Colaboraciones 02
Seguimos con las colaboraciones a cargo de la Capitana sobre los personajes del Jardinero del Kaos...
Poisoned
Por Glow Naif
Disclaimer ponzoñoso: Brave/Arthur Thompson pertenece a Jardinero del Kaos y a su obra ‘Legión del Kaos’. Lacerta Lust y Cepheus Kreeden son propiedad intelectual de Glow Naif.Nota: Este escrito es una especie de ‘crossover’ y un intento de explicar algunas cosas que son parte de mi universo (que está ligado a Eisenkraft y Blue Bark).
Se había quedado solo. Estaba acostumbrado
a estarlo, pero ahora que venía con ganas renovadas para ayudar y ser mejor,
sus camaradas se habían ido. Era una lástima, pero no podía hacer nada para
retenerlos. Merecían un descanso.
¿Podía hacer su trabajo, de todas formas?
Ahora podía responder con orgullo que sí, era posible. Entonces, se le ocurrió
que atendería todas las llamadas de emergencia, y le daría soporte a la
policía, si era requerido. Qué importaba si no tenía poderes, aún era útil.
Algo.
Era tiempo que el mundo supiera de qué era
capaz.
Durante su primera semana, a Thompson le
surgieron muchas dudas: ¿quién demonios cuidaba el edificio cuando se
encontraban en alguna misión o emergencia? No recordaba que hubieran contratado
guardias o algo por el estilo. ¿Cúantos países estaban cubiertos por su
protección? Y ¿cómo era posible que pudieran asistir a tantos, siendo que tan
sólo era unos pocos? Fue en ese momento que descubrió algunas asociaciones con
otros héroes, cosa de la cual no estaba enterado. ¿Qué otros secretos no sabía?
Se paseó por los pasillos, abriendo puertas
e intruseando. Armas secretas, documentos clasificados, ¿nuevos trajes?
—esperaba que James no estuviese tras eso, otra vez —, ¡Había hasta un mecha
confinado! ¿Cúanto se había perdido?
Arthur iba a devolverse a la sala de
reuniones, cuando escuchó un ruido extraño provenir desde uno de los cuartos.
Intentó entrar, pero estaba con seguro. Golpeó varias veces, pensando que
alguien podría estar allí, ¿algún empleado, quizás?
—¡Abra la puerta en este mismo instante o
usaré la fuerza!
Ésta se entreabrió; el lugar estaba a
oscuras a excepción de la luz proveniente de pantalla de un computador. Brave
apretó los puños y avanzó, listo para defenderse. El portazo detrás suyo lo
sobresaltó; quiso darse vuelta, pero alguien muy grande lo embistió de manera
brutal, hasta dejarlo en el suelo.
—Déjalo, Cepheus. Está solo y no es el más
poderoso del grupo. Es todo lo contrario.
—¿¡Quiénes son ustedes!?
Uno de ellos encendió la luz. Era dos
personas. Más bien una; el otro era un monstruo cornudo de al menos dos metros
y medio de altura. Arthur se arrastró en el suelo, intentando escapar, pero
aquella criatura puso un pie frente a su rostro, casi aplastándolo. La
voluptuosa dama caminó hasta él y se encuclilló para hablarle.
—Cariño, ¿sabes? Tenemos un problema.
Estamos intentando localizar a uno de tus camaradas, un nuevo recluta de tu
colorido grupo, es un tipo alto, de pelo violeta parecido al mío.
—¿Eisenkraft?
—¿Así lo conocen por estos lados? Vaya, a
ese le gusta cambiarse el nombre—dijo la mujer, meditando un momento —. Eso,
Eisenkraft. Dulzura, ¿nos podrías decir dónde podríamos contactarlo?
Incluso si estaba en graves problemas, y el
demonio lo tenía bastante atemorizado, sus ojos estaban depositados en sus
enormes pechos. Distraían mucho.
—Son implantes, si es que te estás
preguntando eso.
—¿Eh?
—Lacerta, ¿quieres que le extraiga la
información a puñetazos? —intervino Cepheus.
—Calma, hermosura. Él nos dará lo que
deseamos, ¿no es así?
No sabía qué responderles. Si supiera, les
hubiera dibujado hasta un mapa, pero la verdad era que no tenía la más mínima
idea de su paradero. Precoz y Blue Bark estaban perdidos junto con él. Se
preguntaba si alguien de Legión aún recordaba ese ‘pequeño’ detalle.
Tragó saliva. Las manos de ese tal Cepheus
podían romper su cráneo. Iba a abrir la boca, pero Lacerta depositó su dedo
índice sobre sus labios.
—Haré las cosas más fáciles para ti.
Colocó ambas manos tras la nuca de Brave, y
se acercó a él como si fuera a besarlo. Se detuvo apenas a unos centímetros.
Sus ojos celeste se volvieron blancos; el hombre podía sentir como hurgaban sus
pensamientos, al tiempo que sentía como si tuviera insectos caminando dentro de
su cerebro. La sensación era repugnante. De su nariz salió una substancia
azulada, que se escurrió hasta llegar a los brazos de la mujer, luego a su
semblante, y finalmente entró por sus ojos. El héroe sentía que iba a vomitar.
—El inepto está perdido. Me encontré con la
sorpresa que el perro pulgoso se encuentra con él. Nuestro superior se va a
enfadar.
—Entonces, este sujeto ya no nos sirve
—concluyó Cepheus, tomando a Thompson por el cuello —, ¿qué hacemos con él?
—No gastes energías, está envenenado.
Apenas y podrá moverse —acotó Lacerta con cierta malicia.
Había comenzado mal su labor. Brave
esperaba ser más competente esta vez, pero no le resultó. ¿Iba a dejarse amedrentar
por ellos?
No.
Eso no podía estar sucediendo, ¡no podía
permitirlo! Él era un héroe y ellos, por ende, eran villanos. Debía detenerlos.
Miró a su alrededor, aún aturdido, y luego a la puerta. Tal vez, podía ir en
busca de algún arma. O usar aquel robot gigante. Si lograba salir vivo y llegar
hasta el pasillo, quizás podía ganarles.
Con decisión, esperó el momento justo.
Sintió la adrenalina recorrerle y su
corazón latió con fuerza, como nunca antes. Luego, inhaló aire y relajó los
músculos, para así no detenerse a mitad de camino. En un abrir y cerrar de
ojos, Brave corrió hasta la puerta y salió al corredor. Su fuerza de voluntad
le había permitido moverse a pesar del ataque mental. Cepheus fue tras él,
rompiendo parte de la pared, cuyos pedazos salieron disparados. Ni siquiera
miró hacia atrás; sólo se focalizó en llegar a la sala donde había visto el mecha y se subió a él como pudo.
El demonio se quedó quieto; sus ojos
amarillentos fijos en su presa.
—¿Cómo echo a andar esta cosa? ¡Vamos,
pedazo de mierda!
Y como si esas fueran las palabras mágicas,
el robot se accionó, y adoptó una pose de artes marciales. Lacerta se unió a
Cepheus después de un par de minutos; ambos se miraron con desconcierto.
—¿¡Ahora qué harán!? —preguntó Brave entre
triunfante e histérico.
—Te voy a masacrar —amenazó el demonio,
pero fue detenido por la mujer.
—Está bien, tú ganas, corazón. Aunque te
advierto, tú no nos quieres como enemigos. También están cometiendo un grave
error en dejar que ‘Eisenkraft’ y su mascota estén entre ustedes. La última vez
que participaron en un grupo, el resto de sus camaradas desapareció
misteriosamente, aparte de distorsionar un mundo completo. No estamos
aquí para pelear con víctimas como ustedes, sólo buscamos saldar cuentas y
hacer justicia.
Thompson escuchó pero no procesó muy bien
la información. ¿Eran sus aliados los enemigos reales?, ¿cuántos traidores
había en el mundo? Con esas dudas en su mente, Brave los dejó ir. Los extraños
desaparecieron gracias a un agujero interdimensional, formado bajo sus pies
que, literalmente, se los había tragado.
En efecto, Arthur había sido ‘intoxicado’
con aquella manipulación. Si bien sus intenciones no tenían nada de honrado,
había cierta verdad en las palabras de Lacerta. Verdad que el león cobarde
buscaría.
—Me pregunto si alguien está calificado
para manejar este montón de hojalata —se dijo a sí mismo, aún dentro de la
cabina —. De seguro es Yoshi. Esos japoneses bizarros...
Como había quedado muy exaltado después del
encuentro, y no había tenido oportunidad de descargarse en batalla, a Brave no
se le ocurrió mejor idea que salir a dar una vuelta usando aquella máquina. Sí,
destruyó un par de edificios sin querer —cuenta que sería cargada a Legión —,
pero también hizo un servicio a la comunidad, peleando contra algunos monstruos
gigantes, de esos que tanto parecer afectar las costas niponas.
Fin
Continuaremos sediendo estos bits a la Capitana, pero no la próxima semana, porque hay post especial sobre Día de Muertos y cómo celebrar memorias... Ella regresará, con una sorpresa, la noche del 7 al 8 de Noviembre... Y en tres semanas más, la (no tan) magna celebración del 6° NO aniversario de este blog...
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