TORMENTAS
El María Victoria
Stengel, navegando al borde de la vigilia.
Las aguas parecen calmas más allá
del golfo de deseos, los peces de memoria saltan por estribor, dejando tras de
sí una estela de esperanzas olvidadas. Ella sonríe para nadie en particular,
fija el timón y se apoya sobre la barandilla de proa; el día promete ser
tranquilo.
Sólo
es un café, te dices al tomar asiento; es sólo un café. Él sonríe con esa mueca
suya, en parte ternura y tristeza. Te observa con esa mirada suya, azul del Mar
Caribe… Sólo es un café, te repites… Sólo es un café.
Más tarde se
reprochará su ingenua confianza; el Mar de los Recuerdos es traicionero, ella
lo sabe, no debió relajarse, no debió abandonar el timón. La ola golpeó por
estribor, arrastrando al María Victoria Stengel hacia alta mar… Sí, así como
suena, las aguas del Recuerdo crean sus propias reglas y las rompen por
caprichos incomprensibles para las cartas de navegación.
Una pesadilla infantil, uno de esos
enormes monstruos, golpea el casco; la doncella del mascaron lanza un pequeño
quejido y se soba el pecho descubierto. Un ave de lujuria se posa sobre el
mastín central.
En
el callejón atrás del café, él te besa. Sus manos juegan en tu cintura, alzando
levemente el borde tu camisa, rozando tu piel, apenas con la yema de los dedos.
Puedes sentir su erección presionando contra tu pelvis. Sientes tus pezones
endurecer bajo el sujetador, lo abrazas por el cuello, tus manos acarician su
cabello quebrado, tu lengua prueba el sabor a café expresso de su boca.
El viento surge de
la nada, soplando en todas direcciones y en ninguna; las velas se ensanchan y
contraen a su capricho, hasta que una de ellas se rompe, los aparejos golpean
por toda la cubierta. Ella grita órdenes a una tripulación compuesta de
sombras, ensueños entrevisto por el rabillo del ojo.
El cielo, sin embrago, luce
despejado.
¿En
qué momento llegaron a su casa? Te preguntas mientras le sacas la camisa por la
cabeza, en el suelo yace casi toda tu ropa, incluso las media de lana. Él te
besa de nuevo, su boca baja de tus labios a tu cuello, tus hombros, tu pecho…
Besa en medio de tus senos y prueba tus pezones, su lengua traza la
circunferencia de tus aureolas.
Sigue bajando. Besa tu abdomen y con
su lengua invade tu ombligo, haciéndote cosquillas. Sigue bajando, sus manos te
quitan la tanga roja. Llega a tu vello, buscando. Al principio se queda en la
superficie, puedes sentir su aliento contra el bosque de tu vientre, sus labios
rozan tu clítoris, su lengua juega y puedes sentir como vas humedeciéndote.
Con sus manos presionan tus glúteos,
su cara entra entre tus piernas y su lengua entra en ti.
Del cielo sin nubes
surge un rayo que golpea la popa del María Victoria Stengel, el fuego no tarda
en aparecer.
Las olas juegan con el barco,
llevándolo y trayéndolo a su antojo, hace mucho que la capitán perdió de vista
la costa. Otro rayo golpea cerca de la proa, asustando a la doncella del
mascaron, que decide, en ese justo instante, irse a guardar en su camarote.
Aferrada al timón, Shock lucha por
gobernar su barco.
Tumbada
boca abajo sobre el colchón, completamente desnuda, él toma tus manos y con
gentileza, las une junto a los barrotes de la cabecera. No sabes de dónde ha
tomado las esposas con las que te aprisiona. Quieres protestar, pero él parece
no darse cuenta de tus palabras entrecortadas.
Lentamente va besando tu nuca, tu
cuello, tus omóplatos, bajando por el medio de tu espalda; ahí donde encuentra
un lunar, sale del camino y se entretiene un poco.
Llega a tus glúteos… Sigue bajando.
Besa tus muslos, la parte de atrás de tus rodillas… Empieza a subir. Su lengua
se entretiene, de nuevo, probando tus humedades, sientes como un dedo explora
tu interior, hace mucho que tus protestas son sólo gemidos entrecortados.
Lleva su mano hasta tu boca,
permitiendo que pruebes tu propio sabor en sus dedos. Sus besos van subiendo
por tu espalda y hasta tu cuello. Con más sugerencia que fuerza, te hace
voltear la cara, te besa. Puedes sentir su erección entre tus piernas, rozándote
los labios húmedos entre el vello, preparándose para invadirte.
De pronto, la
calma.
Shock contempla su barco y hace una
lista mental de las reparaciones más urgentes. Un trueno la saca de sus
pensamientos, en el horizonte, frente a ella, las nubes se aglutinan y tornan
oscuras. Los vientos arrecian. No tardará en enfrentarse a la tormenta.
Húmeda por el oleaje anterior, Shock
sonríe y se aferra al timón; hoy será un día divertido.
Mario
Stalin Rodríguez
Etiquetas: Cosas que suceden, off topic
2 Comments:
Qué preciosa mezcla de viajes...
Feliz año y un beso enorme!
Como siempre, muchas gracias señor H ;)
Besos, G.
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