GLORIA OLÍMPICA
los dueños del balón
Con perdón del perogullo, pero parece necesario recordar
en estos tiempos que la gloria deportiva tiene un nombre específico; cortina de
humo.
No
se trata de hacer eco de teorías conspiracionistas, según las cuales, mucho más
que la destreza deportiva, la selección mexicana de fútbol en las olimpiadas de
Londres, llegó a la final por los intereses del grupo hegemónico. Pues ello
sería suponer que no sólo a las autoridades deportivas, de poca o nula
confiabilidad, sino a todos los equipos contra los que el seleccionado nacional
se enfrentó, aceptaron tarjetas Monex o Soriana por sobre las recompensas que
en sus respectivos países podrían haber obtenido con un mejor resultado.
Así,
aceptemos de momento que la presencia de los futbolistas mexicanos en la final
olímpica es legítima, celebrable por el desempeño del equipo, pero, en primer y
última instancia, poco importante y lo absoluto trascendente.
No
se trata de que la afición hacia un determinado equipo o disciplina deportiva,
nos transforme en automático y per se en trogloditas irracionales, fácilmente
manipulables... Se trata, más bien, de que los dueños del balón han vendido y
propagado esa imagen del aficionado, exacerbando las dinámicas más negativas de
la masa: Una multitud, dicta la sociología clásica, es tan inteligente como es
el más imbécil de sus integrantes.
No
se me malinterprete, no se trata en estos párrafos de criticar al fútbol como
disciplina deportiva ni a la afición a éste o a un equipo en determinado
circuito, como comportamiento social válido. Se trata de señalar los intereses
que detrás de todo logro de un equipo profesional o seleccionado nacional,
medran y crecen.
El
Fútbol profesional es un negocio, sus resultados son marcados por la lógica
económica mucho más que el desempeño de los jugadores en la cancha, el triste
ejemplo de la liga italiana es sólo el paradigmático botón de muestra, en una
situación que en distintos gradiantes se repite a lo largo de todo el orbe.
Si
las ligas nacionales son un negocio, ¿qué argumento válido existe para dudar
que los torneos internacionales cumplen con las mismas dinámicas?
De
nuevo, no se pretende restar méritos merecidos para el seleccionado nacional,
ni minimizar el logro de llegar a una final olímpica, independientemente del
resultado de ésta. Se trata, sí, de señalar los peligros inherentes a dar a
este hecho una mayor importancia de la que realmente tiene.
No
es necesario remontarnos demasiado para encontrar ejemplos de lo dicho. Este
mismo año, mientras los españoles se encontraban pendientes del resultado de su
selección de fútbol, los secretarios de Estado anunciaban recortes
presupuestales a la sanidad, la educación y otros rubros del gasto social,
además de un aumento al IVA... Pero España se coronó campeón de Europa.
En
nuestro caso, baste recordar que, en 2009, mientras los medios se ocupaban de
los logros del seleccionado nacional, el ocupante de los Pinos aprovechaba para
desaparecer Luz y Fuerza del Centro, condenando al desempleo a más de 40,000
agremiados del Sindicato Mexicano de Electricistas... No fue la primera vez que
el deporte era usado por el régimen como cortina humo para tapar problemas
sociales.
Dados
los antecedentes, no es arriesgado suponer que la final olímpica de fútbol será
aprovechada por el grupo hegemónico para validar las pasadas elecciones
presidenciales, marcadas como nunca antes por la traición a la voluntad popular
y la coacción y compra descarada de votos... Dados los antecedentes, no es
arriesgado suponer que la euforia fubolera, será aprovechada por los dueños del
balón para imponer a su títere en la presidencia de México.
Con
perdón del perogullo, pero es menester, entonces, dar a a cada cosa su justa
dimensión y recordar que más allá de los noventa minutos, lo que se juega en
esta final, es el destino de México como nación durante las próximas décadas.
Mario Stalin Rodríguez
Etiquetas: Apuntes sobre periodismo, El patético usurpador, Opinión, tratado sobre la necedad
1 Comments:
Coincido. Nada nuevo bajo el sol.
beso
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