jueves, noviembre 03, 2011

Diversidad y Coherencia

Día de Muertos
De la memoria que camina

Mario Stalin Rodríguez
Videoconferencia impartida el 31 de Octubre pasado, para "La Fet des Mort" organizada por el Ecomuseé de Montreal, el Centre d'Histore Montreal y el consulado de México en esta ciudad de Canáda... A ver si para el próximo año repetimos, pero en vivo y en directo en vez de por camarita (que salgo barato y ocupo poco espacio)...
Todo depende, supongo, de en qué forma se entiende la historia y el cómo se ven las tradiciones. Si entendemos la historia como pasado estático, mariposa fija en la vitrina, eterna prisionera de un alfiler; las tradiciones son, entonces, muestra de un pasado enquistado, costumbres que se niegan a cambiar y son, por tanto, inmutables en sus formas y ritos.
Si, por el contrario, vemos la historia como parte de un todo dinámico, explicación inherente de la identidad de un pueblo y sus individuos (nunca confundamos al todo con la partes que le componen), sus cambios y anhelos de cambio; las tradiciones son, entonces, mutables. Formas de entender y enfrentarse a un mundo cambiante, que cambian conforme la visión del pueblo que les práctica cambia y se enriquece.
En esta lógica se inscribe la tradición del Día de Muertos.

Ante todo debemos entender que la identidad mexicana, como la mayoría de las identidades nacionales a lo largo del orbe, es, en realidad, la suma de muchas identidades que, vistas por separado, podrían resultar contradictorias, pero que en el conjunto, son complementarias.
Desde su pasado indígena, pasando por la conquista española y el largo periodo de dominación de la metrópoli europea, hasta las guerras de independencia y revolución, llegando a la época actual, México es y ha sido una nación de caminantes.
Las migraciones marcan no sólo la historia económico-social del país, sino (y sobre todo) su identidad. Porque el migrante lleva consigo no sólo su necesidad, con sus píes llegan, a las nuevas tierras, también su historia, su idiosincrasia y sus costumbres. Todo ello, no se dude, cambia el lugar que le recibe, al menos tanto como éste cambia al migrante.
Desde cierta óptica, entonces, la migración no es un asunto de extraños con una forma extraña de ver el mundo enfrentados a otra forma de ver el mundo, sino de cómo una y otra se enriquecen y crecen con el contacto.
Ante todo debemos entender que la identidad mexicana, como la mayoría de las identidades nacionales a lo largo del orbe, se construyó sobre migraciones y de éstas sigue nutriéndose.
En esta lógica, no se dude, se inscriben múltiples tradiciones y costumbres y, entre ellas, la del Día de Muertos.

Aquí confío en la naturaleza de mis oyentes y asumo que la mayoría habrá visto algún documental tipo History Chanel sobre el Día de Muertos en México. Sabrán, entonces, que en estas festividades se adivinan las raíces indígenas de la nación; una cultura guerrera enfocada en el culto a la muerte, que no le teme, sino que la celebra.
Desde ahora, permítaseme afirmar que tal versión está en lo correcto, pero es sólo una forma de ver el asunto.
Desde otra óptica, la tradición del Día de Muertos en México es, antes que un ritual funerario, una celebración de la vida y es, también, una forma en la que la identidad cambia, se adapta, para permanecer coherente a sí misma.

En realidad no existen registros que nos permitan afirmar categóricamente la existencia de una festividad análoga en tiempos precolombinos (tampoco, cabe aclarar, hay algunos que nos permitan negar su existencia). Por lo general, se asocia el día de muertos a rituales prehispánicos relacionados con la llegada del Otoño y, por tanto, con los dioses del inframundo.
Nadie se llame a la extrañeza, a lo largo del orbe, las distintas culturas han desarrollado sus mitologías y sus formas de enfrentarse y explicar la vida y la muerte con los ciclos naturales de las estaciones y el calendario agrícola.
Conforme la Primavera muere y el Otoño muta en Invierno, la tierra deja de dar sus frutos, la caza escasea y la vida se torna difícil. De ahí que la mayoría de los ritos asociados a deidades de la muerte o del inframundo se celebren en estos tiempos… Para el hemisferio Norte y en nuestro calendario actual, esto sucede entre Septiembre y Diciembre y sucede sin importar a qué dios o dioses se dirijan las plegarias…. Y de dioses también se trata todo esto.

Durante el dominio español los ritos indígenas fueron proscritos. Los propios dioses prohibidos y sustituidos por el mártir de la cruz. Los templos fueron derribados y las piedras sagradas ocupadas para construir iglesias, palacios y como norias de molino… No hay dioses, dijeron los españoles, sólo un dios. No hay templos, sólo una iglesia única e indivisible…
Sin embargo…
En la península de Yucatán la efigie del Dios Descendente se camufla como un ángel en las fachadas de las iglesias. En la meseta central, las columnas de los templos católicos ocultan en sus bases los rostros de los dioses indígenas, a quienes los pueblos siguen llevando ofrendas. En las festividades religiosas, las danzas y la música sirven para seguir adorando a los dioses precolombinos o para burlarse del conquistador europeo.
A todo lo largo de las colonias americanas, los pueblos originarios van encontrando la forma de esconder a sus dioses en el rito católico.

En tiempos coloniales, a lo largo de territorio de la Nueva España y, sobre todo, entres los pueblos de tradición nahua y en su zona de influencia, entre Septiembre y Noviembre de todos los años, van apareciendo en las plazas públicas o en los domicilios indígenas ofrendas diversas y en diversas fechas.
En ellas se encuentran, dependiendo de la región y fecha, el papel picado (relacionado al rito a Mictlantecutli), la flor de cempaxochitl (relacionada al ciclo de muerte y resurrección solar), las ofrendas vegetales (relacionadas a los ritos de las diosas de la fertilidad), los sacrificios animales (relacionados a los dioses de la guerra y la muerte) y, por supuesto, los regalos para los muertos que no acaban de irse (festividad del Xócotl).
En un principio, las autoridades coloniales prohibieron y persiguieron estos ritos (recuérdese, tres de los beatos mexicanos reconocidos por Juan Pablo II, fueron, históricamente, colaboracionistas que denunciaron prácticas indígenas –ritos paganos- ante las autoridades españolas y fueron, por ello, castigados por su comunidad). Sin embargo, la persistencia y dispersión geográfica de éstos, eventualmente obligó a las autoridades eclesiásticas a tomar otro camino.
Los ritos otoñales fueron condensados en una única festividad, la de Todos los Santos entre el 31 de Octubre y el 2 de Noviembre. El simbolismo y los elementos fueron estandarizados; persiste el papel picado, la flor de cempaxochitl y, en vez de los cráneos de los sacrificados, calaveras de dulce que honran a los vivos y queridos.
El rito muta, sí; el significado cambia de significante… Pero la identidad permanece.

¿Qué es, entonces, el Día de Muertos?
Es la doble celebración de lo que no está, pero tampoco acaba de irse. Es la celebración de la identidad múltiple, de las diferencias que nos complementan y nos explican; de nuestras múltiples herencias.
Es también la celebración de la memoria; no la exaltación de la muerte, sí la celebración de la vida. Porque en ella, en su forma actual, no se recuerda al muerto por su muerte, sino por lo que en vida nos fue dejando… Celebramos, entonces, no su ausencia, sino la oportunidad de haber estado juntos.
El Día de Muertos es, entonces, la doble celebración de lo que ya no está, pero tampoco acaba de irse. Conciencia de la identidad múltiple que fuimos y somos, celebración de lo que otros nos dejaron y hoy es parte de nosotros… En suma, una forma de conocernos y, decían los mayas, sólo quien se conoce, puede construir el mañana.

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3 Comments:

Blogger my heart is blooding cause i love said...

tu muy bien :]
m encanto aquello de lo q no esta pero no acaba d irse...
muy lindo te a quedado aunque siento que fueron como mil letras junticas las q lei.

estaba necio sentado
tomando su cafe
meditaba muy profundo
dond existe el amor y como fue
d repente llega la huesuda
y le dice t llevo conmigo porq d el ya no tienes fe.

1:42 p.m.  
Blogger ISABEL TEJERA CARRETERO said...

Me gusta lo que escribes , lo he dicho en más de una ocasión, pero me gusta mucho más lo que sin escribir también dices, ... aunque con lo que cuentas siempre aprendo.
Y es que hay muertos a los que no podemos olvidar ¡afortunadamente!

11:52 p.m.  
Blogger LA CASA ENCENDIDA said...

Es muy interesnte este escrito Mario. Me ha encnantado la forma en que celebrais a vuestors muertos. Me gusta que se reconozca que somos la suma de los que nos han enseñado o hemos vivido. Me gusta que se reconozca que formamos parte de aquellos que se fueron (pero no del todo o así lo he entendido). Como siempre, me voy de tu casa con buen sabor de boca.
Besicos muchos.

1:05 p.m.  

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