GENERALA
Ella se incorpora, se enfrenta a la bruja, cierra los
ojos como pensando en lo que viene... Toma aire... Canta. Tal vez no es la voz más
entonada ni el mejor registro. Tal vez no es el auditorio de mejor acústica,
pero su voz llena el salón y los versos sardónicos llegan a cada oído. La
ironía implícita se graba en la bruja y es su rostro desencajado el único
premio posible a la mejor y más oportuna canción.
Será,
tal vez, que así también se hace la revolución, con sentido del humor.
Ella baila. En el salón de su casa o en el más oscuro
club de la capital, ella baila. Bailó, en su momento, en la selva y en el
Norte. Bailó en los salones de clases y en las escuelas tomadas. Bailó aquí y
allende las fronteras. Baila, no con los píes (no siempre) sino con las ideas,
cuando da cátedra...
Ella
baila y será, tal vez, que así también se hace la revolución; bailando.
Se preocupa y quiere, a veces, también odia. Escucha las
alegrías y pesares de los otros y, a veces, se aburre a mares escuchándolos. Pero
ella está ahí, escuchando, aconsejando; acompañando. Son las alegrías de los otros
sus alegrías y comparte también sus pesares. Quiere a quienes los otros quieren
y aborrece a quienes les hacen daño. Brinda a la salud de los otros y con
ellos, a veces se distancian y las distancias que son tiempo los separan, pero
ella está ahí para los otros y ellos están para ella... Ella es los otros,
porque los otros es también de ella que aprendieron a ser.
Será,
tal vez, que así también se hace la revolución; con amigos.
Se apresura y nos apresura; ahora veremos esta parte,
ahora recorreremos estas calles, aquí nos detendremos, diez minutos para estar
en el agua, comemos esto y en este lugar, ustedes buscan hacia allá, nosotros hacia
acá... Se apresura, marca el itinerario y, a veces, lo improvisa sobre la
marcha.
Será,
tal vez, que así también se hace la revolución; apresurándonos.
Se lo toma con calma. Se despereza, se incorpora y pone
un nuevo capítulo de la serie del momento en la televisión, se vuelve a acurrucar
y disfruta, tranquilamente, del tiempo que pasa sin prisa...
Será,
tal vez, que así también se hace la revolución; con calma.
Y así, con sentido
del humor, bailando y con amigos. Apresurándonos o tomándoselo con calma, ella
va cambiando el mundo. Lo cambia poco a poco, pedacito a pedacito, dando
cátedra y cambiando la mente de quien la escucha, platicando y reafirmando sus
amistades, en la familia, apoyándolos y apoyándose en ella...
A
veces, así se hace la revolución; cambiando el mundo poco a poco, pedacito a
pedacito.
A mi hermana Teresa Azucena Rodríguez de la Vega CuellarEn parte porque me apetecía dedicarle un cuento, así, sin ningún pretexto ni en fecha específica... Y en parte porque, lo sepa o no, se lo diga lo suficiente o no, día a día me va enseñando cómo cambiar el mundo poco a poco, pedacito a pedacito.
Mario Stalin Rodríguez.
Etiquetas: off topic, tratado sobre la necedad
1 Comments:
Como las hormiguistas Mario. Me ha gustadomucho este cuentito a tu hermana.
Me alegro de volver por estos andurriales. Siempre es un placer leerte.
Besicos muchos.
Publicar un comentario
<< Home