparentas para estar cerca de mí. No te sorprendas, lo sé y lo acepto.
Te lo dije, he conocido a gente como tú. Sé que fingir no te es difícil, finalmente no eres nada; sólo aquello que finges. Hoy intentas ser su reflejo, tomar sus palabras y actitudes para tomar lo que fue de él. Pero sólo eres su reflejo, tú lo sabes; un truco de luces y sombras sin más profundidad que una hoja de cristal.
Sí, lo sé; no eres él, sólo su reflejo... Una sombra.
Te lo dije, lo sé y lo acepto. Te acepto, pero con una condición. No me interesa estar contigo, quiero estar con él... Pero él está allá, en el silencio que yo misma le impuse. Tú estás aquí, pero no me interesa estar contigo, por eso te acepto sólo si finges ser él.
No eres nada, lo sé y lo sabes; siempre has sido reflejos, lo que los otros esperan de ti, lo que finges para obtener lo que de los otros envidias... Al final, sólo eres eso, el ansía de ser el otro, de tener lo que el otro; porque te sabes un vacío, simple hueco que vas llenando con el reflejo de los otros que nunca podrás ser.
Este es el trato; no me interesa estar contigo, pero te acepto porque estás aquí y finges ser como él... Y así, todos perdemos.
Él se queda allá, en el silencio que le impongo; a la distancia que no supo cruzar. Se queda en su soledad, está acostumbrado a vivir en ella. Se queda, como siempre, preguntándose en qué falló; asumiendo, como siempre, que la culpa fue suya... No me preocupa, es amigo de su soledad; la abrazará y seguirá caminando y, porque lo conozco, sé que llevará mi nombre y lo pronunciará con una sonrisa.
Yo, ya lo dije, me quedo contigo sin quererte, porque estás aquí y finges ser como él. Si tenemos suerte, terminaré convenciéndome que fue contigo con quien quise estar y fue esta vida la que quise construir y no sólo la que pude. Pero no te alegres, incluso en ese caso, el mejor de los posibles, te miraré y sabré a ciencia cierta que estoy contigo, porque él no supo estar conmigo.
Y tú... Tú... Tú eres patético; me darías lástima si fueras algo más que humo y espejos. Pero no eres nada; por eso te acepto, por eso te quedas aquí, conmigo, sabiendo que cuando estoy contigo, en realidad estoy con él.
El hombre calla... La mira y su final feliz
es creer que ha ganado.
Lejos,
a la distancia que se mide en silencios, en la oscuridad; un gato maúlla su
soledad a la luna.
Mario Stalin Rodríguez.
Etiquetas: Soledades, tratado sobre la necedad
2 Comments:
Mierda, qué bueno está este escrito. Supongo que es mejor quedarse con un sucedáneo que con las manos vacías... y eso aún no lo aprendo. El orgullo me gana.
Qué más da.
Hey, en unas semanas más te escribo un correo para actualizarte... debo decir que ahora sí hay cambios. Espero que para ti también, que sean positivos y que te encuentres bien.
Un beso
8-)
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