Colaboraciones 01
Se recordará que hace unas semanas publiqué el inicio de una historia protagonizada por los personajes de La Legión del Kaos... Pues bien, con permiso de su creador original, pretendo continuar con esta historia... Pero, dado que los personajes no son míos, nobleza obliga a presentarlos de manera adecuada, recomendado, por un lado, la lectura de los bites en los que originalmente surgieron (oseáse, el archivo del Jardín de Kaos) y dedicando algunos post previos a ellos.Ahora, como robar los personajes ya me parece suficiente como para, además, poner a trabajar a su creador, los textos de las próximas semanas no serán de él (ni míos, ya puestos), sino de alguien que conoce a estos héroes tanto o más que yo, es decir; la Capitana.Cabe decir que estos textos se publican hoy, el 24-25 de los corrientes y el 7-8 de Nobviembre próximo, ya que la actualización del 31-1° estará dedicada al Día de Muertos y la del 14-15 a la (no tan) magna celebración del 6° NO aniversario de este blog.Y ya está, los dejo entonces en la amable compañia de la Capitana, acompañada en los trazos (pero no en los colores) por su servidor.
Sólo puede haber un capitán
Teniente Disclaimer: ‘Capitán Fuego’ (y su nombre real, que desconozco) es propiedad intelectual de Jardinero del Kaos y pertenece a su obra, Legión del Kaos. ‘Captain Shock!’ es un personaje original de Glow Naif.Agradecimientos: Al autor de esta historia, por supuesto, y a ‘Two steps from hell’ por acompañarme mientras escribía. Excelente música, por cierto.Nota: Choque de mundos (crossover). Esto es una de las tantas ideas que tenía en mente y que quería desarrollar desde hace mucho, sobretodo porque me encanta esto de los capitanes. ¡Disfrútenlo!
Por Glow Naif
Las turbulentas aguas
entorpecían sus movimientos y, por ende, la batalla. Aún así, seguían
esgrimiendo con mucho vigor. El navío donde se encontraban se remeció con
fuerza gracias a la tormenta, haciendo que uno de los combatientes perdiera el
equilibrio. El otro aprovechó la instancia para tomar su espada, que había
caído en la cubierta; éste sonrió con malicia y complacencia. No había forma
que ella ganara. Se acercó raudo hacia ella, apuntándola con los filos de acero
para que no se pusiera de pie.
—Te he vencido, heroína
de pacotilla, ha llegado tu hora —dijo el hombre, seguro de su victoria —, sólo
puede haber un capitán y ese soy yo, ¡Capitán Fuego!
—¡Eso es lo que tú
crees, fósforo!, ¡te derrotaré a toda costa! ¡Prepárate para un shock!
Sin importarle que él
tuviera las dos espadas a unos centímetros de su rostro, la mujer levantó ambas
manos; de ellas, para sorpresa del villano, comenzaron a salir pequeñas
descargas eléctricas. En un abrir y cerrar de ojos, una serie de rayos lo
golpearon, haciéndolo volar por los aires y chocar contra el suelo fuertemente.
—¿Ese es el motivo de
porqué te llaman ‘Shock’? —preguntó Fuego algo adolorido en el suelo, aún
sintiendo la sacudida eléctrica por su cuerpo.
—Por supuesto que no
—negó la mujer con una mueca confiada —. Hay muchas más sorpresas por venir.
Enojado, las llamas que
nacían desde su cabeza se encendieron aún más, mientras que otras aparecieron
en sus manos. Formó una gran bola de fuego y la manipuló hasta lanzarla contra
su oponente. Como no tenía forma de defenderse, la muchacha sólo pudo
esquivarla saltando hacia un lado y rodando por el piso de madera. La gran masa
de energía se estrelló contra uno de los mástiles, prendiendo la madera y las
velas. Shock vio con horror cómo caía hacia el mar, desestabilizando el barco.
A su vez, una gran ola los arremetió, que los lanzó hacia una orilla. Ambos se
agarraron de la baranda para no caer al agua.
Por unos momentos la
cabeza del capitán se había apagado, pero las flamas volvieron rápidamente a
ésta. La mujer perdió su sombrero, el cual quedó a la deriva. Cuando la nave se
ladeó, sus espadas también fueron arrastradas, pero ambos oficiales las
alcanzaron a recoger antes que cayeran, para seguir con la batalla. Sí, estaban
sosteniéndose con una sóla mano, pero eso no era un impedimento; ellos eran
mucho más fuertes de lo que aparentaban.
Entonces el hombre
decidió escupir sobre su arma —básicamente, saliva hecha de lava —, para así
calentar el filo y derretirlo. Dio resultado. Ella quiso escalar, pero sus
rápidas y hábiles estocadas no se lo permitían; tenía mucha desventaja. Logró
herirla de forma superficial y de paso rasgarle la ropa.
—Mujer, ya te he ganado,
¿¡vas a dejar de perseguirme!?
—¡No! —exclamó muy
enfadada —¡Es mi deber derrotarte!, ¡estás en mi jurisdicción!
—¿Qué?, ¿de qué hablas?
¡Ni siquiera sé de dónde apareciste!
Sin entender a lo que se
refería, perdió la concentración; Shock aprovechó aquel lapso para darse un
impulso y llegar a cubierta. Lo observó con detención: luchaba por aferrarse al
barco, y a juzgar por su expresión, parecía que realmente no sabía de lo que
hablaba. Lo había visto en apenas cuatro ocasiones, pero en todas ellas el tipo
estaba infringiendo alguna ley. Además, parecía decidido a que no podía haber
dos capitanes.
De repente el hombre
envolvió su cuerpo completo en llamas, energía que causó que saliera disparado
hacia el tormentoso cielo. Quedó suspendido en el aire; habían poderosos
relámpagos a su alrededor, que traían consigo fuertes truenos. Su risa maléfica
se unió a éstos.
—¡Destrozaré el navío y
te hundirás en él! ¿¡Quieres ser un héroe!? ¡Entonces morirás como uno!
—¡Idiota, aún no te das
cuenta! ¡Estás soñando, hombre! —gritó Shock con todas sus fuerzas —, con esto
me refiero a que estás dentro de un sueño, pero en los dominios que vigilo y
protejo. No tengo idea cómo lo has hecho, pero no puedes ‘navegar’ en estas
redes.
—¡Eso no es cierto!
—contradijo Capitán Fuego —¡¡Muere!!
Una gran llamarada lo
envolvió, formando un gran y violento torbellino. Desde su centro, salieron
múltiples bolas incandescentes, las cuales azotaron la nave sin piedad. La
heroína se cubrió con los brazos de forma instintiva, pero de nada le serviría:
la cubierta se hizo pedazos, al igual que la proa y el mascarón, que cayeron en
las aguas; el resto de los mástiles se desplomaron y las velas fueron devoradas
por aquella vorágine infernal.
Sólo un milagro podía
detener a ese monstruo.
—Yo soy esa
maravilla —susurró Shock para sí, un tanto pedante.
Cuando la estructura
sucumbió ante aquel ataque, la mujer cerró sus ojos y se dio un gran impulso
—fuerza que levantó parte de los restos de madera —, para luego volar por sobre
el agitado océano, más arriba del tornado de fuego y del capitán que lo
provocaba. Las nubes oscuras comenzaron a girar en torno a ella. Al mismo
tiempo, un gran agujero se formó en el mar. El hombre sonrió de medio lado; al
parecer se pondría aún más interesante. Fuese un sueño, pesadilla o una extraña
realidad, la derrotaría igual. Hasta ahora no había mostrado sus poderes, ¿lo
creía poca cosa, acaso? Aquel pensamiento hizo que frunciera el ceño y
comenzara el ataque una vez más, estuviese lista o no.
Los poderes chocaron
estrepitosamente: fuego y viento contra electricidad y agua. Sus miradas se
encontraron; furiosos, intensificaron su ofensiva, provocando una profunda
alteración en el escenario: desde las profundidades emergieron montañas, y en
ellas habían barcos y otras naves. Bajo ellos había un agujero abismal, donde
se podían ver estrellas. Sobre sus cabezas se abría lo que parecía ser un
portal lleno de luz.
—¿Qué mierda ha
ocurrido? —se preguntó Fuego para sí, observando a su alrededor.
—Parece que todavía no
me crees. Es hora de partir, capitán —dijo Shock entrecerrando la mirada —, si
es que realmente eres uno.
Aquel resplandor aumentó
hasta cubrirlos. Luego, el hombre sintió que era absorbido por una fuerza
tremenda, que provenía desde abajo. La heroína desapareció de su vista, puesto
que un destello lo cegó. Sintió el cuerpo pesado; la caída parecía no tener
fin, hasta que...
La alarma de su
despertador sonó exactamente a las siete de la mañana.
Odiaba tener que
levantarse tan temprano, pero qué más daba: no era de esos villanos
multimillonarios que podían financiar a un científico loco para que le
construyeran un rayo destructor o cualquier juguetito que se le
antojara, no. Ojalá. Pagaba las cuentas e iba al supermercado como el resto.
Por eso tenía un trabajo de media jornada en el banco —donde veía a más de un
colega durante el día —; soportaba a regañadientes a toda esa gentuza que le
preguntaba por el fuego en su cabeza. “Mamá, mamá, ¿qué le pasa al señor?”
“¡Dios mío!, ¿se encuentra usted bien?” “¡Su cabeza, su cabeza, llamen a los
bomberos!”
—Ya verán.
El mundo sería testigo
de su grandeza, algún día. Tendría a la Legión del Orden a su servicio. ¿Y los idiotas
del Kaos? Los exterminaría. Sonrió con aquel pensamiento.
Caminaba en dirección al
banco, como todos los días —ni modo, no podía tomar el bus; razones obvias —,
cuando se acordó del sueño que había tenido. Esbozó una mueca de disgusto al
recordar a esa mujer. Si había entendido bien, había estado en una especie de
mundo —o universo —paralelo, lo que comúnmente llamaban ‘sueños’, donde la
gente podía infiltrarse en otras mentes.
De estar en lo correcto,
Fuego tendría mucho qué planear. Después de todo, la batalla estaba inconclusa.
Fin
Por cierto, recuerden que diversas historietas ya aparecidas en este blog, se están republicando (con ya varios contenidos exclusivos... Y ahora hasta una página extra) en Subcultura... Aunque para acceder a los contenidos del HYPE se debe ser usuario registrado.
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