INDIGNOS E INDIGNADOS I
El asalto al cielo
Egipto. ¿Cuántos son? ¿Miles, decenas de miles, cientos de miles; millones? Salen a las calles y enfrentan con cuerpos desarmados al ejército, policía y provocadores del tambaleante dictador... Su necia persistencia, su no rendirse los llevará de la plaza a los salones de Poder.
Egipto. La esperanza se desdibuja pronto... Los sueños de otro mañana se ven traicionados por un Consejo Militar que pacta con los privilegiados del régimen anterior; el gatopardismo priva de nuevo en el ambiente, los del que todo cambie para que siga igual caen, de nuevo, de pie.
Egipto. La esperanza, sin embargo, continua necia en las plazas... Incluso lejos de los reflectores que un principio les adoraban, los necios cantan... Aún afilan la esperanza.
Libia. ¿Cuántos son? ¿Miles... Millones? Salen a las calles y toman las plazas; su sangre abona la Tierra de los jardines del patético dictador. Pronto los soldados y mercenarios del triste payaso les obligan a huir, a replegarse al Norte.
Libia. Con el apoyo internacional e inventando sobre la marcha, toman la capital... No son los mismos que iniciaron, el juego del Poder, las traiciones y la inexperiencia han ido menguando el mañana de sus miradas.
Libia. Sin embrago, atrás de estos que entran como generales en tierra conquistada, está la masa que aún canta, los que aún afilan la esperanza.
A lo largo del mundo árabe, la indignación crece y los pequeños peleles que veían consolidado su poder con el silencio cómplice de la comunidad internacional, sienten sus tronos tambalearse.
La esperanza sale de la sombras y toma las plazas y calles, pone sus sangre y muerte para a construcción del mañana. No son las huestes barbadas que alimentan las paranoias de occidente, no la reivindicación fundamentalista con la que Israel asustaba a la comunidad internacional.
¿Miles, millones? Importa poco... Son los mismos que en Gaza y Palestina resisten la criminal ocupación sionista, los mismos que en Iran salieron a exigir democracia y elecciones libres... Son los otros, en su mayoría jóvenes.
Salen de las sombras y resisten... No es inmediato el cambio y los obstáculos son muchos, habrá traiciones y reflujos en el camino... La Primavera Árabe se transforma en Verano y, pronto, será Otoño; el parto del mañana durará años... Pero ha iniciado.
Egipto. La esperanza se desdibuja pronto... Los sueños de otro mañana se ven traicionados por un Consejo Militar que pacta con los privilegiados del régimen anterior; el gatopardismo priva de nuevo en el ambiente, los del que todo cambie para que siga igual caen, de nuevo, de pie.
Egipto. La esperanza, sin embargo, continua necia en las plazas... Incluso lejos de los reflectores que un principio les adoraban, los necios cantan... Aún afilan la esperanza.
Libia. ¿Cuántos son? ¿Miles... Millones? Salen a las calles y toman las plazas; su sangre abona la Tierra de los jardines del patético dictador. Pronto los soldados y mercenarios del triste payaso les obligan a huir, a replegarse al Norte.
Libia. Con el apoyo internacional e inventando sobre la marcha, toman la capital... No son los mismos que iniciaron, el juego del Poder, las traiciones y la inexperiencia han ido menguando el mañana de sus miradas.
Libia. Sin embrago, atrás de estos que entran como generales en tierra conquistada, está la masa que aún canta, los que aún afilan la esperanza.
A lo largo del mundo árabe, la indignación crece y los pequeños peleles que veían consolidado su poder con el silencio cómplice de la comunidad internacional, sienten sus tronos tambalearse.
La esperanza sale de la sombras y toma las plazas y calles, pone sus sangre y muerte para a construcción del mañana. No son las huestes barbadas que alimentan las paranoias de occidente, no la reivindicación fundamentalista con la que Israel asustaba a la comunidad internacional.
¿Miles, millones? Importa poco... Son los mismos que en Gaza y Palestina resisten la criminal ocupación sionista, los mismos que en Iran salieron a exigir democracia y elecciones libres... Son los otros, en su mayoría jóvenes.
Salen de las sombras y resisten... No es inmediato el cambio y los obstáculos son muchos, habrá traiciones y reflujos en el camino... La Primavera Árabe se transforma en Verano y, pronto, será Otoño; el parto del mañana durará años... Pero ha iniciado.
Mario Stalin Rodríguez
Y desde aquí mandamos un caluroso abrazo (amistoso y relajado, no sea que su marido se nos encele) a Lorzagir, que cumple años y tan radiante como siempre...
Etiquetas: El patético usurpador, Opinión, tratado sobre la necedad
3 Comments:
Un trabajo de parto con tres centimetros de dilatacion recien, pero es un comienzo que es lo que importa.
Lo importante es salir y empujar para que el cambio se dé. Nada cae del cielo, nada aparece por generación espontánea, hay que luchar y seguir luchando... allí, aquí y en todos lados.
Ya sabes: puede que no lleguemos nunca a la utopía pero siempre podremos acercarnos un poco a ella...
Besos
Lo calculas en estaciones.
Los amos de esas tierras lo son hace cientos de años.
Puede que ya nunca vea Damasco, aquel otoño estaba ocupada.
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