ANORMALIDAD
Para mi hermana, Nora Adela Cuéllar Salinas
que un día me preguntó ¿qué es la locura?
Locura.
El Quijote se
lanza contra los molinos de viento, él dice que son gigantes. Dice la gente que
estaba loco.
Locura.
El
rey expulsó a la bruja del reino. En venganza ella envenenó el agua del pozo,
quien la bebiera se volvería loco... El pueblo enloqueció, todos menos el Rey
que tenía su propio pozo para uso personal.
El
reino está preocupado; el rey no usa pollos crudos en la cabeza, el rey no
cambia la ortografía aleatoriamente cuando escribe. El reino está preocupado;
el rey se ha vuelto loco.
Locura.
Sobre
la población indefensa de Hiroshima, un día de agosto, un átomo se rompe y la
muerte estalla. Más de un millón de personas mueren en un parpadeo, la mayoría
de los sobrevivientes enfrentarán la lenta y dolorosa muerte del envenenamiento
radioactivo.
El
ataque sobre la población indefensa de un país militarmente derrotado fue
ordenado por Rossvelt, dice la gente que fue un gran estadista.
Locura.
Santiago
de Chile, 1973. El estadio de Fútbol es un campo de concentración, en él son
retenidos los opositores, los izquierdistas, los anarquistas, los pacifistas,
los distintos. A Victor Jara le cortan las manos y la lengua, las violaciones
tumultuarias por parte de los militares se suceden con fatal frecuencia. Los
hombres son arrojados al mar desde helicópteros.
Todo
fue ordenado por el usurpador Pinochet... Aún hoy, en Chile, hay quien dice que
era necesario.
Locura.
Pedro
nunca ha hecho daño a nadie, al menos que se considere el aroma corporal como
agresión. Camina por las calles discutiendo con nadie en particular, empuja una
carreola con sus tesoros; el pañuelo que una mujer tiró descuidadamente, el
dulce que un niño le regaló, el suéter que la joven se quitó una fría tarde de
invierno y le regaló, una corcholata que brilla como estrella si la ves desde
el ángulo adecuado.
La
gente le mira pasar y lo evita frunciendo el seño, saben que está loco.
Locura.
Don
Joaquín es un hombre respetable. Cada mañana a las siete exactas toca el marco
del espejo de su cuarto 12 veces contadas. Cada tarde a las cinco exactas,
independientemente de donde esté, recita el versículo 12 de San Mateo. Cada
noche a las nueve exactas hace el amor con su esposa.
Don
Joaquín es un hombre respetable, dice la gente que es un poco excéntrico.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: tratado sobre la necedad
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