MESA ABIERTA
La mesa está puesta, madre, por supuesto, de manteles
largos en este día. La mesa está puesta, madre, para recibirle… A usted y a sus
invitados, los de siempre, madre, y los nuevos.
Las
puertas están abiertas, madre, como siempre las tuvo para recibir a quienes
necesitaban refugio y un lugar tranquilo. Las puertas están abiertas, la mesa
está puesta, madre, porque así lo hubiera querido y así nos enseñó a quererlo.
Hay
espacio, madre, para quienes nos acompañan siempre… Para Leonor, Raul,
Esperanza, Socorro, José Salinas, Pepillo, la beba, Antonio; familia. La
nuestra, madre, la que nos da la explicación primera de quienes somos. Familia,
madre, los primeros ladrillos de los que nos construimos.
Nos
hemos construido de ellos, madre, como usted se construyó con ellos… Como de
usted también nos construimos… Pero no sólo de ellos, madre, sino de aquellos
que, sin tener lazos de sangre e incluso, a veces, también sin conocernos ni
conocerles; los caminantes, madre, los que como usted son.
Por
eso la mesa también está puesta para ellos, para ellos nuestras puertas siempre
abiertas. Para los caminantes, madre, para quienes cayeron construyendo un
mejor mañana, un mundos distinto; un país sin grises nubes… Quienes caminaron a
su lado, madre… Quienes caminan a nuestro lado.
También,
madre, está la mesa puesta y las puertas abiertas para los que nos enseñaron a
ser mejores personas. Los que compartieron días y noches con nosotros y nos
brindaron alegrías y nociones de responsabilidad. Ellos, madre, los que sin ser
conscientes, nos enseñaron parte de nuestra conciencia.
Ellos,
madre, nuestras mascotas… Al Negro, la Cosa, el Solovino, el Pingo, el Gato, la
Pongo, Firulais, La Triste y el Gizmo y sus hijos con los mismos nombres, la Shampoo,
la Coseta y, por supuesto, a la Gata y su hija, Gata, que en menos del breve
lapso de un mes, decidieron acompañarla, madre, en el nuevo camino emprendido.
Para
ellos todos, madre, los que caminaron nuestro lado, los que fueron ejemplo y
los que compartieron nuestros días. Para ellos todos, madre, la mesa está
puesta y las puertas abiertas, para sentarnos por un día todos a la misma mesa…
Para convivir en nuestras similitudes, para celebrar nuestras diferencias,
porque así lo hubiera querido, madre, porque así nos enseñó a quererlo.
A mi Madre
María Teresa Cuéllar Salinas
1950-2011
In Memorian
Mario Stalin Rodríguez
Noviembre de 2012.
Etiquetas: Entrada programada, in memorian, tratado sobre la necedad
2 Comments:
Emocionado y precioso homenaje.
Solo digo eso porque me has dejado sin palabras.
Besicos muchos.
Gracias por compartir con nosotros Mario, me gustó mucho
saludos
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